America’s Voice, Washington, DC
Con el calendario en contra, la lucha por la reforma migratoria es la manzana de la discordia no sólo entre demócratas y republicanos, sino entre facciones internas de los dos partidos y entre grupos de presión y esos partidos políticos.
Las partes se disparan amenazas y fechas límite sin que se vislumbre una solución, y el tema, una vez más, se encamina a adornar no sólo (y hasta cierto grado) las elecciones intermedias de noviembre de este año, sino las generales de 2016.
Así, senadores demócratas, los mismos que podrían perder la mayoría en la Cámara Alta en noviembre ven el inicio del receso de agosto del Congreso como la fecha límite para que la Cámara baja actúe y considere un plan o planes de reforma migratoria antes de que la política electorera consuma todo sin remedio.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid dijo que si para agosto queda claro que no habrá reforma en la Cámara baja, entonces le tocaría al presidente Barack Obama echar mano de su autoridad ejecutiva para aliviar la crisis de las deportaciones.
El asunto del alivio por la vía administrativa –¿en qué consistiría, qué alcance tendría y cuándo sería el mejor momento para anunciarlo?- ha generado asimismo tensiones entre los demócratas; porque hay un sector que piensa que debería hacerse este verano, incluso antes del receso de agosto, ante la renuencia del presidente cameral, John Boehner, de llevar alguna medida al pleno.
Pero otro sector teme que si lo que se anuncie tiene un alcance limitado y genera más críticas que aplausos, la participación electoral de los hispanos en las elecciones intermedias podría deprimirse aún más, lo cual iría en detrimento de los demócratas.
Incluso en un evento de recaudación de fondos de campaña en Chicago, Illinois el pasado jueves, Obama habló del riesgo de una escasa participación electoral de los demócratas que, según el mandatario, sufren de un “mal congénito”: no votar en elecciones intermedias.
“Si no mantenemos (la mayoría) en el Senado y no tenemos ganancias en la Cámara baja, no podríamos lograr la reforma migratoria”, afirmó Obama. Es un mal presagio si se toma en cuenta que ya se sabe que la Cámara baja quedará en manos republicanas y que la mayoría demócrata en el Senado se tambalea.
De otra parte, Boehner responsabiliza a Obama del tranque legislativo, mientras apaga fuegos en su caucus republicano opuesto a cualquier viso de reforma.
Los republicanos temen que permitir un voto de un plan de reforma encienda la ira del bloque conservador y que eso afecte las elecciones de este año. Boehner no quiere arriesgar su mayoría, su puesto, ni la posibilidad de que los republicanos capturen el Senado.
Todo lo cual lleva a preguntar: si los republicanos mantienen la mayoría en la Cámara baja y ganan el Senado, ¿qué incentivos tendrán para impulsar un plan de reforma migratoria que obtenga apoyo demócrata? ¿Propondrán un plan sin vía a la legalización?
O ¿impulsarán más medidas policiales? ¿No harán nada? Lo que queda claro es que 2015 y 2016 serán consumidos por las elecciones generales.
Y si Obama procede administrativamente y se le acusa de actuar como un rey y no como un presidente, se atiza la base ultraconservadora, pero se espanta a otros sectores requeridos para ganar la presidencia.
Aunque surja un candidato republicano capaz de apelar a los latinos, como podría hacerlo el ex gobernador de La Florida, Jeb Bush, la pregunta es si alguien así sobreviviría la batalla por la nominación republicana.
Junio se aproxima sigiloso, el ombligo del año, con tres fechas clave: el 6 de junio es el primer aniversario del voto republicano a favor de una enmienda del congresista de Iowa, Steve King, para no financiar el programa de la Acción Diferida (DACA) que ampara a los Dreamers de la deportación; el 15 de junio se cumplen dos años del anuncio de DACA por la administración Obama; y el 27 de junio se cumple un año de la aprobación en el Senado del proyecto de reforma amplia, S.744.
Sin luz al final del túnel, hasta ahora, la reforma migratoria es la manzana de la discordia que presagia vientos de guerra electoral.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice