La agencia de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos, o ICE, recientemente anunció que en el último año se deportó a cerca de 370 mil personas. Defensores del inmigrante dijeron que es lamentable que el gobierno siga deportando a decenas de miles de personas sin antecedentes criminales cada año, a pesar de haber anunciado que no serían prioridad. Desde Arizona, Valeria Fernández nos entrega la historia de un padre de familia guatemalteco recién deportado, que aún tiene esperanzas de regresar con su familia.
Sonido ambiental:
“Un besito a los babies… diles que los amo y que pronto vamos a estar juntos otra vez. … Primero Dios…”
Desde Guatemala, el recién deportado Ardany Rosales les manda un beso a sus dos hijos y dice que espera verlos pronto. Su esposa Naira Zapata se iluminó de alegría, al ver a su esposo a través de la pantalla de la computadora por el chat de Skype. Hacía casi un año que no lo veía, y esa alegría pasó a la angustia de pensar que en Guatemala su vida puede correr peligro.
Zapata:
“Yo ahorita que hablamos le dije: ‘Amor, no quiero que salgas, trata de no salir tanto’, porque yo sé que en cualquier momento se van a enterar y no sé qué hacer, me pone muy nerviosa”.
Rosales llegó a Estados Unidos huyendo de Guatemala, donde dice que fue amenazado de muerte por predicar la biblia para sacar a los jóvenes de las pandillas. Después de ser detenido hace un año por una infracción de tráfico en Phoenix (AZ), Rosales solicitó asilo político.
“Él perdió su caso ante el juez de inmigración, perdió su caso ante el BIA, que es el Board of Immigration Appeals. Entonces todavía puede apelar al noveno circuito”, declaró Ray Ibarra.
Ybarra es el abogado de Rosales, y esperaba que le dieran la oportunidad a su cliente de permanecer en el país para apelar su caso. La veloz deportación de Rosales le tomó por sorpresa. También a los activistas pro-inmigrantes como Yadira García, que estaban en diálogo con autoridades migratorias en Washington para que dejaran a Rosales quedarse en el país.
García:
“Esto nos dice que hay un desconecte muy grande dentro de este sistema que está tan quebrado; porque si en Washington nos están diciendo una cosa, nos están diciendo, ‘Les estamos ayudando, estamos revisando el caso’, y luego para que las oficinas locales tomen sus decisiones propias, y digan ‘No, yo te voy a deportar porque te voy a deportar’”.
Rosales tiene dos hijos estadunidenses y no tiene antecedentes penales. Según la administración de Obama, personas como él no son una prioridad para la deportación. Las autoridades migratorias locales se negaron a utilizar la discreción en este caso. El abogado Ray Ybarra dice que la deportación previa de Rosales fue un obstáculo:
“Este caso es muy importante porque es lo que está pasando todos los días. Las personas que no hicieron nada mal, no tienen récord criminal, no tienen crímenes de violencia, tienen hijos ciudadanos americanos muy jóvenes, y aunque ellos deben estar con sus familias, el gobierno de Estados Unidos los sigue deportando”.
Algunos activistas pro-inmigrantes aseguran que continuarán presionando al gobierno federal para que tome las cartas de forma ejecutiva y prohíba este tipo de deportaciones. Rosales aún guarda la esperanza de apelar su deportación en las cortes, y ganar un asilo político que le permita reunirse con su familia.
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde Phoenix, Arizona, Texto y Foto, Valeria Fernández.