De la redacción
La era Trump arrancó abriendo más las puertas del poder de Washington a las compañías de Tabaco. No sólo personas en elatos puestos de esta administración mantienen fuertes y estrechos lazos con las tabacaleras, sino además creció exponencialmente la influencia de dicha industria en los legisladores, así como el número de cabilderos en el Congreso, que se reúnen u organizan con mayor frecuencia mítines con directivos de diversas agencias gubernamentales, dice una interesante investigación que aparece hoy en el semanario inglés, The Guardian.
Poco después de que Trump prometiera transferir el poder de Washington al pueblo estadunidense, se desató una ola de gastos en busca de influencia. En el primer trimestre de 2017, las compañías de tabaco y las asociaciones comerciales gastaron 4.7 millones de dólares en presionar a funcionarios federales”.
La corporación Altria, compañía detrás de Marlboro, contrató a 17 firmas de cabildeo. Reynolds, fabricante de la marca Camel, contrató a 13, según la Campaña por los Niños Libres de Tabaco citada por el semanario.
“Desde entonces”, afirma, “las compañías tabacaleras han estado poniendo puntos en el marcador. Políticos y funcionarios con vínculos profundos con la industria tabacalera ahora encabezan el Departamento de Salud de Estados Unidos, la oficina del abogado general y el Senado”. Incluso, agrega, “mientras el consumo de tabaco sigue siendo la principal causa prevenible de muerte”.
La investigación agrega que las agencias encargadas de revisar las grandes fusiones empresariales, algo que por cierto le fascina a Wall Street, dejaron escapar una ventana que la ley antimonopolios provee en la que dicha agencia podría –debía- haber solicitado información sobre la referida fusión, con un valor de 49 mil millones de dólares entre las corporaciones Reynolds y British American Tobacco (BAT). “Esta fusión, que se espera que sea votada por los accionistas la próxima semana, hará de BAT, la mayor compañía tabacalera del mundo, ponga los ingresos de ocho de cada 10 cigarrillos vendidos en Estados Unidos, en el bolsillo de dos compañías: Altria y BAT”.
También existe la preocupación de que la mayoría en riesgo son los ciudadanos más pobres y más vulnerables, cuya cobertura de seguro médico podría ser debilitada por las reformas republicanas en la materia.
La industria del tabaco, que siempre ha estado presente en las donaciones a campañas políticas de los republicanos, ha donado el 74 por ciento de las donaciones totales de esta industria a dichos candidatos y candidatas republicanas a puestos de elección popular. Nada más en este rubro han donado casi 60 millones de dólares de 1990 a la fecha.
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