La demora de la reforma migratoria: Vil movida politiquera

6313033242_ed26a47181_nSamuel Orozco

Noticiero Latino, Oakland, CA

Luego de airar el programa de ayer de Línea Abierta sobre el destino de la reforma migratoria este año, al cierre de la edición el líder de los republicanos, John Boehner advirtió que «no tenemos ninguna intención de ir a conferencia de negociación en ningún momento sobre el proyecto del Senado». Con esta declaración, Boehner se suma a los demás republicanos que intentan patear la lata camino abajo.

 

Esta semana, dirigentes sociales y defensores del inmigrante prenden todos los focos rojos y pasan por todos lados la voz de alerta máxima. Resulta que líderes republicanos de mucho peso han comenzado a enviar señales muy inquietantes respecto a la reforma migratoria.

Primero fue el dirigente conservador, Alfonso Aguilar, quien nos lo adelantó la semana pasada en este programa: “Este año no habrá reforma de inmigración; esperemos que sea a principios del año entrante”.

Luego fue el congresista Kevin McCarthy, tercero en el mando republicano de la Cámara, quien le dijo lo mismo a las mujeres luchadoras que tomaron su oficina en Bakersfield, CA, el pasado miércoles a medianoche.

Y más tarde se hizo eco el congresista republicano de La Florida, Mario Díaz Balart, quien remató diciendo que no cree que la reforma se pueda este año, y que espera que el próximo sí, pero que “si no se consigue a principios de año, entonces la reforma morirá”.

Esto huele mucho a que los estrategas republicanos han llegado a un consenso, y es que para ellos es mejor darle carpetazo a la reforma este año.

La versión que nos han manejado los voceros de este partido es que en la sesión que se reinicie el año entrante habrá mas tiempo para discutir de manera detenida el asunto.

Tomando en cuenta que desde hace cinco meses el Senado pasó un proyecto que se ha quedado acumulando polvo en el escritorio de los líderes de la Cámara, es claro que los estrategas republicanos no nos están hablando con candor ni sinceridad. Hoy nos piden taimadamente esperar a principios del próximo año.

¿Saben ustedes, amables radioyentes qué va a pasar a principios del próximo año?

Es la hora en que se acaban los fondos para mantener el gobierno abierto y se acaba el permiso del Congreso a alzar el techo de la deuda. ¿Y qué quiere decir esto? Que es casi un hecho que se desencadenará de nuevo en el Congreso el más vitriólico y agrio debate sobre esos asuntos. ¿Y qué le pasó a los trabajos de reforma migratoria cuando la misma situación se dio en septiembre y octubre? Primero los líderes republicanos dijeron que no habría reforma por la crisis de Siria, de la cual culparon a Obama. Luego sacaron del orden del día la reforma migratoria por la crisis presupuestaria, de la cual también culparon al presidente. Hoy nos dicen: “Espérense para principios de año”. Y ¿cuál es la perversa movida detrás de esta aparentemente inofensiva jugada? Creo que la movida es muy clara para el que la quiera ver. Se trata de ganar tiempo para esperar a que la reforma migratoria sea desplazada, descarrilada, por la crisis que se avecina o por cualquier otra crisis política imprevisible que sirva de buen pretexto.

Y cuando esto suceda, culparán a grito pelado a Obama y a los demócratas acusándolos de no querer transigir en los otros asuntos, presupuestarios y demás, y que debido a esa intransigencia en urgentes asuntos fiscales se bloquea el trabajo en la reforma.

De esta forma, la pelota de la reforma migratoria pasa de lleno al terreno de la campaña electoral del 2014. Esto nos sugiere que los estrategas republicanos de la Cámara apuestan a que el carpetazo a la reforma les redituará votos en la elección de noviembre: al dejar morir la reforma creen que ganarán los votos de sus bases duras en las primarias y, además, seguramente creen en sus sueños más delirantes que en las elecciones generales los votantes latinos se tragarán la píldora de que no fueron los republicanos los responsables de darle un portazo a la reforma.

Este es el maquiavélico juego tras el aparentemente inofensivo intento de dilación del voto. A esto, algunos de los incansables activistas que hoy se manifiestan de mil formas frente al Capitolio de la nación, responden que: “Si la reforma no pasa, no es la reforma la que morirá, sino el partido republicano”.

Y el que tenga dudas, que vea lo que ha pasado en California.

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