Maribel Hastings
Para comprobar que la situación para los inmigrantes, y no sólo indocumentados, y de las personas de color se tornará más precaria según nos adentramos en la temporada electoral 2020, la administración Trump anunció que ampliará a nivel nacional el proceso de deportaciones expeditas, que al presente se aplica en un radio de 100 millas de la frontera.
Este paso confirma lo sabido: Trump intensificará su persecución de inmigrantes con fines puramente electorales para mantenerse en el poder apostando a una combinación de factores. Por una parte, moviliza su base segura con políticas antinmigrantes y mensajes abiertamente racistas; y por otra, apela a otros sectores inclinados a apoyarlo, pese a su mensaje de prejuicio y división porque la economía marcha bien y se sienten beneficiados.
De hecho, un sondeo de Latino Decisions para Priorities USA, un comité de acción política que recauda fondos para los demócratas encontró que si bien los votantes hispanos favorecen a los demócratas, hay una tercera parte de electores latinos indecisos o inclinados a votar por los demócratas, que serían susceptibles de apoyar a Trump precisamente porque la economía va por buen camino.
Según el sondeo, es “imperativo” que los demócratas demuestren a esos votantes que las bonanzas de la economía no han alcanzado a familias hispanas trabajadoras y de clase media.
Ese es exactamente sólo uno de los grandes retos que enfrentan los demócratas, que en las elecciones de 2016 pensaron equivocadamente que la retórica incendiaria de Trump y su agenda prejuiciosa y racista harían imposible su elección.
Pero aquí nos encontramos en el umbral de otro año electoral en una presidencia de Trump que no conoce los límites de la decencia, el prejuicio, ni la crueldad; pero que se ve favorecida por una economía boyante que en realidad no beneficia a todos del mismo modo pero la percepción a veces prevalece sobre la realidad. La gente vota con el bolsillo en mente, dicen, y la estabilidad económica y los bajos índices de desempleo juegan a favor de Trump.
Por eso, envalentonado por la buena economía Trump se da el lujo de redoblar sus ataques racistas o de promover políticas migratorias nefastas, como la cero tolerancia en la frontera, la separación de familias, o la de enjaular a niños y otros migrantes en condiciones inhumanas y deplorables.
Y ahora extiende a nivel nacional la deportación expedita, que puede resultar en que residentes permanentes o incluso ciudadanos sean cuestionados o detenidos sólo por su perfil racial, si un agente de inmigración los intercepta y esa persona no puede probar de inmediato que es ciudadana o que tiene residencia temporal o permanente y que ha estado en este país por dos años consecutivos. Esa persona puede ser detenida e incluso removida del país sin que medie proceso judicial o de apelación alguno, o si no puede proporcionar inmediatamente documentos que corroboren su ciudadanía o su residencia.
(Tal es el caso del joven Francisco Erwin Galicia, un ciudadano estadunidense liberado este martes tras haber estado detenido durante casi un mes en un centro de detención de ICE en Pearsall, Texas. Nota del Editor).
Y ya conocemos de sobra el nefasto papel de los perfiles raciales. Recordamos cómo en Arizona, durante la implementación de la ley antinmigrate SB1070 la policía detenía a hispanos sólo por el color de su piel o por su acento, aunque fueran ciudadanos o residentes.
Cómo olvidar al antinmigrante congresista republicano de Iowa, Steve King, decir que la SB1070 no resultaría en el uso de perfiles raciales por parte de los agentes de Inmigración porque estos tienen un “sexto sentido” para identificar indocumentados; y que esto es posible a través de “indicadores” como los zapatos, la ropa, el acento al hablar y el tipo de arreglo personal.
Recuerdo en Alabama, durante la antinmigrante ley HB56, que a puertorriqueños, que son ciudadanos estadunidenses les aplicaban los perfiles raciales y les cuestionaban su estatus cuando iban a los departamentos de vehículos de motor a solicitar o renovar sus licencias de conducir.
Pero cuando un presidente como Trump le dice “regrésate a tu país” a cuatro congresistas de color, ciudadanas estadunidenses, tres de ellas nacidas en Estados Unidos y una naturalizada desde mucho antes que la propia esposa del presidente, ¿qué puede esperar el resto de la población de color, sean indocumentados, residentes o ciudadanos?
Grupos como la Asociación Estadunidense de Libertades Civiles (ACLU) ya anunciaron que acudirán a los tribunales para evitar la implementación de esta normativa.
Pero que no quede duda de que según avancemos hacia el 2020, la retórica racista y antinmigrante de este presidente irá in crescendo acompañada de iniciativas como la deportación expedita, porque la demagogia de Trump es un barril sin fondo■