De la redacción
Un informe de la Oficina del Inspector General reportó en julio que los centros de detención de migrantes a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos se han convertido en focos de enfermedades transmisibles, con múltiples brotes de sarna, culebrilla (Shingles), piojos, paperas, varicela y gripe registrados este año y el pasado.
Recientes hallazgos de de la Oficina del Inspector General señalan que “personas con sistemas inmunes debilitados por el estrés y la mala nutrición -léase los niños migrantes que llegan a la frontera en busca de asilo-, hacinados entre sí y a quienes se les ha negado sistemáticamente higiene y atención médica básica por largos períodos de tiempo son propensas a enfrentar enfermedades como el cólera, la disentería y la tuberculosis”. A través de la historia mundial estas enfermedades ha brotado en los campos de refugiados, las cárceles, y entre los soldados durante la guerra, reporta The New York Times.
En instalaciones como los ‘campos de concentración’ de la frontera con México, que están “peligrosamente superpoblados”, los detenidos allí “no han recibido una nutrición adecuada, saneamiento o atención médica. Y muchos de ellos están retenidos durante semanas o meses en cuartos diseñados para una estadía de 72 horas” y en contradicción con la ley del ramo.
Como hemos reportado amplia y oportunamente en este espacio informativo, el tema ha sido divulgado con limitaciones, por las dificultades que el gobierno federal ha interpuesto a la prensa, a los defensores de los inmigrantes y hasta los propios representantes políticos.
Pero es sabido que las condiciones de detención son horrendas, como por ejemplo estas que menciona el reporte: “88 personas se apiñaron en una habitación destinada a 41; los detenidos han sido obligados a pasar meses sin ducharse o cambiarse de ropa; los niños pequeños, cubiertos de suciedad durante semanas… por lo menos seis niños han muerto por enfermedades transmisibles en estas instalaciones en los últimos dos años».
Al menos tres de esas muertes “estaban relacionadas parcialmente con la gripe”, dijo la semana pasada un reporte de CNBC y otros medios. E indicó que “los funcionarios de Inmigración no tienen planes de vacunar a los detenidos antes de la próxima temporada de gripe”.
Por su parte The Nation afirma que el miércoles la administración Trump anunció que cambiaría fundamentalmente la forma en que el gobierno federal debe tratar a los niños inmigrantes indocumentados. “Si se permiten las nuevas reglas, que se publicarán oficialmente hoy, habremos entrado en una nueva era”.
De ahora en adelante, dice la fuente, “todo el poder del gobierno de Estados Unidos se dedicará a la detención indefinida de niños inmigrantes en instalaciones que, a todas luces, son campos de concentración; lugares tan sombríos y carentes de dignidad humana como uno de los campos de concentración originales, en que los británicos tenían decenas de miles de familias Boer durante las guerras sudafricanas de finales del siglo XIX”.
Como se recordará, esta administración federal argumentó en su oportunidad en una corte en contra de proporcionar a los niños migrantes detenidos las necesidades básicas como jabón, cepillos de dientes y colchonetas para dormir. Y sobra decir que tampoco ha proporcionado a esos mismos niños una educación adecuada, a la que tienen derecho legalmente. Por si fuera poco, los niños han seguido siendo enviados a algunas instalaciones de Inmigración, «a sabiendas de que en ellas se ha denunciado abuso sexual contra muchos menores detenidos», sostiene el Times.
Y a pesar de que es mucho menos costoso prevenir enfermedades como la gripa, que luego buscar remediarla, lo que es más cruel y absurdo aún es “negar a los migrantes o refugiados que buscan asilo el tratamiento humano y la atención médica básica, y luego, cuando caen enfermos, culparlos por traer enfermedades al país”.
Un portavoz de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos dice que la agencia “históricamente no ha administrado vacunas y un programa de vacunación en los centros de detención no es factible ni necesario; porque las estadías en estas instalaciones deben ser a corto plazo”, lo que en la práctica resulta ser falso.
Pues como reportamos aquí, el Departamento de Seguridad Nacional anunció regulaciones que abolirían el límite de 20 días para permitir al gobierno federal retener indefinidamente a las familias migrantes. Los cambios de reglas propuestos, que derogarían lo que se conoce como el “Acuerdo Flores” –que data de 1997-, buscan deshacer también varias políticas destinadas a proteger los derechos humanos de los niños migrantes detenidos. Por ejemplo, los abogados ya no tendrían garantizado el acceso a los centros de detención donde se hallan sus clientes.
La fuente sostiene que “las regulaciones propuestas se publicaron en el registro federal el viernes y podrían entrar en vigencia después de 60 días”, aunque seguramente, como todas las iniciativas de Trump, «enfrentarán un desafío legal prolongado”.
Cualquiera pensaría que prevalecerán los derechos humanos y la decencia humana, y que el Acuerdo Flores se mantedrá en su lugar. Mientras tanto, “los funcionarios federales harían bien en implementar un programa integral de atención médica en los centros de detención, que incluya un enfoque en la prevención de enfermedades”■