Un inminente gran peligro asoma sus garras contra la salud de los menos favorecidos y la economía de Estados Unidos: la votación este jueves sobre la propuesta de ley de salud del liderazgo republicano (Better Care Recncialiation Act), que destaparon el fin de semana y que ha generado gran polémica. Porque como hemos dicho ya repetidas veces en este mismo espacio, amenaza con ejecutar severos recortes -¡830 mil millones de dólares!- nada más al programa de salud para los pobres, el Medicaid. La medida recorta impuestos al uno por ciento más rico de la población y sube subiría los costos de la cobertura médica y los medicamentos, además de dejar sin seguro de salud a unos 23 millones de derechohabientes, según un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
De la redacción
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), el proyecto de ley de salud que presentarán este jueves los republicanos en el Senado cancela la cobertura de salud para unos 23 millones de estadunidenses de bajos ingresos económicos. También rechaza la atención médica a personas con enfermedades crónicas o preexistentes y cancelará la cobertura a los jóvenes que cumplan 19 años de edad, y no como es ahora que pueden permanecer en las pólizas de sus padres hasta los 26 años bajo la Ley vigente de Cuidado de Salud Costeable (ACA), también conocida coloquialmente como Obamacare.
Hasta ahora, cinco senadores republicanos han anunciado que no pueden apoyar el proyecto de ley. Ellos son Dean Heller, de Nevada, quien opina que los cortes a la cobertura médica existente son demasiado severos. Y “desde la derecha del partido, cuatro senadores -Rand Paul, de Kentucky, Ted Cruz, de Texas, Mike Lee, de Utah y Ron Johnson, de Wisconsin- están expresando su intención de votar en contra del proyecto de ley”, porque éste no va lo suficientemente lejos para derogar de una vez por todas a ACA, reporta hoy el semanario inglés, The Guardian.
Este domingo el senador Johnson, de Wisconsin, dijo sin embargo al programa Meet the Press, de la cadena NBC, que “la votación de esta semana debería posponerse”.
Otros republicanos moderados, como las senadoras Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska, han expresado sus dudas; y el senador Ben Sasse, de Nebraska, este domingo en otro noticiario televisivo se negó a decir cómo votaría.
La lucha del Senado está ocurriendo en medio de un cambio notable en la opinión pública. 51 por ciento de los estadunidenses tienen ahora opiniones favorables a ACA, según una encuesta de seguimiento mensual de la Fundación de la Familia Kaiser. «Esa es la primera vez en nuestras 79 encuestas de seguimiento durante siete años que esta proporción ha superado el 50 por ciento», dijo Craig Palosky, un portavoz de la fundación.
Pero según las cuentas que rinden la Cámara de Representantes y el Senado, de acuerdo con The New York Times, el Medicaid “pasaría de ser un programa de derecho abierto a un sistema de pagos per cápita para los beneficiarios. Una nueva característica de la ley del Senado redistribuiría el dinero federal de Medicaid que se otorga a los estados de mayor gasto, como Nueva York, y lo redirigiría a los estados de menor gasto como Alabama”.
De esta suerte, los y las legisladoras Susan Collins, Cory Gardner, Dean Heller y Lisa Murkowski también están mostrando signos de profundo escepticismo que podría cristalizarse en un «No» este jueves en la cámara alta. Sus dudas se centran en las disposiciones para recortar los poco más de 800 mil millones de dólares del presupuesto de Medicaid, mediante la eliminación de la expansión del programa que habría traído además la cobertura de salud a una población extra de 11 millones de adultos estadunidenses, dice The Guardian.
Cuanto más se acerca el Senado a la votación más cruda y expuesta se exhibe la herida del Partido Republicano, insiste la fuente. Mientras, el flanco conservador se compromete a controlar el gobierno federal y a extender los recortes de impuestos a los más ricos, en un una proporción similar a los recortes al Medicaid. Y por otro lado, el flanco más pragmático y moderado se preocupa por el impacto de la ley de salud en sus electores más pobres.
Y es que en parte el choque entre unos y otros –sin contar la unánime oposición de los senadores demócratas- está siendo alimentado por los mensajes que los propios senadores republicanos están recibiendo de sus electores. “Un moderado Heller enfrenta una dura batalla de reelección el próximo año en Nevada, donde cerca de 600 mil personas se benefician de Medicaid, y donde el 11% de la población de ese estado no tienen cobertura de salud en absoluto, sostiene la fuente.
Vale anotar aquí que el Medicaid, sobre el que recaerían los más severos recortes de presupuesto, es el programa de seguro público más grande de la nación. Proporciona beneficios de salud a casi 74 millones de estadunidenses, incluyendo adultos y niños de bajos ingresos; a personas mayores y personas con discapacidades. “Tiene un alcance sin precedentes: alrededor de la mitad de todos los bebés nacen en Medicaid y cuatro de cada 10 niños están cubiertos por dicho programa, o reciben beneficios del programa ‘hermano’: el Programa de Seguro de Salud para Niños (CHIP).
No debe olvidarse tampoco a los estados con poblaciones azotadas por epidemias de adición al opio, o golpeados por el virus del Zika; o quienes padecen VIH, los infectados y/o transmisores de enfermedades venéreas; o los ancianos con padecimientos como el Alzheimer, o simplemente seniles; o los y las deshabilitadas y niños y adultos con necesidades especiales, o padecimientos de autismo, por ejemplo.
Además, los que padecen diabetes y que por falta de atención oportuna terminan en cuartos de emergencia con amputaciones de las extremidades muchas veces. Y ni qué hablar de las adolescentes con embarazos indeseados o las pacientes de las clínicas Planned Parenthood, que buscan medicina preventiva y cuidados prenatales, además de abortos. O todos ellos y ellas que necesitan medicamentos diversos y una y larga lista de espantosos etcéteras.
Para pasar la medida este jueves en la cámara baja la votación necesita el apoyo de 50 de los 52 senadores republicanos con que cuenta ese partido en el Sednado. El voto extra del vicepresidente, Mike Pence, sirve para que en caso de empate éste decida la votación en su favor. De los republicanos que dudan o que se hallan escépticos todavía, no se sabe muy bien cuál va a sr su comportamiento. Sus razones y temores son poderosos, y sin embargo muchos temen que se sobrepongan los intereses del partido por encima de los intereses y las necesidades de su electorado, como casi siempre ocurre. Muchos enfrentan sin embargo la reelección el año que entra, y otros en 2020.
Además, fuertes intereses económicos están empujando a los senadores para aprobar una ley aún más severa. Este fin de semana, por ejemplo, los magnates de la energía, Charles y David Koch realizaron un retiro de tres días en un resort de lujo en las Montañas Rocosas, con cientos de donantes ricos prometiendo 100 mil dólares cada uno a un fondo de lucha de campaña ultraconservadora. Esta campaña nvertirá, dicen, 400 millones de dólares en anuncios para repeler el Obamacare.
Todo mundo intenta redoblar esfuerzos, en una dirección u otra, durante los tres días restantes para la votación. Luego los legisladores se van de vacaciones a sus respectivos estados, donde sin duda los esperan muchas asambleas populares (town halls) con sus constituyentes, que se resisten a perder su cobertura de salud; entre estos, muchos votaron por Trump, y algunos no han dado muestras de buenos modales en recientes reuniones exigidas a sus representantes. La moneda está en el aire. Veremos■