“El saldo final arroja que hay un grave problema de representación política y de malestar con el sistema de partidos existente. Una crisis de representación en serio”.
Es temprano para dibujar la nueva topografía del poder político en México tras la jornada electoral recién concluida el domingo 7 de junio, y desde luego sus primeros resultados estarán teñidos del color con que se les vea. Los partidarios del estatus quo, de las clases sociales en el poder y de sus representantes políticos en el gobierno dirán por ejemplo –como han dicho- que las elecciones pasadas fueron un éxito para la democracia. Pero un vistazo siquiera superficial de los sucesos ocurridos durante la jornada indica precisamente lo contrario: ni fueron limpias ni tranquilas las elecciones, ni mucho menos puede hablarse de un proceso democrático o de democracia.
Dejando de lado por el momento a los apologistas del poder, o del actual estado de cosas que rige la vida de los mexicanos, quienes se plantaron en la oposición al régimen con imaginación y desplegaron distintas estrategias de lucha política contra la corrupción del gobierno y sus vínculos con el crimen organizado, vieron un proceso electoral amañado, militarizado y policial, con la emergencia de nuevos halcones o golpeadores asesinos (hay un muerto por lo menos), parapoliciales y paramilitares, al servicio de los partidos políticos y del gobierno; vieron volver por sus fueros –¿alguna vez se fueron?- a las viejas táticas corruptas de la partidocracia que impera en México, y alguno que otro reflejo engañoso de transición democrática como el de candidatos presuntamente independientes apoyados por el capital nacional y canalizados a través de partidos emergentes.
En síntesis, nos dice el escritor y periodista Luís Hernández Navarro, “El saldo final arroja que hay un grave problema de representación política y de malestar con el sistema de partidos existente. Una crisis de representación en serio”.
La jornada estuvo marcada por distintos esfuerzos ciudadanos por cancelar lo que consideran una simulación electoral con boicot al sufragio, quema de boletas y propaganda electoral, destrucción de casillas, que según el Instituto Nacional Electoral, INE, se redujo a 603 casilla boicoteadas, particularmente en el sur sureste de México (Oaxaca, Chiapas, Guerrero), aunque transmisiones de grupos independientes de la sociedad civil a través el Internet estuvieron reportando muchísimas más anomalías –violentas- que por decir lo menos empañaron el proceso. También se reportó una cantidad importante de votos anulados, y otras modalidades de repudio al voto que intentaban enviar un mensaje de hastío y fatiga, o de falta de credulidad, una suerte de ¡Basta!
Como es habitual, Radio Bilingüe dedicó su programa de ayer a un análisis de los primeros resultados de las elecciones intermedias en México, en las que estuvieron en juego el pasado domingo 7 de junio 500 curules del Congreso, nueve gubernaturas y numerosas elecciones locales.
Y fue precisamente Luís Hernández Navarro, también coordinador de la sección de Opinión del periódico mexicano La Jornada quién ofreció sus opiniones y análisis en el programa de Línea Abierta sobre la afluencia de votantes, los resultados y reportes de irregularidades, seguido de Víctor Bárcenas, periodista y analista de Radio Educación en la Ciudad de México, quién dio también su punto de vista sobre esos resultados electorales, además de abordar asuntos como el nuevo Instituto Nacional Electoral, los candidatos independientes, el narcoterror y la violencia en las elecciones, las protestas sociales en estados del sur, y las denuncias de compra de votos.
Para escuchar este interesante análisis hecho en las primeras horas que sucedieron a la jornada electoral pude sintonizar el programa de Línea Abierta de ayer, que encontrarán en el enlace de abajo:
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