Dos culturas indígenas separadas por todo un océano se encontraron en la Bahía de San Francisco para celebrar y compartir el espíritu de su danza y su música. Con motivo de la visita de la Compañía de Danza Contemporánea Maori Altamira de Nueva Zelanda, se reunieron danzantes maorís residentes en California e indígenas ohlone, quienes dieron la bienvenida a los visitantes a su tierra madre y compartieron también su canto. Silvia Parra nos trae un recuadro de este festejo en el que se compartió cultura, danza, canto y comida. Este reportaje es parte de la serie Raíces: Historias sobre los artistas del pueblo.
Bajo la niebla vespertina de la Bahía de San Francisco el canto de la nación ohlone, originaria de estas costas, da la bienvenida a los danzantes indígenas de tierras lejanas.
Oración…
Anne Marie Sayers, abuela de la nación ohlone, recibió con un rezo ancestral, de acuerdo al protocolo ceremonial de las naciones indígenas, a los danzantes maori de la Compañía Altamira de Nueva Zelanda.
“As my mother would say, when ceremonies, when dance and song stop, so does the earth. It is a continuation an eternal thread that runs through the entire globe from indigenous people, to indigenous people”, dijo Sayers.
(Como diría mi madre, cuando las ceremonias, la danza y el canto se detengan, también lo hará la Tierra. Es la continuación, el eterno hilo que nos conecta alrededor del mundo, de pueblo indígena a pueblo indígena)
“The federal government does not recognize the Ohlone people, but other indigenous people globally recognize our existence. We are not invisible to indigenous people and that is so very important”, continuó la abuela.
(El gobierno federal no reconoce a la gente ohlone, pero otros pueblos indígenas alrededor del mundo sí reconocen nuestra existencia. No somos invisibles para los indígenas, y eso es muy importante)
Durante toda la tarde danzantes maori de Nueva Zelanda y del Área de la Bahía, portando trajes polinesios, como faldas de junco, grandes penachos de plumas coloridas y diseños tropicales, cuentan sus historias a través de coordinados movimientos de manos y brazos, en su mayor parte realizados por mujeres, mientras los hombres tocan instrumentos de percusión y guitarras.
Música maorí…
Tracy Pennyk, danzante maori de Altamira dice que hay muchas similitudes entre los maori y la gente originaria del área de La Bahía.
Pennky:
“The songs that we sing talk about the migrations of our canoes across the water to get to Aoteaora, New Zealand. Or they talk about our ancestors. The Maoris are also divided into tribes, just like the tribes here. We identify with different parts of the land, just like the Ohlone and the other Native Americans do here. We have a deep respect for the land because that is where we come from. And the people who live here, or as we call them, the tangatefenohua, it’s right that they should be the ones to welcome us, because of course this is their homeland, and if they were to come to New Zealand, we would do the same for them”
(Las canciones que cantamos hablan de la migración de nuestras grandes canoas que atravesaron las aguas para llegar a Aoteaora, Nueva Zelanda. O hablan de nuestros ancestros. Los maoris también estamos divididos en tribus, como las tribus aquí. Nos identificamos con diferentes partes de la tierra, así como los ohlone y otros nativo americanos lo hacen aquí. Tenemos un profundo respeto por la tierra, porque es de donde venimos. Y la gente originaria de este lugar, o como nosotros les llamamos, los tangatefenohua, es correcto que sean ellos quienes nos reciban, porque esta es su tierra natal, y si fueran a Nueva Zelanda nosotros haríamos lo mismo)
Sacan la comida del horno…
De un horno subterráneo, como lo harían los abuelos de la gente maori, los cocineros de este encuentro sacan un guisado de carne y vegetales, ya que compartir el alimento es tan importante como la ceremonia y la danza. El poeta Jesús Rafael Hernández, entre el público presente, dice que los valores que aquí se expresaron le dan esperanza de un mundo mejor:
“Muy semejante a las ceremonias de nuestra propia gente en México. Para mí es muy inspirador que esas culturas nuestras indígenas, que hace muchos siglos han sido víctimas del imperialismo europeo, empiecen a reclamar sus propias culturas. Y tenemos que hacer ese enlace de las culturas indígenas, que es lo que va a sanar el mundo en el que estamos viviendo”
Sonido de DJ y música latina…
Al caer la noche, este encuentro que inició con reverencias ancestrales termina con música juvenil contemporánea. Rafael Sarria, líder de la banda La Gente, encargados de cerrar la noche, dice que es el mestizaje lo que afirma la armonía entre los pueblos:
“La música latina, la música tropical, tiene raíces; como la cumbia tiene raíces, la chicha con ritmos africanos, y también hasta el hip hop… es urbana, pero la herencia es antigua. Es un mensaje de unidad, no importa de dónde eres, de qué religión, país, idioma; vamos juntos porque hay que sobrevivir juntos, la música es un símbolo de eso, de unidad y comunidad”.