Ahora que los ojos del mundo están puestos en la crisis de los refugiados de Siria, un grupo de inmigrantes, activistas y sacerdotes de Honduras viaja a Washington para recordar al Congreso de la crisis de refugiados centroamericanos. El grupo pidió a los congresistas detener las deportaciones y establecer una nueva política urgente y humanitaria hacia los exiliados centroamericanos, que huyen de la violencia de las pandillas en sus países. José López Zamorano reporta desde el Capitolio.
En los pasillos del congreso hay bullicio. El secretario de Estado John Kerry negocia el apoyo de Estados Unidos a la crisis de refugiados en Siria.
Lejos de las cámaras, un puñado de centroamericanos pide en una audiencia a los legisladores estadounidenses una solución integral a su propia crisis de migrantes, muchos de ellos niños.
«Que cesen las deportaciones masivas y las separaciones de familias», dice el sacerdote Juan Luis Carvajal, quien pertenece a la Conferencia Episcopal de Guatemala y a la Comisión de Verificación sobre Honduras.
El año pasado más de 40,000 hondureños fueron deportados por Estados Unidos. Según datos del Centro del Migrante Retornado, cerca de 8,000 fueron repatriados en el primer semestre de este año. Carvajal quiere ver políticas más humanas.
«Queremos ver políticas más humanas, más integrales, no esos planes con enfoques de seguridad o de militarización, de control migratorio, sino planes de desarrollo en los municipios más pobres, para evitar las migraciones», dice Carvajal.
Entre las recomendaciones de la Comisión, se destaca una solicitud a Estados Unidos para ampliar los casos de asilo y trato humanitario a los detenidos. Una petición similar fue hecha a México en la aplicación de su Programa Frontera Sur. A Honduras se le instó a combatir la impunidad.
El activista Ronnie Huete salió de Honduras, huyendo de la violencia.
«En el 2009 tuve amenazas de muerte por denunciar las violaciones de derechos humanos que sufrió Honduras después del golpe de Estado», recuerda Huete. «Tuve que salir del país, unos colegas periodistas me recibieron en Brasil y estuve alrededor de 4 meses, luego regresé».
Organismos de derechos humanos le recomendaron salir nuevamente del país y llegó a Estados Unidos en julio ante el temor de ser objeto de un ataque. Su paisana Patricia Montes, quien inmigró a este país hace 11 años, atribuye el éxodo de los hondureños a la precaria situación de inseguridad del país, aunado el empobrecimiento de grandes segmentos del país.
«Tiene que ver con las condiciones políticas, económicas y sociales que en la última década han empeorado y que básicamente están expulsando a su población de una manera forzada y masiva», dice Montes.
El demócrata de Massachussetts, Jim McGovern, quien ha visitado Honduras y fue anfitrión de los activistas en la Comisión de Derechos Humanos Tom Lantos, considera irónico tanto interés de Estados Unidos por los refugiados en Siria y desinterés en los centroamericanos.
“El congreso debe poner dinero para Centroamérica, pero no estoy por dar dinero por dar dinero, quiero asegurarme que cualquier inversión del gobierno de Estados Unidos haga sea inteligente, no sólo sea para enriquecer a las elites sino para mejorar a la gente», dice McGovern en inglés.
Desde enero pasado el presidente Barack Obama propuso un presupuesto especial de 1,000 millones de dólares como parte de la llamada Alianza para la Prosperidad, pero el plan no ha sido aprobado por el Congreso de mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el Senado.
Para la Edición Semanaria del Noticiero Latino, yo soy José López Zamorano.