Maribel Hastings
America’s Voice, Washington, DC
La premisa es muy simple: aunque la inmigración, en ciertos casos, no sea el tema de más peso para los votantes latinos, las propuestas migratorias de los políticos y la forma en que manejen el tema determinan en gran medida si ese político tiene o no el apoyo de un elector hispano.
La inmigración define a esos candidatos entre los votantes latinos. Según la firma encuestadora Latino Decisions, 63 por ciento de los votantes latinos conocen a algún indocumentado, ya sea porque son familiares o amigos, y esa cercana conexión tiene gran peso a la hora de que ese votante hispano seleccione por quién votar.
Las elecciones presidenciales de 2008 y 2012 lo evidenciaron claramente.
En 2008 el nominado presidencial republicano fue el senador de Arizona, John McCain, una figura que previo a esa elección defendió la reforma migratoria amplia a capa y espada, aun ante el repudio de la extrema derecha de su partido. Sin embargo, para ganar la nominación republicana llegó a decir que votaría en contra incluso de su propio proyecto de reforma amplia. El resultado fue abrumador: redujo a 31% el apoyo latino, comparado con el 44% que acumuló en el 2004 otro reformista, George W. Bush. Lo peor del caso es que el cambio de postura de McCain en materia migratoria borró su historial y el votante latino prefirió las promesas de reforma migratoria de un entonces senador de Illinois, Barack Obama, al récord de McCain en favor de dicha reforma. Y perdió la presidencia.
No conformes con la lección de 2008, en 2012 el panorama republicano fue peor. Las primarias republicanas fueron un concurso de a ver quién era el más antinmigrante y el elegido fue Mitt Romney, cuya plataforma migratoria y solución a la presencia de más de 11 millones de indocumentados, la mayor parte establecidos y con hijos ciudadanos, fue que se autodeportaran. ¿El resultado? Romney perdió la elección en gran medida porque sólo logró 27% del voto latino.
A 18 meses de las elecciones generales de 2016 nos encontramos en territorio conocido oyendo algunas de las mismas erradas propuestas de la boca de los aspirantes republicanos; escuchamos las mismas excusas para no hacer nada, como decir que favorecen la seguridad fronteriza antes que debatir una reforma amplia (que dicho sea de paso incluiría más recursos para esa frontera); y siguen predominando los grises de parte de algunos aspirantes: si no hay reforma y si es imposible deportar a 12 millones de almas, ¿qué proponen hacer con ellos? ¿Qué proponen hacer con los alivios migratorios temporales DACA y DAPA que giró Obama y que están paralizados en tribunales?
A continuación una relación comparativa sobre las posturas migratorias de algunos de los aspirantes y potenciales aspirantes a la nominación presidencial republicana, y lo que, hasta ahora, se sabe de la aspirante demócrata, Hillary Clinton:
1. ¿Qué quieren decir Marco Rubio, Jeb Bush y Scott Walker cuando afirman que es necesario “asegurar la frontera” antes que considerar una solución para los más de 11 millones de indocumentados en nuestro entorno?
“Asegurar la frontera primero» es una trillada frase de batalla favorita, por demás ambigua, y que sólo le sirve a estos aspirantes (y potenciales aspirantes) para no desentonar con la ideología del Partido Republicano. Pero la traducción es simple: supone inacción; no hacer nada con la reforma migratoria hasta que la frontera esté «segura» sin establecer en qué consiste esa seguridad ni quién decidirá si la franja ya está segura. Es abogar por el statu quo.
2. ¿Qué consideran ellos una “frontera segura”?
Básicamente coinciden en un control más estricto para evitar la inmigración indocumentada, presente y futura, ya sea la que cruza la frontera o la que ingresa con visa de turista o estudiante pero que rebasa el tiempo límite permitido y permanece en Estados Unidos. Pero pasan por alto las causas socioeconómicas que obligan a los inmigrantes a salir de sus países en busca de mejores oportunidades y también ignoran que es el resquebrajado sistema de inmigración documentada el que fomenta que muchos opten por cruzar sin documentos o quedarse más allá del tiempo autorizado por sus visados para poder reunirse con sus familias. Asimismo, algunos incluyen en sus discursos el tráfico de drogas, de armas y la filtración de potenciales terroristas a través de la frontera. Es decir, su táctica es la de infundir miedo dando a entender que la frontera del país más poderoso del mundo está “fuera de control” lo cual es una falacia.
3. ¿Pero qué dicen exactamente Rubio, Bush y Walker al respecto?
El senador por Florida, Marco Rubio, ha asegurado que “no se puede mantener una conversación al respecto mientras la gente no sepa que la futura inmigración ilegal pueda ser controlada”.
Por su parte, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush ha declarado que estaría abierto a que algunos inmigrantes indocumentados tuvieran una vía a la ciudadanía, no precisamente una “amnistía”, pero después de “controlar la frontera” y confiar en que no haya otro “imán” que atraiga a futuros indocumentados. Bush es quizá el único potencial aspirante que puede colocarse en una categoría aparte. Aunque habla de seguridad fronteriza primero, ha dicho que quienes cruzan sin documentos lo hacen por «un acto de amor» por el bien de sus familias. Aboga por una reforma migratoria aunque no queda claro si ello supondría una larga vía a la ciudadanía o la legalización sin ciudadanía.
En tanto, el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, luego de manifestar en diversas ocasiones su respaldo a una vía a la ciudadanía, formuló una “aclaración” más sobre su postura. Walker ahora propone que se asegure primero la frontera y que se aplique un efectivo E-Verify entre los empresarios, agricultores y ganaderos del país que regularmente solicitan mano de obra foránea. No habrá lo que él llama «amnistía». Quienes quieran regularizarse tendrían que ir a sus países de origen. El problema es que quienes se vayan tendrían que esperar 10 años antes de solicitar visas que no están disponibles bajo el estricto actual sistema de inmigración documentada por relaciones laborales o familiares. Más aún, Walker aboga por mayores restricciones a la inmigración documentada en función de «proteger a los trabajadores estadunidenses y los salarios».
4. ¿Cuál es su postura sobre DACA y DAPA?
“En algún momento DACA tendrá que terminar”, ha declarado Marco Rubio. Sin embargo, ha asegurado que DACA no puede ser “cancelado de repente porque ya hay gente que se ha beneficiado de éste” y ha dado a entender que DACA permanecería hasta que se apruebe legislación que ayude a los beneficiarios del programa. En el caso de DAPA, dado que no ha entrado en vigor, Rubio ha dicho que lo “cancelaría”. En su opinión, la acción diferida “no puede ser una política permanente” de Estados Unidos.
Por su parte, Jeb Bush, que entre los republicanos es considerado el más moderado y pro inmigrante y que incluso se considera étnicamente “hispano”, ha dicho que estos programas son decretos propios “de un dictador latinoamericano”, y que a quienes se han acogido a estos programas “hay que darles oportunidad de ser ciudadanos, pero por ley, no por decreto”. Bush ha prometido revocar las acciones ejecutivas giradas por Obama lo que sugiere que DACA y DAPA estarían incluidas.
Las posiciones ultraconservadoras de Walker no admiten ni DACA ni DAPA. Walker es gobernador de Wisconsin, uno de los 26 estados que demandaron al gobierno de Obama para impedir la implementación de las acciones ejecutivas migratorias.
5. Si Rubio, Bush y Walker no apoyan DACA, DAPA ni las deportaciones masivas, ¿qué proponen hacer exactamente con los millones de indocumentados?
En realidad, ninguno ha atinado a decir algo concreto.
Rubio y Bush admiten que es imposible deportar a 12 millones de personas. Rubio insiste en que no se puede impulsar una reforma amplia sino varias medidas, pero no ofrece detalles ni mecanismos para sacar a esos 12 millones de las sombras. Bush habla de una larga vía de legalización, pero no queda claro si es ciudadanía o legalización sin ciudadanía . Y Walker, moviéndose a la derecha de Romney, ha indicado que los indocumentados deberían regresar a sus países de origen, formarse al final de la fila, esperar su turno (lo cual implicaría una espera de más de 10 años), pagar una multa y posteriormente solicitar la residencia permanente. No explica, por ejemplo, que para efectos prácticos, la fila no existe porque el sistema de inmigración documentada también está urgido de reformas y, de hecho, las restricciones de visas a través de empleadores o familiares es lo que provoca que muchas personas ingresen sin documentos a Estados Unidos.
6. A todo esto, ¿qué postura ha manifestado Hillary Clinton, la hasta ahora principal aspirante a la nominación presidencial demócrata?
La ex primera dama, ex senadora y ex Secretaria de Estado dijo, sin profundizar, que de resultar electa presidenta mantendría los programas de acción diferida DACA y DAPA. Clinton apoya la reforma migratoria amplia y como senadora votó a favor de los proyectos de reforma amplia en 2006 y 2007. Clinton no ha estado ajena a controversias. El año pasado, en medio de un alza en la cifra de menores centroamericanos arribando solos a Estados Unidos, ella dijo que debían ser devueltos a sus países de origen. Cuando Soñadores le preguntaron, antes de que Obama actuara, si las acciones ejecutivas debían ampliarse, la respuesta de Clinton fue que deberían elegirse más demócratas. Recientemente se pronunció a favor de las licencias de conducir para indocumentados, tras vacilar en el tema como precandidata demócrata en los comicios de 2008. Pero contrario a lo que hizo Obama en ese año, Clinton no ha formulado promesas de acción en materia migratoria ni ha fijado marcos de tiempo para actuar. Algunos pendientes: ¿qué haría para revocar algunas de las duras medidas de aplicación de leyes migratorias que su esposo, el ex presidente Bill Clinton, promulgó? ¿Extenderá las acciones ejecutivas migratorias si los republicanos insisten en bloquear la reforma migratoria por la vía legislativa?
En términos políticos queda un mundo por recorrer y todavía Clinton tiene mucho que responder.
Los republicanos también tienen un largo camino por delante y lo que es bueno para ganar una primaria no lo es para ganar una elección general. Así que seguiremos viendo ajustes en las posturas, pero lo que queda claro, por ahora, es que por el bando republicano reinan mayormente los grises y las coincidencias antinmigrantes.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice