Cuando era un estudiante menor de edad, un joven de origen guatemalteco empezó a donar sangre y motivó a que su hermano menor siguiera sus pasos. Tiempo después, su generosidad en donar sangre y su hermano plaquetas fue tal que causó preocupación de sus padres, que temieron por su salud y les rogaron moderación. El 2015 Jorge sufrió un accidente que lo puso entre la vida y la muerte. Al saberlo, docenas de personas se presentaron de urgencia a donar sangre. Esta historia adquiere una relevancia especial porque hoy en día el país enfrenta una crisis de suministro de sangre. Ruben Tapia conversó con la familia Sincuir y desde Los Ángeles, nos comparte su experiencia.
Jorge Sincuir, recuerda la primera vez que donó sangre en su vida. Tenía 17 años, estudiaba preparatoria, era parte del equipo de lucha y lo invitaron sus amigos.
“Te acostaron en una cama y estaba yo con mis amigos y duramos las 2 horas allí”
La Cruz Roja había instalado en su escuela una campaña de donaciones.
“Era una campaña que la Cruz Roja pasaba cada año por lo menos una vez y se ponían en el gimnasio y le preguntaban a todos que si pueden donar, donen”
Como era menor de edad, antes de donar necesitaba que le dieran permiso, pero su papá fue categórico.
“Que no, que no y que no, porque yo pensaba que iban a agarrar una infección, que era muy peligroso”
Las dudas también asaltaron a su mamá Ingrid.
«Tuvimos que platicarlo para poderle dar permiso porque para nosotros era algo de lo cual no teníamos información. Y decíamos ¿Quiénes le va a sacar sangre? ¿Cómo es? ¿Es seguro?»
Pero Jorge estaba determinado.
“En verdad era algo que todos los amigos lo iban a hacer, quería ser parte de eso, si. Y como yo estaba en la ciencia, yo entendía más o menos lo que iba a pasar antes que me lo hicieran”
Pasaron como 2 años para que Jorge donara nuevamente sangre y además plaquetas, que son trozos diminutos de célula en forma de disco que se encuentra en la sangre y el bazo y facilita la cicatrización de las heridas. Tenía 19 años y empezó a estudiar neurociencia en la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA por sus siglas en inglés, donde hay un centro de donación.
“Te llamaban y te recuerdan, ¿puedes donar otra vez? Y donaba tal vez cada otra semana. Desde el 2007 hasta el 2011. Y después ya no estaba a 5 minutos de mi casa. Comencé a donar tal vez cuando menos 2 o tres veces al año, dependiendo de dónde vivía”
Según sus cuentas Jorge ya ha donado 5 galones de sangre. Cuando su hermano menor Andrew ingresó a UCLA, lo animó a que también donara.
“Cuando entró le dije, ¿porque no vas a donar? Y cuando donas te dan tickets para ir a ver películas, y comida cuando estás allí”
Después de que Andrew supo que a un paciente le cayeron bien sus plaquetas, comenzó a donar cada dos semanas. Durante cuatro años hizo 67 donaciones.
“Para mí era una oportunidad para ayudar a alguien más. Yo crecí en una casa y una familia que siempre ayuda a otros antes que a uno”
Muy preocupado por la salud de sus hijos, no estaba de acuerdo con tanta generosidad, dice su papá, quien también se llama Jorge.
“Me puse muy enojado…como siempre lo hacía”
Su mamá Ingrid recuerda como Andrew, ya mayor de edad, defendió su decisión.
«Nos dijo: Uds. me han enseñado a ayudar a las personas y ésta es mi manera de hacerlo, así es que lo siento papás, pero lo voy a hacer”
También Andrew tiene muy presente esa discusión.
«Ya, ya donaste demasiado. Ya hiciste tu parte. Deja a alguien más. Yo respondía que si todos piensan así, qué es la responsabilidad de alguien más, ¿Quién va a donar?«
La vida da vuelcos y el 2015 Jorge sufrió un grave accidente que casi le cuesta la vida. En un día lluvioso una camioneta embistió a su auto sedan. Quedó inconsciente con la pelvis fracturada, el brazo dislocado y la muñeca quebrada. Se estaba desangrando.
“Tres cirugías que necesitaba esa semana y tenía que usar 50 productos de sangre”
Veintisiete donadores le salvaron la vida. Dos semanas después su padre viajó más de 70 millas para donar por primera vez.
“Yo tengo la consigna, si él recibió 52 unidades, mínimo tengo que ir 3 veces más, mínimo”
Jorge Sincuir, muy mejorado de sus fracturas, pudo agradecer a varios de sus donadores durante un evento organizado el 2016 por el Centro de Sangre y Plaquetas de UCLA.
“Nunca pensé que iba a estar frente a todos ustedes después de lo que pasé. Pero gracias donadores como ustedes lo puedo hacer”
Su mamá Ingrid también pudo hacerlo personalmente.
“Había de varias profesiones, conserjes, personas mayores, jóvenes. Mucha de esas personas me dijeron: Yo donaba si saber a quién le iba ir la sangre, porque piensan que es lo correcto hacer. No quedó nada más que abrazarlos y agradecerles con toda el alma”
La dura experiencia de la familia Sincuir, que profesa la fe evangélica, les hizo reflexionar sobre la importancia de donar vida, dice papá Jorge.
“Que fue una gran lección que me dio la vida. Y que Dios permitió que a mí me pasara para yo finalmente entender”
Por su parte, mamá Ingrid destaca cómo su experiencia repercutió positivamente en la vida profesional de sus dos hijos. Y esto adquiere una relevancia especial ya que aun sin salir de la pandemia el país enfrenta una crisis de suministro de sangre. Vital líquido que no se puede almacenar por mucho tiempo, ni producir sintéticamente.
“Nuestra experiencia es terrible y buena a la vez porque pudimos ver el ciclo: mi hijo mayor, él empezó a donar, fue paciente y ahora él trabaja revisando sangre. En el caso de mi otro hijo, él ha donado tanto que trabaja en el departamento de donación de UCLA”
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde Los Ángeles, Rubén Tapia.
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