Maribel Hastings
America’s Voice
El Congreso está a punto de iniciar su receso de verano antes de las elecciones intermedias de noviembre, y de que las estrategias electoreras de ambos partidos puedan, como suele ocurrir, entorpecer la solución de asuntos cruciales para la nación, como la inmigración o potencialmente romper el impase del alivio administrativo para millones de indocumentados en Estados Unidos.
La emergencia humanitaria de la frontera, con miles de niños que cruzan solos provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador eclipsó la discusión del alivio administrativo para indocumentados sugerido ante el bloqueo republicano a un plan de reforma migratoria amplia.
El presidente Barack Obama, empero, anunció en medio de la emergencia que presentará medidas administrativas, dentro de su autoridad legal, para ofrecer alivio migratorio potencialmente a millones de indocumentados, invitando así a una confrontación con los republicanos.
Es el mismo Obama que desde que asumió su cargo desoyó los llamados a enfrentar a la oposición republicana por el tema migratorio. Sólo ejerció mano dura contra los inmigrantes para apaciguar a los extremistas deportando a millones con la esperanza de que los republicanos colaboraran para impulsar la reforma.
Obama subestimó la mala voluntad que le tienen los republicanos, quienes para no concederle ninguna victoria legislativa prefieren hundir el barco con todos adentro.
Es el mismo Obama que afirmaba no tener la autoridad de conceder alivio administrativo para algunos indocumentados, pero enfrentado en 2012 con la apatía de votantes latinos molestos por la falta de reforma y millones de deportados, amparó a jóvenes indocumentados mediante la Acción Diferida o DACA.
Obama fue reelecto con 71% del voto latino, mayor al 67% de ese sufragio que acumuló en el 2008. El mensaje fue claro: abordar sin miedo la reforma migratoria energiza los sectores electorales requeridos para ganar la Casa Blanca.
Pero de 2012 a la fecha impulsar esa reforma ha sido un vía crucis con Obama deportando más inmigrantes que ningún otro presidente, y los republicanos atacando a los inmigrantes para apelar a su base, acusando a Obama de no aplicar las leyes, y ahora culpando a DACA de la emergencia humanitaria fronteriza, aunque el éxodo de niños comenzó antes de 2012 y no éstos no son elegibles para DACA.
La emergencia humanitaria plasma quiénes controlan el Partido Republicano. Han explotado el éxodo afirmando que la frontera no es segura (aunque los niños se entreguen a la Patrulla Fronteriza), que Obama no aplica las leyes (aunque esté aplicando la ley antitráfico de personas de 2008 que provee alivio legal y humanitario a menores de países sin frontera con Estados Unidos), y que el presidente concedió DACA (aunque estos menores no califiquen).
Los republicanos acusan a Obama de excederse en sus poderes por girar medidas administrativas, pero quisieran que firmara una para cambiar la ley de 2008 y lograr la inmediata deportación de niños centroamericanos.
Y aquí conflagren todos los intereses electoreros.
En el Senado la medida para encarar la emergencia fronteriza no incluye cambios a la ley de 2008 porque muchos demócratas se oponen a desproteger a los menores. La cámara baja, de mayoría republicana, impulsa una medida con menos fondos que los solicitados por Obama y con cambios a la ley de 2008. La Casa Blanca quiere «flexibilidad» para aplicar la ley de 2008 y deportar velozmente a los niños, como se hace con los menores mexicanos.
Súmele que los republicanos de la cámara baja se aprestan a votar para autorizar una demanda contra el presidente Obama por «exceder» su autoridad ejecutiva. Añádale que los republicanos no aprendieron ninguna lección del juicio de destitución al presidente Bill Clinton por el mal manejo de sus líos de faldas y ahora coquetean con la destitución de Obama.
Más aún, todas estas amenazas de demanda y de destitución movilizan a la base demócrata, lo que no ha pasado inadvertido para los estrategas y, de hecho, ha representado más dinero de esa base al Comité Demócrata de Campañas al Congreso (DCCC).
La inmigración moviliza votantes y los demócratas finalmente parecen comprenderlo. De lo contrario no veríamos a Obama prometiendo cambios administrativos meses antes de las elecciones intermedias, si no pensara que los anticipados ataques republicanos por el anuncio movilizarían a la base demócrata a las urnas, una movilización históricamente difícil en comicios intermedios. Los republicanos también esperan movilizar a su base con las amenazas de demanda y destitución, medidas de control fronterizo y deportación de niños. Los demócratas esperan minimizar las anticipadas pérdidas de noviembre que amenazan con despojarlos del Senado y apuestan a que lo sembrado ahora les ayude en 2016. Los republicanos apuestan todo a movilizar a su base, algo que los ayudará este noviembre, pero no en 2016.
Y en este fuego cruzado algunos inmigrantes perderán. Todo parece indicar que muchos serán los niños recién llegados y los que traten de venir después. Los republicanos no los quieren aquí y Obama ya advirtió que el asilo no se otorga «con base en una necesidad económica o porque una familia viva en un mal vecindario», aunque ese vecindario sea en la nación más violenta del planeta, como Honduras.
Otros indocumentados que ya viven aquí podrían beneficiarse de algún alivio administrativo, fruto de un mar de cálculos políticos y electoreros que prueban otra vez que para los políticos no se trata de hacer lo correcto sino lo conveniente.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice