Por Emmarie Huetteman y Sydney Lupkin
Kaiser Health News
Antes que las elecciones de mitad de período se pusieran candentes, docenas de fabricantes de medicamentos ya habían depositado unos 12 millones de dólares en las campañas de cientos de miembros del Congreso.
Desde principios del año pasado 34 legisladores han recibido más de 100 mil dólares cada uno, dinero procedente de las compañías farmacéuticas. Dos de ellos —el legislador Kevin McCarthy, de California, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, y Greg Walden, de Oregon, un legislador republicano clave que preside un comité—, recibieron más de 200 mil dólares cada uno, según muestra una nueva base de datos de Kaiser Health News.
Sin embargo, los republicanos no son los únicos beneficiarios de la generosidad de las farmacéuticas. En California, siete de los 10 principales receptores son demócratas, incluida la representante Linda Sánchez, cuyos 144 mil 500 dólares en contribuciones de farmacéuticas la colocan en segundo lugar entre los miembros del Congreso del Golden State después de McCarthy. El representante Scott Peters, también demócrata obtuvo más de 100 mil en donaciones de las compañías farmacéuticas, al igual que la representante Mimi Walters, republicana.
La veterana senadora federal de California, Dianne Feinstein, demócrata, ha recibido 35 mil dólares de las farmacéuticas desde principios de 2017. La senadora junior del estado, la demócrata Kamala Harris no ha recibido nada de esta industria. En abril, Harris se unió a un grupo de potenciales candidatos presidenciales demócratas para 2020 prometiendo no aceptar dinero de los PAC corporativos.
Y mientras los votantes se preparan para ir a las urnas, pueden acceder a una nueva base de datos, «Pharma Cash to Congress», en la que se detallan hasta 10 años -retroactivos- de contribuciones de las compañías farmacéuticas a los miembros del Congreso, dejando claro los esfuerzos de los fabricantes de medicamentos para influir en la legislación.
La industria farmacéutica figura entre los patrocinadores más generosos de los legisladores. En la última década, los miembros del Congreso han recibido 79 millones de dólares de 68 comités de acción política de las farmacéuticas, o PACs, dirigidos por empleados de compañías que fabrican medicamentos para el tratamiento de todo; desde el cáncer, hasta la disfunción eréctil.
Las contribuciones de las farmacéuticas a las campañas han alcanzado niveles sin precedentes en los últimos años, a medida que los precios de los medicamentos se han disparado y se han convertido en un tema político candente. Hasta el 30 de junio, 52 PACs financiados por compañías farmacéuticas y sus organizaciones comerciales habían donado alrededor de 12 millones de dólares a los miembros del Congreso para este ciclo electoral. Está por verse si las farmacéuticas superarán su récord de 16 millones de dólares donados durante el ciclo electoral de 2016.
Si bien las contribuciones de un PAC a los candidatos son limitadas, una donación más grande frecuentemente acompaña las contribuciones individuales de los ejecutivos de las compañías y otros empleados. También envía un mensaje claro al receptor, aseguran los expertos en financiamiento de campañas; un mensaje que pueden recordar cuando llaman los lobistas: Hay más dinero en camino.
El análisis de Kaiser Health News (KHN) muestra que, como en el caso de California, las farmacéuticas tienden a trabajar sobre el terreno, donando a una amplia gama de legisladores a ambos lados del espectro político.
La industria farmacéutica favorece al poder. Desde principios de 2017 los fabricantes de medicamentos apoyaron económicamente a 217 republicanos y a 187 demócratas, donando sólo un poco más en promedio a los republicanos, que actualmente controlan ambas cámaras del Congreso. Ese fue también el caso de los demócratas durante el ciclo electoral de 2010, cuando controlaban el Congreso.
Al igual que otras industrias, las farmacéuticas tienden a dar más a los legisladores en puestos de liderazgo. Por ejemplo, el representante Paul Ryan, republicano de Wisconsin, se convirtió en presidente de la Cámara de Representantes a mediados del ciclo electoral de 2016, lo que llevó a los fabricantes a invertir 75 mil dólares más en su campaña que en el ciclo anterior.
El dinero también tiende a fluir hacia los miembros de los comités del Congreso con jurisdicción sobre asuntos farmacéuticos que pueden afectar temas como el precio de los medicamentos y la aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA). Walden, un congresista republicano por nueve períodos, ha visto cómo sus arcas se llenaban gracias a la ayuda de los PACs farmacéuticos desde que se convirtió en presidente del poderoso Comité de la Cámara de Representantes sobre Energía y Comercio a principios de 2017.
A seis meses de terminar el ciclo de 2018, Walden ya había recaudado 71 mil dólares más respecto al ciclo de 2016; es decir, 11 veces más de lo que le dieron las farmacéuticas hace una década.
Cuando se le pidió que comentara sobre el aumento de las contribuciones de Walden por parte de los fabricantes de medicamentos, Zach Hunter, su portavoz en el comité habló del trabajo de Walden para reducir los precios de los medicamentos recetados y dijo que «ningún miembro del Congreso ha hecho más» para poner fin a la crisis de los opioides”.
Los PACs de las farmacéuticas también apoyaron económicamente a docenas de otros miembros de comités, como el Comité del Senado sobre Salud, Educación, Trabajo y Pensiones. Y parece que tienen preferencia por los distritos del Congreso donde se ubican sus sedes y otras instalaciones.
El PAC de Purdue Pharma, el fabricante de opioides que se encuentra bajo presión, sólo dio a un puñado de miembros este ciclo. Sin embargo, centró gran parte de sus donaciones en los legisladores de Carolina del Norte, donde está su sede para la fabricación y las operaciones técnicas.
En este ciclo electoral, el 28 por ciento de los legisladores no recibió ninguna contribución de los PAC farmacéuticos.
Bajo la ley federal, las corporaciones no pueden donar directamente a candidatos políticos. Pero aprovechando una laguna jurídica crearon PACs financiados con el dinero recaudado de los empleados. Esos PACs entonces donan a las campañas, que son libres de gastar ese dinero según sus necesidades, como publicidad o eventos de campaña.
Las contribuciones a las campañas cuentan sólo una parte de la historia. Las farmacéuticas también gastan millones de dólares cabildeando directamente a los miembros del Congreso y haciendo donaciones a grupos para la defensa de los pacientes, que se encargan de llevar a los pacientes a testificar en el Capitolio y organizan campañas en las redes sociales a favor de los fabricantes de medicamentos.
Una investigación de Kaiser Health News, «Pre$cription for Power», examinó las donaciones caritativas de los principales fabricantes de medicamentos y descubrió que 14 de ellos donaron una suma combinada de 116 millones de dólares a grupos de defensa de los pacientes sólo en 2015.
Y al igual que otras industrias, las compañías farmacéuticas ejercen su poder político en formas desconocidas para la opinión pública, donando a grupos de «financiación oscura» y a los súper PAC —grupos independientes a los que se les prohíbe donar directamente o coordinar con las campañas— empeñados en influir en la elaboración de leyes.
Brendan Fischer, quien dirige los programas de reforma federal en el Campaign Legal Center, advirtió que una contribución de campaña de un PAC corporativo no se traduce directamente en un voto a favor de la farmacéutica.
«Las contribuciones ayudan a mantener la puerta abierta para los cabilderos de las empresas», dijo.