Este 2 de septiembre, día nacional de los trabajadores murió Doña Jessie de la Cruz (JC), veterana organizadora de los trabajadores del campo y activista comunitaria de toda la vida. En los años 60, Jessie fue protagonista de algunas de las más sonadas luchas de la Unión Campesina. Esta semana, cientos de líderes sociales y trabajadores de a pie le rindieron su último homenaje. Nuestro productor ejecutivo Samuel SO (SO) entrevistó varias veces a Doña Jessie a través de los años y nos trae algunas de sus palabras.
Aunque doña Jessie de la Cruz dejó el trabajo del campo hace muchos años, nunca olvidó la vida de hambres y rigores del jornalero. Y por eso, siempre se le vio, desde principio de los 60s hasta hace poco, en marchas y protestas de la unión de trabajadores del campo, todo el tiempo como activista de a pie.
Platiqué por primera vez con doña Jessie en 1981, cuando me contó historias de su colaboración con César Chávez y Dolores Huerta desde los días en que la unión era una asociación de servicios, y me contó de su posterior participación como dirigente en el grupo pro reforma agraria, National Land for People.
En una ocasión platiqué con doña Jessie durante la convención de la unión campesina en Fresno, California, en septiembre del 2000, encuentro que, según doña Jessie, nunca se perdió.
SO: ¿Cómo fue que le entró a la Unión?
JC: Pues es que desde muy joven trabajaba yo en el fil veía las injusticias y los malos pagos. No teníamos baños, no teníamos agua, ni descanso ni nada. Y los sueldos muy miserables, sin ningún beneficio ni nada. Y ya que empecé a oír eso de la Unión me gustó.
SO: Le gustó la Unión… ¿Por qué le gustó?
JC: Porque, como le digo, después de haber vivido en carne propia todas las injusticias y llorar en los files ya cansada y sin poder hacer nada… Yo ya había estado envuelta en otras huelgas; huelgas locas que les nombrábamos, donde no había ningún líder. Y cuando vino César (Chávez) entonces sí, dije yo: “Esta es la buena”.
SO: O sea, antes de la Unión, antes de que llegara César usted ya andaba organizando, andaba en sindicatos…
JC: Oh, sí, desde muy joven, allá pa’l lado de San Juan Capistrano, en una huelga que hubo allí. Y me tocó ser intérprete del cónsul de México, que fue de Los Ángeles hasta allí donde estábamos nosotros. Pos allí con mi inglés mocho… Andábamos pizcando ejote.
SO: Usted formó parte de los primeros días de la Unión. A usted le tocó ver de cerca la huelga de la uva del 65…
JC: Sí, estuve envuelta en eso.
SO: ¿Qué recuerdos tiene de ese tiempo?
JC: ¡Ay! Que andábamos en los picket lines con las ampollas en los pies y pasando hambres y fríos, y en tiempo del verano, calor. Encabezando los picket lines y eso.
SO: En aquel tiempo también, aparte de los calorones y las llagas en los pies, un problema que tenían eran los policías y los vigilantes.
JC: ¡Oh, sí! Nos andaban siguiendo dondequiera. Cualquier cosita estaban esperando para arrestarnos o para decirnos: “no debes estar aquí”. Recuerdo una vez que estaba haciendo picket en Parlier, en un campo del gobierno; y nomás porque el tacón de mi zapato estaba arriba en lo negro del camino ya me quería arrestar. Pero atrás de nosotros estaba una línea de rancheros japoneses que tenían los carros arriba en la calle. ¡Y que me iban a arrestar! Y les dije: “Bueno, sí, arréstenme, pero tienen que llevarse primero a estos que de veras están arriba en el camino y están bloqueando…, se los llevan a ellos y después me llevan a mí”.
SO: ¿Qué cambios ve ahora, en el año 2000, desde esta convención, ahora que se acuerda de esos tiempos?
JC: Muchos. Se ve mucho ánimo y quiera Dios que así vayamos, más adelante. Los beneficios que hay para los campesinos. Y así cuando oigo quejas de que el ranchero hizo esto o lo otro, les digo: “bueno, ¿por qué no se hacen miembros de la unión? Allí está quién les represente”.
Fotos: María de Jesús Gómez
