En la pasada entrega hablamos de la deserción escolar que amenaza a la educación pública en México, y de cómo a pesar de ésta y otras calamidades un maestro de quinto año de una escuela primaria en una barriada de Matamoros, Tamaulipas y su alumna de 12 años de edad obtuvieron a base de esfuerzo y talento el primer lugar de un concurso de matemáticas a nivel nacional. Con imaginación y destreza, cuenta el maestro Sergio Juárez Correa se puede cambiar el destino trágico de las cosas, pero invirtiendo el enfoque del proceso de aprendizaje, dando más libertad a la curiosidad del alumno, así como mayor autonomía para que éste escoja el contenido temático de su mayor interés. Esta pedagogía supone también menos intrusión del maestro en el proceso de la enseñanza, pero más eficacia en la entrega de asesoría y apoyo al alumno. Además, contempla la reorganización de la disposición de los pupitres del alumno y el escritorio del maestro, y la manera como que se interactúa en el interior del salón de clases.
Sergio Juárez Correa es profesor de quinto grado en la Escuela Primaria José Urbina López, ubicada en un vecindario marginal de Matamoros, Tamaulipas. Y su alumna Paloma Noyola, de 12 años de edad en 2011, ganó el primer lugar de un concurso nacional de matemáticas en todo México, un país de más de cien millones de habitantes. Él piensa que a pesar de sufrir adversidad económica y la violencia del narcotráfico que azota esa ciudad fronteriza con Texas, se pueden alcanzar logros sorprendentes si uno se empeña y esfuerza.
La alumna Paloma Noyola se distinguió ese año por poseer cualidades especiales, una capacidad sorprendente para resolver problemas. Ella ganó el certamen más difícil y prestigiado para cualquier alumno de México: ser primer lugar en el examen nacional de matemáticas. Todo comenzó cuando en una ocasión Paloma sorprendió al maestro con la respuesta de un planteamiento similar al que hiciera alguna vez el matemático alemán, (Carl) Gauss.
Juárez Correa había leído de un niño prodigio que resolvió el problema que su maestra les planteó para entretenerlos, diciéndoles: “Quiero que me sumen los primeros 100 números”, y a los cinco minutos un niño ya tenía la respuesta…: 5050. Entonces la maestra, atónita, se dijo: ‘¿Cómo es posible que lo haya logrado?‘. Pero a diferencia del teorema de Gauss, que lo hizo de manera individual, “nosotros acá en el salón les permitimos que trabajaran en equipo”, dijo el maestro Sergio Juárez. Y fue el equipo de Paloma el que dio primero con la respuesta correcta, “al describir una forma muy parecida a la de Gauss, que formó parejas de números extremos, en las que si sumas el uno con el 100 te da 101, y el dos con el 99, y el tres con el 98”, y así sucesivamente… el resultado siempre es 101.
“Llegaron a la respuesta no sólo por el simple hecho de que hayan sido niños prodigio sino que les damos la oportunidad no solamente de seguir lo tradicional, sino de buscar alguna forma de lograrlo pero de manera más fácil”. Como se les dio esa oportunidad, “experimentaron, dijeron: Bueno, si el profe le hace así…, pero a ver, a lo mejor hay otra manera, vamos a intentarle, tú le intentas así, y yo así…”.
Nadie sabía nada sobre el examen de evaluación nacional al que serían sometidos los alumnos de la escuela José Urbina López un día, cuenta el maestro: “Nos vinieron a aplicar el examen, en el que tienen que trabajar de manera individual, durante dos días en los tiene que estar sentados cuatro horas”, cada día, resolviendo el examen. “Yo esperaba realmente un buen resultado, pero claro, no esperaba el resultado tan excelente, pues esto había sido apenas un primer cambio, nuestra primera forma diferente de hacer el trabajo; vimos que logramos con los alumnos un aprendizaje significativo, y eso ellos lograron aterrizarlo, recordar que lo hacían en la clase, y que sí se podían resolver los problemas”, señaló Juárez.
Cuando más tarde llega la noticia a la escuela de que Paloma Noyola había ganado el primer lugar del examen nacional de matemáticas, y que otros diez alumnos alcanzaron primeros lugares también, hubo gran regocijo. “Los resultados nos llegan a la escuela, por ahí por Internet los checamos, y el subdirector, que lo estaba haciendo, de pronto vio que la más alta puntuación -nacional- pertenecía a alguien de la escuela, del quinto grado donde yo daba clases. “Y me dijo, ‘Profe, hay un niño o una niña con la más alta puntuación en su clase, que le pegó al más alto’. Entonces yo en mi mente me dije: se me hace que es Paloma”.
“Porque Paloma es una niña muy lista, le gustan mucho las matemáticas, trabaja en equipo y la mayoría de las veces su equipo es el que resuelve más rápido estas problemáticas”, dijo el maestro, y así fue. “Fui al grupo y les comuniqué que teníamos una alumna excelente a nivel nacional, con 921 puntos y ahí quedó. El subdirector lo único que hizo fue subirlo al Facebook… por ahí empezaron a felicitarlo, y por medio del Facebook fue como los periódicos empezaron a voltear a nuestra escuela y la noticia a ir avanzando, pero solamente con Paloma”.
La mayoría de los diez alumnos de la Escuela Primaria José Urbina López, que obtuvieron primeros lugares, pues salieron por encima de los 900 puntos en el examen nacional, fueron niñas; porque la gran mayoría de los alumnos del salón, del maestro Juárez Correa en ese año escolar eran mujeres. Pero Paloma Noyola fue la única que en todo México obtuvo 921 puntos.
Cansado del fracaso o los malos resultados académicos de los alumnos con la implementación del currículo tradicional que la Secretaría de Educación Pública impone obligatoriamente en México, Sergio Juárez Correa se aplicó a investigar otras formas de enseñar. En su búsqueda de nuevas formas de enseñanza el maestro echó mano primero de las ideas de Sugata Mitra, un científico y pedagogo de la India que encontró buscando en el Internet, quien en 1999 hizo un experimento con niños de un barrio sumamente pobre de Nueva Deli, echándoles a andar una computadora y dejándolos solos frente a ella para observarlos a distancia, con lo que demostró cómo la curiosidad infantil fue suficiente para descifrar el lenguaje de la máquina y manipularla, conseguir juegos y otras cosas divertidas sin siquiera saber inglés. El maestro Juárez se inspiró en él, y dice que también en Eduardo del Río, destacado caricaturista conocido en México como Rius, quién dedicó uno de sus libros de historieta al concepto de la Escuela Nueva, mismo que le interesó a Juárez Correa. Pero luego vino la parte difícil.
¿Cómo poner en práctica la teoría?
“Entonces nos topamos con que, y ahora, ¿cómo aterrizarlo, verdad?, si nosotros no tenemos acceso a una computadora; cómo darles las herramientas necesarias a los alumnos, si tenemos apenas un Internet limitado, y de vez en cuando por ahí nos prestan una computadora, pero no es fija”.
Entonces aquí venía otra cuestión, continúa el profesor, cómo trasladar a los alumnos este conocimiento recién aprendido. “Y pues una de las formas que tratamos de ejercer, por ejemplo en el caso de las matemáticas, que a mi me gustan mucho, desde niño… porque tiene muchas posibilidades, en cuestión de diversión…, porque las matemáticas se encuentran en todo, entonces, ¿cómo lograr aterrizar este método innovador del profesor Sugata Mitra?”, se preguntó el maestro.
El maestro dice una de las primeras preguntas que se hizo al investigar sobre otras pedagogías fue “¿cuál es la utilidad que puede obtener el alumno de las matemáticas, o de alguna otra materia? ¿Cómo el alumno puede llegar a aprenderlas si no le encuentra una utilidad, pero en su vida diaria? Aprender las matemáticas, aprender los números… pero porque te van a servir para solucionar una problemática de tu aula, de tu grupo, de tu comunidad, de tu escuela”, reflexionó Juárez.
Ejemplos de la vida diaria que provocan la curiosidad del alumno, dice el maestro, son cuando compran, cuando van al supermercado, a la tienda… “Entonces tratamos de llevar al aula bolsas de papitas, una bote de aceite, una lata de frijoles con el precio; hacemos una especie de tienda… y a ver, si esto te cuesta tanto, ¿cuanto te cuesta esto otro?. Pero además de llevarlo a la vida diaria, quisimos que se divirtieran”.
La clase comenzó por cambiar la manera tradicional de sentarse en hileras, y se dispuso ordenar los pupitres de manera circular. “Que esto variara, para que ellos día con día fueran a conocer al compañerito, que a veces está al final de la fila y pasa todo el año y nunca lo conoces, nunca platicas con él”. Más bien, “que él interactúe con sus compañeros, que los conozca, que se sienta que está como con en una familia con la que a todos conoce y con todos puede interactuar”. De esta suerte, trabajan en equipo.
“Entonces aquí entró una parte teórica que investigamos, lo del método de (Lev) Vygotsky (psicólogo ruso que junto con el pedagogo suizo, Jean Piaget, habla del poder que ejerce en el desarrollo del alumno una eficaz interacción con su entorno social, sus compañeros de clase, de su misma edad, sus amigos y hermanos en el hogar); un alumno muy habilidoso para resolver problemas, o para los naturales, si le das la oportunidad de que interactúe con otro niño, que a lo mejor no es tan habilidoso y lo pones a interactuar, puede lograr adaptarse o aumentar su habilidad de resolver las cosas en un 10 o un 15 por ciento, que pues ya es significativo; entonces, aquí nos parece importante que el trabajo en equipo es algo fundamental. El niño tiene que trabajar con sus compañeros para lograr un aprendizaje adecuado, o al nivel… para ir incrementándolo día con día”.
No obstante Juárez Correa tuvo que cumplir con la obligación de implementar el currículo de la Secretaría de Educación Pública de México. “Tengo que cumplir estos conceptos, estos fundamentos, pero el cómo, ahí sí es donde yo le di ese cambio”.
Cuenta el maestro que a la hora de impartir sus cursos le presta mucha importancia a la parte motivacional, a la que tiene que ver con la superación personal de los alumnos, sin esperar que estos ya sepan lo que se les va a enseñar. Por eso a veces Sergio Juárez Correa dice que recurre a contarles cuentos y fábulas divertidas, que suelen tener un impacto importante en el proceso de conocimiento. Y cuenta la fábula de un burro que cayó accidentalmente a un pozo, y que por el enorme peso del animal y lo complicado que se volvió rescatarlo, para no seguir haciendo sufrir al burro el granjero, su dueño, decide mejor enterrarlo en el pozo y comenzó a palearlo, echándole tierra encima, misma que a cada paleada el burro se sacudía.
“Pero el granjero no se da cuenta de que cada paleada de tierra que le caía al burro éste se la sacudía”, y se iba subiendo al montoncito de tierra que se sacudía e iba cayendo bajo sus pies, continúa el maestro, “hasta que en un momento el burro salió del pozo; entonces lo adaptamos -la moraleja de la fábula- a la realidad de los alumnos y les decimos: en la vida a veces surgen casos en los que nos cae tierra, con las situaciones, las problemáticas que vivimos en nuestro contexto, pero tenemos que hacer nuestra parte y sacudirnos esas problemáticas, eso que nos dicen de que no podemos, y salir adelante, superarnos en la vida”, como el burrito del pozo.
Volviendo al tema de los exámenes, Samuel Orozco preguntó al maestro por qué éste no creía en el valor que el sistema de educación pública le otorga a los exámenes como forma de evaluación del aprovechamiento académico de los estudiantes.
“Los exámenes se manejan de manera objetiva”, dice Sergio Juárez, “se les aplica a todo el país de manera igual, cuando el contexto de cada lugar a veces es diferente. No podemos preguntarle a un niño de una zona rural por el semáforo cuando en esa zona no hay semáforos; tenemos que adaptar el conocimiento a las condiciones que viven los alumnos. No podemos pedirle a los niños que investiguen en el Internet cuando no tiene acceso a Internet, cuando no tiene la posibilidad de hacer esa investigación. Entonces creo que uno de los problemas de esos exámenes es que no se adapta a veces a las condiciones en las que los niños viven, y eso limita el aprendizaje”.
Aparte, agrega el maestro, en esos exámenes se hacen preguntas que no estimulan el razonamiento colectivo porque están dirigidas al individuo, cuando a veces el razonamiento en equipo podría funcionar de manera fundamental. “Creo que el trabajo en equipo es un aspecto importante, y debemos dejar de cierta manera, o un poco de lado lo que es el trabajo individual y lograr superarnos en equipo”.
“Pues ese debate sobre los exámenes estandarizados es justamente un debate que existe actualmente acá en California y en Estados Unidos”, interviene Orozco, “y pues hay quienes dicen que si no hay exámenes y mediciones generales del aprovechamiento académico de los estudiantes, entonces cómo se puede saber si una escuela, un director, un maestro están rindiendo; y entonces cómo se les podrá exigir que le den todo a la enseñanza de sus alumnos, cómo llegar a medirlos”.
Este mismo debate se halla en el centro de un conflicto magisterial actualmente en México también, donde el magisterio sindicalizado se opone a la implementación de exámenes estandarizados por la variedad justamente de situaciones y condiciones no solamente económicas de las escuelas, sino geográficas y culturales incluso, donde las costumbres y hasta los idiomas son distintos, y donde un niño indígena de la serranía, que carece en ocasiones hasta de luz eléctrica no conoce de teléfonos celulares o computadoras, o semáforos, como afirma el maestro Juárez, y no es consultado sobre la realidad de su entorno, que es la que conoce, para medir su grado de inteligencia y sus destrezas, por ejemplo.
“Es una situación polémica, esto de aplicar o no un examen”, contesta Sergio Juárez, “porque luego no sabemos cómo… Creo que sí es importante el que exista una evaluación, pero hay varios tipos de evaluaciones, no solamente la evaluación cuantitativa, sino que también existe la evaluación cualitativa; qué tan capaz eres, qué tan habilidoso eres para cierta actividad. Entonces, creo que el enfoque tendría que ser no solamente resolver un problema en una hoja sino que la situación de la evaluación sea visual. Observar en el grupo si el alumno es capaz de interactuar, de socializar, de trabajar en equipo, de resolver una problemática, y ya observando esto te das cuenta si él está trabajando o no, si está llevando a cabo lo que es lo fundamental, que es el ser capaz para resolver situaciones de la vida diaria”.
Con todo la visibilidad que trajo este premio nacional sobre la escuela, ésta sigue sumida en un mar de carencias, “y a pesar de que todo mundo reconoce que fue su método de enseñanza lo que hizo la diferencia con sus alumnos y elevó a tan extraordinario nivel su capacidad, a usted no precisamente le está lloviendo el apoyo para desarrollar ese plan de enseñanza, para llevarlo a nuevas alturas o para extenderlo a más alumnos”, comentó Orozco al maestro Juárez. “¿Cuál ha sido la reacción de sus superiores o de los encargados del financiamiento de la educación pública?”.
“Pues ahorita, por parte de la supervisión escolar yo estoy dando talleres a maestros de la zona rural, de zonas urbanas, cada mes, que es cuando nos tocan las reuniones de maestros. Yo les estoy impartiendo talleres y dándoles también la motivación y mostrándoles cómo nosotros logramos esto”, dijo. “Pero creo que más que llevar a cabo el método, impartirlo o mostrarlo, creo que está en nosotros, verdad, que también al maestro se le de la oportunidad para que él investigue, de que se sienta con la libertad de poder lograr también cosas extraordinarias. Creo que en cada profesor que existe hay una mente que tiene también la curiosidad de poder aplicar… pero a veces por el miedo a no salirte por la vertiente, de lo rígido, pues te vas por ese camino mejor, de seguir como estás y no ver nuevos horizontes. Entonces creo que lo importante es que se nos de la oportunidad de ver otros enfoques, de ver la situación de manera diferente, y que no nos invadan con tanta papelería, con tanto trabajo, y nos desviamos de lo que es lo fundamental: Que el alumno adquiera un aprendizaje significativo”.
El maestro Sergio Juárez Correa dice que los alumnos talentosos que ganaron los primeros lugares y Paloma Noyola siguen regresando a la escuela a visitarlo y no han perdido el sentido de grupo que les inculcó. “Yo confío en que les dejamos por ahí algo importante, una semilla, de querer lograr, aun a costa de que a veces sea difícil, o haya problemas, hay que lograr salir adelante, como en la fábula del burro. Probablemente a lo mejor no sea igual, la secundaria sea un poquito diferente, más difícil, pero hay que sacudirnos y salir adelante, hay que lograrlo; creo que esto fue lo que espero haber logrado con ellos”.
Por último Orozco preguntó al maestro sobre cómo han sido las clases que siguieron al ciclo escolar de 2011 en su escuela. “¿Cómo le está yendo con el método, con los nuevos grupos?”.
“Ha sido algo importante. ‘Orita estamos con un grupo de cuarto grado, estamos tratando de aplicar nuevamente esta estrategia. Seguimos preparando nuevas formas de trabajo, pues porque cada grupo es diferente, tienen diferentes situaciones… pero vamos a darles nuestro mejor esfuerzo para que ellos también logren salir adelante como sus compañeros anteriores”, concluyó el maestro Sergio Juárez Correa, de la Escuela Primaria José Urbina López, ubicada en un vecindario marginal de Matamoros, Tamaulipas.
Guía para prepararse para estimular la curiosidad de los niños en el hogar, la escuela o los programas extra escolares:
http://www.ted.com/pages/sole_toolkit
Cómo apoyar proyectos creativos de maestros de escuelas públicas en seria necesidad:
Fabrica de Estudiantes Genio Primera Parte