Esta ciudad en el condado de Orange tiene un consejo municipal totalmente latino y se posiciona como el rostro de una nueva California en la que la comunidad latina tiene una mayor influencia en la vida diaria.
Una vez un escritor mexicano dijo que los mexicanos en Estados Unidos terminarán por recuperar el territorio usurpado simplemente con la pura presencia física, al estilo de una ‘ocupación militar’. Las cosas han sido más o menos así en algunos lugares del país, digamos como un ejemplo California, con el 48 por ciento de la población, latina. Y con políticas sociales que han asumido últimamente un papel de vanguardia en el país, dicen entendidos en el tema.
No obstante, persisten groseros contrastes económicos y sociales entre una gran mayoría de latinos que perciben bajos salarios y la población blanca. Hay otras disparidades también en el empleo, la vivienda, la educación y el acceso a los servicios de salud, y con frecuencia los latinos son sujetos a prejuicios y a discriminación social y racial. Pero como dijo a The New York en Sacramento un líder legislativo de ascendencia mexicana, “ya estamos en el camino”.
En el mejor de los casos, los latinos que forman parte del aparato político estatal comenzarán también a enfrentan el desafío de bregar con un electorado –y sus necesidades- no latino: blancos (9%), asiáticos (10%), y afroestadunidenses (1%).
Tratando de entender un poco más el avance real de los latinos en la vida social y política de este país, la ciudad de Santa Ana, California, es un buen ejemplo de cierto grado de progreso, y en general se dice esto también del sur y a lo largo de la frontera con México. Ahí los latinos son mayormente mexicanos, muchos de cuyos ancestros se hallaban en esos territorios desde antes de su transformación.
Adam Nagourney y Jennifer Medina nos entregan aquí esta pieza de periodismo investigativo sobre el tema, mientras el país atraviesa por una agria disputa por la Casa Blanca, que ha dividido aún más a la población y crispado las relaciones sociales.
Realizada para The New York Times, los autores de esta pieza investigativa dibujan en ella los logros y límites de los latinos en el microcosmos de una ciudad. En las páginas de este influyente periódico ¡y en español!, nos hablan de cómo y para qué ha servido que en Santa Ana, ubicada en un condado de Orange considerado hasta hace poco como un condado blanco y rico, “tiene un consejo municipal totalmente latino y se posiciona como el rostro de una nueva California en la que la comunidad latina tiene una mayor influencia en la vida diaria”.
Los autores toman como uno de los ejes de su optimismo a “los signos del cambio demográfico y político –que- se manifiestan por doquier en una ciudad que está a sólo 15 minutos en auto de Disneyland. El centro histórico se halla agrupado en torno a la que los mapas de la ciudad llaman, ‘Fourth Street’, pero que aquí todo mundo conoce como la ‘Calle Cuatro’”.
Y es que actualmente los latinos constituyen poco menos del 40 por ciento de la población estatal de California y se proyecta un aumento al 47% para 2050, dicen estos autores; población que relacionan con el poder político alcanzado: “Los líderes de ambas cámaras de legisladores son latinos, al igual que el secretario de estado, el actual alcalde de Los Ángeles, así como el alcalde anterior”.
“Sin en embargo en Texas, un estado dominado por los republicanos, los latinos son abrumadoramente demócratas mientras que en California los demócratas ejercen un firme control y los hispanos son una parte esencial y creciente de sus bases”.
Desde la perspectiva de las figuras públicas latinas, aunque el clima político haya cambiado, “todavía se recuerdan los prejuicios y los latinos sienten que son tratados mal por la policía, o escudriñados mientras viajan por partes más ricas y blancas del condado de Orange”.
No obstante, los peores momentos han quedado atrás, dice el actual y segundo alcalde latino de Los Ángeles, Eric Garcetti: “Ya pasamos el punto crítico, en todas partes (…) Pasar de ser el estado más antinmigrante a ser el estado que más acepta la integración de los inmigrantes en veinte años ha sido muy impresionante”.
Desde 1994 cuando el gobernador Pete Wilson quiso “recortar ilegalmente las prestaciones públicas que recibían los inmigrantes. El tono de aquella campaña, que a decir de muchos demócratas y republicanos hace eco de lo que a muchos atrae de Donald Trump en la carrera presidencial de este año, tuvo el efecto contrario: revigorizar a los electores latinos y ubicar a este estado decididamente en las filas demócratas»■
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