Ensayos clínicos sobre cáncer benefician a pocos pacientes de las minorías

Una sala del Centro para Cancer de Queens. Foto: www.queens.cancer.center.com

Una sala del Centro para Cancer de Queens. Foto: www.queens.cancer.center.com

De la Redacción

El doctor Otis W. Brawley, director médico de la Sociedad Americana del Cáncer señaló que «Cuando miramos a la raza, importa sociopolíticamente mucho más que biológicamente». Dijo que una menor matriculación de las minorías en ensayos clínicos era parte de un problema mayor, la atención médica desigual que contribuye a las mayores tasas de mortalidad por cánceres tratables en algunos grupos.

La detección y tratamiento tempranos contra el cáncer aumenta las posibilidades de combatirlo con éxito. En el país firmas farmacéuticas y hospitales privados y programas del gobierno desarrollan ensayos clínicos experimentales en diversas áreas donde incide esta mortal enfermedad, sostiene una investigación de The New York Times.

Por distintas razones, en la participación y aprovechamiento de estos experimentos clínicos entre los pacientes blancos y los de las minorías negra y asiática (la fuente no menciona un solo latino ni indoamericano en todo el artículo), hay una diferencia en ocasiones desproporcionada. Algunos investigadores del ramo han dicho estar conscientes de esta disparidad y han expresado su intención de corregir el problema.

En estos experimentos clínicos se suele practicar los tratamientos y terapias tecnológicamente más avanzadas, dice la Dra. Dina G. Lansey, asistente de la dirección del Centro para el Cáncer Johns Hopkins Kimmel, porque pueden expandir la duración y la calidad de la vida de un paciente, ya que lo somete a un tratamiento prácticamente de por vida, con acceso a servicios de salud y medicinas mientras persiste la enfermedad que se combate, algo que por lo general para muchos resulta costoso y muy costoso, o de plano inaccesible.

La fuente cita por ejemplo dos grandes estudios de inmunoterapia realizados el año pasado, que ilustran claramente este problema. El fármaco sometido a estudio en ambos experimentos fue nivolumab, “un tipo de inhibidor de punto de control, una de las clases de fármacos más prometedoras para el cáncer. En ambos estudios, los pacientes que lo tomaron vivieron significativamente más largos lapsos que los que recibieron quimioterapia”. El hallazgo es importante si se considera el número tan alto de pacientes sometidos a quimioterapia todos los años.

Veamos la disparidad. En el primer estudio, de 582 enfermos con cáncer de pulmón ¡92 por ciento! eran de la raza blanca, 3% eran negros y 3% pertenecían a la categoría, “Otros”. En el segundo estudio, practicado a 821 personas con cáncer en los riñones, 88% era blancos, 9% asiáticos y 1% negros. De acuerdo con el Censo de 2015 de la población general estadunidense 77 por ciento son blancos, 13.3% negros y asiáticos 5.6%.

Los dos estudios de estas dos formas de cáncer tratados con nivolumab fueron financiados por la farmacéutica que la produce, Bristol-Myers Squibb. Los investigadores de estos estudios dirigidos a obtener un medicamento aprobado para nuevos usos sostienen que “a menudo se hacen rápidamente y los pacientes minoritarios pueden quedar fuera, ya que puede tomar más tiempo para encontrarlos y matricularlos”.

La Dra. Julie R. Brahmer, del Johns Hopkins Kimmel Cancer Center agrega que los bajos niveles de información y educación de las minorías es otro obstáculo para su participación en nuevos ensayos clínicos, porque están menos al tanto de la existencia de estos experimentos científicos y desconocen la manera de encontrarlos. O viven en áreas de menor acceso a centros para curar el cáncer, y por si fuera poco “cuando tienen cáncer son más propensos a tener también otras enfermedades crónicas mal controladas como la diabetes, que los hacen inelegibles para los estudios”.

Sin embargo, aun cuando pacientes de las minorías se quieren enrolar en estos estudios enfrentan otras dificultades para acceder a ellos. Tan sencillas como no tener lo del costo de los pasajes para desplazarse de sus viviendas al hospital, o para el estacionamiento. O los días que hay que faltar al trabajo.

Por ejemplo, una persona de la raza blanca y con un salario más elevado y buen seguro de salud toma un avión desde la ciudad donde vive hasta donde se halla el hospital o donde se está llevando a cabo un experimento nuevo y prometedor. Y c uando llegan a dicha ciudad se hospeda en un hotel junto con su familia. Hay en cambio personas de las minorías, dice el Times, que han dejado de pagar la hipoteca de su casa para sostener estos periodos de la experimentación sin trabajar y aun antes de sanar han perdido la casa.

Pero la doctora Elise D. Cook, del Centro para Cáncer MD Anderson en Houston, Texas, señala que en su opinión una de las mayores barreras que enfrentas los pacientes de las minorías es que muchos doctores no les preguntan a dichas personas, que pudieran ser candidatas a uno de estos ensayos clínicos, pero  si lo hicieran participarían.

Aunque hay una ley del Instituto Nacional de la Salud (N.I.H.), que impone como requisitos para financiar y/o publicar un experimento, que haya una proporción representativa de razas y grupos étnicos reflejados en la sociedad, lo cierto es que le N.I.H. sólo financia muy poco estos experimentos; el 6% por ejemplo en 2014.

Con todo, algunos investigadores se han propuesto llevar estos ensayos clínicos a los pacientes sin privilegios. En 2002 la Dra. M. Margaret Kemeny, cirujana oncóloga y profesora de cirugía en la Escuela de Medicina de Mount Sinai, abrió las puertas del Centro de Hospitales para el Cáncer de Queens, que no rechaza a ningún paciente sin importar su raza o condición socioeconómica. Surge de una colaboración entre el Sistema de Salud y Hospitales de la Ciudad de Nueva York y el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, uno de los más renombrados de Estados Unidos.

Muchos de estos pacientes de cáncer en Queens, dice la fuente, carecen de seguro médico; 85% de éstos son elegibles al Medicaid de Emergencia, y “nunca habían escuchado de los ensayos clínicos”, dice, la Dra. Kemeny; 92% de ellos pertenecen a las minorías. Este centro de cáncer opera una despensa de alimentos y muchos de estos pacientes lo necesitan.

Para Kemeny es importante trabajar con pacientes iletrados o con poca educación, “factores que algunos pensarán impedirían su habilidad para seguir direcciones, lo que los haría pobres candidatos para los experimentos clínicos”, dice, y considera esto como discriminatorio.

El doctor Otis W. Brawley, director médico de la Sociedad Americana del Cáncer señaló a la fuente que «Cuando miramos a la raza, importa sociopolíticamente mucho más que biológicamente». Dijo que una menor matriculación de las minorías en ensayos clínicos era parte de un problema mayor, la atención médica desigual que contribuye a las mayores tasas de mortalidad por cánceres tratables en algunos grupos.

Una manera de aumentar la inscripción de minorías que algunos investigadores favorecen es la realización de estudios que se centran en grupos raciales o étnicos específicos. Pero pocos de estos estudios se realizan, aunque el Dr. Brawley advirtió que “requerir ciertos niveles de matrícula para las minorías podría ser contraproducente, tentando a los equipos de investigación a presionar a los pacientes para que se inscriban”.

Lo que queda claro es que faltan esfuerzos de información y educación sobre la existencia de experimentos científicos y tratamientos, así como medicamentos costosos que son usados de manera gratuita en los pacientes elegibles a estos ensayos clínicos, que pudieran ayudar a más personas de bajos recursos económicos con cáncer eventualmente curable■

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