De La Redacción
Catalogado por muchos como crimen de Estado el asesinato de seis estudiantes, más de 20 heridos y 43 desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa, municipio de Iguala, Guerrero el 26 de septiembre, el hecho represivo rebasó la frontera de México, recorrió el hemisferio, hizo eco en Europa, retumbó en Chiapas y llegó hoy a la portada de The New York Times. El Consulado de México en Nueva York está siendo escenario de una de las más nutridas protestas y muestras de solidaridad, particularmente del gremio de maestros y ciudadanos de este país y de otras partes del mundo.
La escritora y dramaturga mexicana, Malú Huacuja del Toro, presente en dicha manifestación, dijo a Noticiero Latino estar sorprendida por la cantidad de maestros frente al Consulado de México en Nueva York en solidaridad con los jóvenes normalistas de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
“Una maestra dijo, ‘nuestra lucha es la misma, pues las agresiones van encaminadas a destruir a los normalistas de México y de Estados Unidos que imparten la educación pública y a convertir la enseñanza en un producto comercial’”, dijo la escritora.
Huacuja del Toro afirmó que existe la preocupación entre los manifestantes en el extranjero de que el gobierno de México esté vinculado al crimen organizado. “También se habló en la manifestación de que estos estudiantes fueron entregados a unos narcotraficantes coludidos con los tres gobiernos. Se señaló a todos los partidos políticos, no nada más a uno. Y a los gobiernos de todos los niveles, federal, estatal y local, que están coludidos con el narcotráfico”.
La también periodista de la fuente cultural explicó que en la referida protesta “se habló del narcotráfico no como algo aparte, sino como producto también del sistema económico capitalista, en las economías informales…, de los tratados de libre comercio sin el consenso de la población, que sólo benefician al gran capital. También de crear defensa a las comunidades indígenas autónomas, que como la zapatista, mantienen sus territorios libres del crimen organizado, y son ya prácticamente de los pocos territorios en México que no tienen crimen organizado”.
Obviamente la presencia del crimen organizado conlleva sus propias consecuencias, sobre todo para un territorio determinado, dijo Malú. “Se habla de los asesinatos, pero no se explica nunca lo que significa para la economía el crimen organizado en cualquier localidad”. La verdad, prosigue, “es que no vivir del narcotráfico es un derecho humano al que debe aspirar cualquier persona. El derecho a un trabajo seguro, en el que no se tenga que estar cometiendo actos ilegales”. La presencia del crimen organizado en cualquier localidad, reitera, “torna imposible la economía legal en muchos aspectos”.
Otra de las grandes movilizaciones que se dan fuera de Ayotzinapa contra las agresiones más graves que golpean a la juventud del país en los últimos tiempos son las comunidades zapatistas. “20 mil integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) realizaron una marcha en silencio ‘‘en señal de dolor y coraje’’ y por la demanda de ‘‘justicia verdadera’’, en solidaridad con los jóvenes normalistas.
Hoy The New York Times relata el ascenso al último escenario del conflicto y relata la ubicación de las fosas donde el gobierno encontró a unos 28 cadáveres y pedazos de cuerpos calcinados, entre quienes se encontraban presuntamente algunos de los estudiantes desaparecidos. Eso es lo que los fiscales creen que sucedió al menos a algunas de las 28 personas cuyos cuerpos, con graves quemaduras y algunos desmembrados, fueron encontrados el fin de semana en varios pozos en la colina, descubiertos sólo después de que un testigo -uno de los 22 policías municipales de Iguala- bajo custodia revelaron los horrores cometidos aquí.
Pero los padres de los normalistas desaparecidos desmienten las versiones del gobierno, que endosa esta violencia al crimen organizado, y más bien señalan a las autoridades como las responsables de esta violencia, en un medio en el que es muy difícil separar a unos de otros.