De la redacción
“Esta temporada de incendios, impulsada por la sequía, California experimentó los más mortíferos y destructivos en su historia, peores que los de 2017 y 2018. Además de una destrucción sin precedentes de vegetación seca azuzada por vientos extremos, principalmente se perdieron más de 100 vidas, se destruyeron miles de viviendas y el aire de la zona se contaminó. El cambio climático es considerado como un factor clave de esta tendencia”, dice Cal Fire en su sitio web..
Como pudimos atestiguar hace unos días, California vivió el peor o más mortífero incendio de su historia, en Kinkade, y la expansión del fuego se disgregó mucho más allá del condado de Sonoma, como reportamos aquí: “Muchos huyeron de sus casas en medio de la oscuridad de la noche y de los vientos que aullaban tras los apagones que Pacific Gas & Electric Co. ordenó para evitar más pérdidas materiales y humanas”.
Pero en otro tiempo, cuando un conjunto de incendios igualmente destructivos el 28 de octubre de 2018 arrasaron también esa zona del norte de California, ocuparon en la ocasión el trabajo agotador de cerca de 2 mil empleados estatales que respondieron a sofocar el fuego. Entre ellos había 500 prisioneros del Campamento de Conservación de Ishi, una prisión especializada en el norte del estado que forma a los internos para combatir incendios a pie, dice la revista Frontline, de PBS.
“Era una mañana del 8 de noviembre de 2018 cuando sonó la alarma interrumpiendo el desayuno de los presos. Un sonido con el que están familiarizados”, dijo a la fuente el capital de Cal Fire, Luke Thomas.
La revista cuenta que en aquella ocasión hubo 44 campos de fuego en todo el estado. Y que la movilización de los reos para combatir los incendios fue gestionada conjuntamente por el Departamento de Corrección y Cal Fire, el Departamento Forestal de Protección contra Incendios.
«No fue nada del otro mundo,» dijo en su oportunidad un interno de la prisión, de 22 años de edad y que compartió su historia con la fuente bajo condición de anonimato. «Nos apuraron a salir del desayuno”.
Nadie anticipaba entonces que estaban a punto de encabezar los esfuerzos contra “el peor incendio forestal que el estado hubiera visto jamás”, dijo.
El fuego del primer campamento se encendió en las estribaciones de Sierra Nevada, al norte del estado, y luego se extendió rápidamente hasta las cecanías de Paraíso. “En el momento en que finalmente se contenía -el fuego-, casi tres semanas después, 85 personas habían muerto”.
Afuera de la prisión de Ishi hacía frío. Los internos asignados a combatir el fuego eran seleccionados rigurosamente; no podían participar los convictos por delitos sexuales, incendios o cualquier antecedente de fuga con fuerza o violencia”. Sólo los prisioneros que requirieran «un estado de custodia mínima, basado en su comportamiento en la cárcel”. Están capacitados para el estándar de bomberos estacionales de Cal Fire. “En 2016, los presos en el programa superaron en número a los bomberos de temporada de California, en una proporción de más de dos a uno”, sostiene Frontline.
Los autobuses se acercaron al sur de Paraíso por Pentz Road, una de las cuatro rutas principales a la ciudad. En tanto, “Una comunidad de 26 mil personas huía del humo y las llamas… las luces se apagaron. El hollín y la ceniza oscureció el sol de la mañana… algo tan negro como la noche más negra que he visto nunca», señaló el capitán.
«No tenemos agua, no somos un camión de bomberos. Estamos básicamente diseñados para ser capaz de viajar largas distancias a pie, excavar la línea de fuego en el duro terreno accidentado y empinado, donde las excavadoras no pueden llegar».
Según la fuente, dependiendo de su condena los bomberos presos suelen descontar hasta dos días de ella por cada día que permanezcan en el programa. Y cuando son requeridos los presos con condenas por delitos violentos, éstos reciben sólo un día de descuento por cada día en el programa.
Además, desempeñan al igual que los otros internos «roles de apoyo tales como cocineros y trabajadores de la lavandería. Se les paga hasta 5 dólares y 12 centavos por día, dependiendo de sus niveles de posición y habilidad, con un pago adicional de 1 dólar por hora mientras estén luchando contra los incendios». El Estado de California anunció en marzo un aumentó a ese pago de 2 dólares por día en promedio, dice la fuente.
Hombres y mujeres en las prisiones de California tienen la posibilidad si quieren de solicitar ingreso al programa. El trabajo «tiene sus momentos», dijo a Frontline un bombero de Cal Fire. “En realidad, está bien hacer esto para llegar a casa con sus familias un poco antes, o estar de vuelta en el patio de la prisión haciendo otra oca”. Es preferible lo primero, concluyó el bombero■