Miles de casas en las ciudades aledañas a un clausurado taller de baterías del Sureste de Los Ángeles resultaron estar contaminadas con plomo, una sustancia neurotóxica que se ha encontrado en grado alarmante en la sangre de niños que crecieron en esas comunidades. En respuesta, el gobierno de California acordó el más grande plan de limpieza en su tipo, en la historia del estado. A varios años de haber sido identificado el mortífero foco de contaminación, ¿qué ha pasado con las familias que sufren males de salud asociados al plomo? ¿Y con los niños, y bebés? Rubén Tapia preparó este reporte, en colaboración con el Center for Health Journalism / Centro de Periodismo sobre la Salud, de la Escuela de Periodismo de la University of Southern California, USC.
A sus jóvenes treinta años, José Antonio Gutiérrez, o Tony, como le dice de cariño su mamá, padece enfermedades típicas de personas de la tercera edad.
“Tomo cuatro medicinas. Me tomo una que se llama Hidrocortisona, para que me proteja de las enfermedades. Me tomo 5 miligramos en la mañana y otros en la noche. Me tomo una para la sed, por la diabetes, y otra para la tiroides”.
Toma otra medicina más, para la depresión, desde que ya no quería salir adelante. Y es que Tony ha sobrevivido 2 tumores cancerosos, padece diabetes insípida, que le causa mucha sed y pérdida de memoria. Vivió su infancia como un niño normal. Según su madre, Delia Terrazas, los problemas de Tony empezaron cuando tenía doce años.
“No crecía, los ojos se le estaban saltando. No le miento, dejaba la comida”
Delia consultó médico tras médico en busca de respuesta, pero ignoraba las preocupaciones de Tony.
“Me decía que no, que no todos los niños se desarrollan igual… Tiene 17 años y ahí se quedó, del mismo tamaño que cuando tenía 12. Ya pasaron cinco años y ustedes no hacen nada”
Poco después Tony resultó con un tumor canceroso en el cerebro. Ese fue el primer gran foco de alarma…, se lo extirparon. Pero Delia se las vio muy difíciles porque no tenía quien se le cuidara a Tony en casa.
“No les miento, yo me iba llorando a trabajar porque mi hijo se quedaba solo y se lo encargaba a las vecinas. No faltaba quien de los vecinos viniera a darle…, caldito”.
Pasaron casi dos años y Tony se fue recuperando, pero tuvo otra recaída.
“Dice que salió al paso, a tirar la basura, y se cayó y no se pudo levantar; que le gritaba a mi niña que lo ayudara pero ella ni siquiera lo oía tirado ahí afuera”
Delia salió de emergencia de su trabajo, lo llevó de nuevo al médico quien le dio una dura sorpresa.
“Salió que era otro tumor. ¡Hay Diosito! Cuando me dijeron me agarré llorando y dije: ¡No puede ser!”
Este segundo tumor, en la columna vertebral, fue extirpado. Pero en la primera sesión de quimioterapia casi muere.
“Agarró una bacteria en su sangre, que duró 15 días; casi 15 días de cuidados intensivos. Ya le estaban dando paros cardíaco a cada rato”
Tony logró sobrevivir, pero como le extirparon un hueso de la columna le dijeron que tal vez no volviera a caminar.
“Y mire, por obra de Dios camino, mijo. Aunque sea chueco, quedo, porque sí está chueco de la espalda”
Pero no sólo Tony está enfermo, también la hija única de Delia, que resultó con un tumor, aunque no maligno; su hijo mayor sufre de presión alta y ella misma padece de asma. Delia se ha preguntado: ¿por qué tantos males de salud en su familia?
Delia ha notado sin embargo que en el barrio hay más personas con males similares, y que a pesar de ser muy fuerte con el tiempo la carga de ser madre soltera con familia enferma la ha hecho caer en depresión.
“Me siento mal, le digo, tengo ataques de pánico, tengo ansiedad, tengo depresión; oigo todo, tengo, le digo todo, digo, yo siento que es mi pinche vida que no vale ni un centavo”
Se escuchan consignas en el aire…
Desde el año 2011 activistas locales denunciaron que la causa de esta ola de enfermedades era por la planta de reciclaje de baterías Exide Technologies, ubicada en la pequeña ciudad latina de Vernon, a cinco millas del centro de Los Ángeles. Antes de cerrar sus puertas en el 2015, según datos oficiales cada año se procesaban 120 mil toneladas de plomo para producir 11 millones de baterías. Se Expulsaba al aire miles de toneladas de humo cargado con polvo de plomo, arsénico y otros metales contaminando, en un total aproximado de 10 mil casas en siete ciudades latinas en los alrededores de Los Ángeles.
Considerando que el plomo es una sustancia neurotóxica que puede causar estragos en la niñez, afectando su desarrollo, investigadores de la región se dieron a la tarea de recoger y examinar los ‘dientes de leche’ de niños que vivían en el vecindario de Commerce, en Maywood, y en otras ciudades cercanas a la planta Exide. La investigación es un proyecto de la Escuela de Medicina Keck, de la Universidad del Sur de California. Jenny García participa en el proyecto.
“Con los dientes de leche podemos medir si él bebe fue expuesto durante el vientre de sus madres. Si su mama fue expuesta, el bebé también fue expuesto al plomo”
El estudio fue coordinado por la Dra. Jill Johnson, asociada al grupo ambientalista local, East Yard Communities for Environmental Justice. Los resultados confirmaron sus peores sospechas, dice el director ejecutivo del East Yard, Mark López.
“Ya sabíamos que íbamos a encontrar que los niveles son altos, pero lo que no pensábamos fue el momento donde se puede ver el nivel más alto, que es antes que nace él bebe. En los últimos tres meses hay mucha sangre en el intercambio entre él bebé y la mamá, y es allí cuando mucho plomo llega al cuerpo del bebé. Así es que nacemos ya siendo impactados por Exide”
Y precisamente, en la ciudad de Maywood, a menos de media milla de dicha empresa contaminadora creció Tony desde que tenía dos años.
“Salíamos a jugar en el zacate, al parque… estaba bien cerquitas el parque de Maywood, me iba a jugar con mis amigos, jugábamos canicas en la tierra”
Por lo menos un especialista cree que los males que lo aquejan tienen mucho que ver con las peligrosas sustancias tóxicas a la que puede estar expuesto al jugar en este foco de contaminación. El Dr Brain Johnson es un médico de emergencias en el Hospital White Memorial, en Boyle Heights, uno de los barrios contaminados de Los Ángeles.
«Yo sospecho, no lo puedo probar en este momento, que son efectos del plomo y del arsénico que afecta el cerebro, los tejidos nerviosos, los riñones, el corazón, las arterias y el sistema cardiovascular”
Pero no son nuevas las acusaciones de que las emisiones de plomo dañan severamente la salud de quienes viven cerca de esta fundidora de plomo, que ha cambiado de dueño varias veces. Hace casi medio siglo se llamaba National Lead, y el Dr James Dahlgren, un reconocido toxicólogo que entonces trabajaba en la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA, examinó a 120 trabajadores de dicha fábrica que padecían de diarrea, vómitos, dolor de pecho, de cabeza, de estómago y problemas para concentrarse.
“Every single worker that I saw back in the 70s had brain damage and hypertension. And they’ve all died. They died prematurely. Most of them were disabled by age 50. The ones that had worked there for 10 or 20 years, they were just destroyed by the lead poisoning”
(Todos y cada uno de los trabajadores que vi en los años 70 tenían daño cerebral e hipertensión. Todos murieron. Murieron prematuramente. La mayoría quedó discapacitada a los 50 años. Los que habían trabajado allí durante 10 o 20 años, simplemente fueron destruidos por el envenenamiento de plomo).
El Dr Dahlgren, explica cómo el plomo se deposita en los huesos.
“The lead goes into the bone and it replaces calcium and therefore the bone is a reservoir. So a child, who’s been exposed, goes into their bone and you don’t even necessarily see an elevated level in their blood, but they’ve still got high levels in their bone and in their brain. It goes into the brain and sticks. The arsenic does the same thing”
(El plomo entra en el hueso, reemplaza al calcio y, por lo tanto, se deposita en el hueso. Entonces, el niño que ha estado expuesto, le entra en su hueso y ni siquiera necesariamente registra un nivel elevado en su sangre, pero todavía tiene niveles altos en su hueso y en su cerebro. Entra en el cerebro y se pega. El arsénico hace lo mismo).
Y los daños causados no se pueden curar ni son reversibles dice el doctor.
“Once the damage is done, it’s done. And so, all of these kids’ lives is very reduced, have been severely compromised in their ability to function in the world”
(Una vez que el daño está hecho, está hecho. Y así todas las vidas de estos niños se han visto seriamente comprometidas, y su capacidad para funcionar en este mundo es muy reducida).
Los trabajadores que examinó el Dr. James Dahlgren fueron elegibles para obtener el seguro por incapacidad laboral, pero dice que lo que observó le hizo alzar la voz.
“In fact, I even told people at the time that this plant should be closed because it’s contaminating the neighborhood”
(De hecho, en ese momento le dije a la gente que esta planta debería cerrarse porque estaba contaminando el vecindario, pero nadie escuchó).
Ese peligroso foco de contaminación siguió lanzando polvos tóxicos al aire durante otros 50 años. Operaba con permisos temporales expedidos por las agencias encargadas de supervisar y proteger la salud pública. El último dueño, la mega empresa trasnacional Exide, cerró sus puertas por una acción legal. En mayo de este año se declaró en bancarrota, y en julio subastó sus propiedades. Pero la titánica labor de limpieza en las áreas contaminadas sigue inconclusa, a medias, enfrascada en un encendido debate sobre los fondos para el proyecto y los métodos para limpiar la contaminación.
Se escucha sonido ambiental…
Mientras se avanza, con muchos problemas en los trabajos de limpieza, siguen viviendo en la zona docenas de miles de familias con sus niños y bebés, por lo que las autoridades de salud del Condado y representantes latinos han respondido con información y proyectos dirigidos a aliviar mínimamente los peligros que corren, y ampliando servicios como la próxima apertura de una clínica comunitaria en la ciudad de Bell, dice la Supervisora Hilda Solís.
“Sabemos que mucha gente tiene aquí muchos problemas de diabetes, de asma, de carecer de servicios”
Pero se necesita hacer mucho más, reconoce la asambleísta demócrata Cristina García, quien representa a Bell, una de las siete ciudades latinas contaminadas.
“Como que el coronavirus puso una luz más grande en esa desigualdad que vivimos. Tenemos que trabajar para tener acceso al servicio médico que incluyó no nomás ir a doctor sino también acceder a un servicio para recuperamos”
Servicios que le hubieran hecho menos pesada la carga a Delia, quien además dice que durante cinco años ha tenido que tocar muchas puertas para que le aprueben un medicamento que Tony necesita porque su sistema no produce hormonas. El medicamento, que finalmente consiguió Delia gracias a los buenos oficios de la supervisara Hilda Solís, reflexionando un poco en voz baja, para señalar a quien ella considera responsable de su viacrucis.
“Le digo que esto de la Exide sí nos afectó mucho”
Se oye el anuncio de una orden…
A mediados de marzo el gobernador de California, Gavin Newsom ordenó quedarse en casa para evitar la propagación del coronavirus. Para alertar a las familias de la zona contaminada, sobre las precauciones extra que deberían de tomar al estar recluidos con sus hijos en sus casas donde hay el peligro del plomo tóxico, autoridades de salud del condado de Los Ángeles publicaron importantes recomendaciones en su página web.
Pero la información no le llegó a Delia y sus 3 hijos, que rentan una casa contaminada que dice su dueña no autorizó que la limpiaran. Pero a pesar de todo Delia, originaria de Guerrero, México, a sus 59 años no pierde la fe y piensa seguir luchando por su familia en el único lugar que puede pagar.
“Me han preguntado que si estaba contaminado Maywood y Huntington Park ‘¿por qué no te vas de allí? Y yo les digo: ¿y a dónde, ‘madres’, me voy, si en todas partes está muy cara la renta?”
Delia, sostiene a su lastimada familia cuidando unas horas a dos personas de la tercera edad, por lo que el estado les da un poco de dinero, por cuidar a Tony, y también venden comida que cocinan en su casa cada 15 días■