En defensa del agua de los yaquis, y sustentabilidad alimentaria en Cuba

Toma del Río Yaqui. Foto: www.keyword-suggestions.com

Toma del Río Yaqui. Foto: www.keyword-suggestions.com

De la Redacción

El luchador social y representante de la autoridad tradicional del pueblo indígena Yaqui de Sonora, en el norte de México, Mario Luna Romero vuelve a estar con nosotros en Línea Abierta, esta vez desde la ciudad de Richmond, California, donde se realizó a principios de mes la conferencia, Suelo No Petróleo/Soil Not Oil, coauspiciada por Radio Bilingüe. Se trata de un cónclave al que llegaron intelectuales y activistas de dentro y fuera de Estados Unidos, para intercambiar fuertes denuncias contra la agroindustria. Samuel Orozco, director de Noticias de Radio Bilingüe, conversó también con la agroecologista de La Habana, Isis Salcides. de la directiva de Vivero Alamar, una finca o predio donde se siembran productos del campo de manera orgánica y a la vieja usanza, con tracción animal, ubicada en un populoso barrio de la capital habanera.


Como ya lo reportamos oportunamente, a principios de mes se reunieron cientos de agroecologistas en Richmond, California, un gran enclave de refinerías petroleras en el estado, en un encuentro llamado, ‘Suelo No Petróleo’. Al cónclave llegaron intelectuales y activistas para intercambiar fuertes denuncias contra la agroindustria y experiencias prometedoras -y para hacer el compromiso de defender los suelos del grave peligro que les acecha, amenazados por décadas de contaminación con pesticidas tóxicos y fertilizantes petroquímicos; y por perder cada día más la materia orgánica necesaria para dar cultivos saludables, señala Samuel Orozco en este programa de Línea Abierta que él mismo conduce.

En ese encuentro (del cual Radio Bilingüe fue por cierto co-auspiciador), Orozco platicó brevemente con Mario Luna, portavoz del movimiento por la defensa del derecho a las aguas del Rio Yaqui, quien pagó hace poco con un año de cárcel por su labor al frente del pueblo yaqui en la defensa del derecho al agua del río que lleva el nombre de la tribu. Luna, quien acaba de salir de prisión hace poco, sostiene que el gobierno del estado de Sonora ha construido un gigantesco acueducto -Acueducto Independencia-, por medio del cual se desvían o trasvasan 75 millones de metros cúbicos de agua de esa importante cuenca fluvial del noroeste mexicano, o sea, del Río Yaqui.

Curiosamente, señala Orozco, estos inmensos volúmenes de agua que son trasvasados del Acueducto Independencia van a terminar en el parque industrial de la ciudad de Hermosillo, capital de Sonora, que pese a ser  esta una zona árida donde escasea el agua, varias empresas tiene ambiciosos planes de expansión, especialmente dirigidos a servir el interés de conocidos gigantes refresqueros y automotrices –Coca Cola y Ford, entre otros-, que tienen plantas en esa misma zona industrial con su principal sede en Estados Unidos, según apunta el líder yaqui:

Mario Luna, Secretario de la Autoridad Tradicional de Vícam, y portavoz de la Tribu Yaqui en el norteño estado mexicano de Sonora. Foto: Samuel Orozco en la conferencia en Richmond.

Mario Luna, Secretario de la Autoridad Tradicional de Vícam, y portavoz de la Tribu Yaqui en el norteño estado mexicano de Sonora. Foto: Samuel Orozco en la conferencia en Richmond.

“Estamos hablando de las cervecerías, de la vinicultura; o sea, están los grandes vinos mexicanos que se exportan a nivel nacional y están ahí, instalados. Están también las cervecerías internacionales como la Heineken, la Tecate, la Modelo… También está la planta Ford, que como sabemos, la industria automotriz es un alto consumidor de agua”.

Luna Romero dice también que existe una larga estela de corrupción, y que de esa corrupción son cómplices, por acción o por omisión, algunas muy notables corporaciones transnacionales de origen estadunidense.

“También se están instalando las plantas cementeras Holcim Apasco, una de las más grandes de Latinoamérica que se instaló ahí cuando se anunció la construcción del Acueducto Independencia… Entonces, en una ciudad donde no hay agua, instalarse empresas de alto consumo de agua, yo creo que algo no está bien”.

El ‘río de la ira’, o antes el caudaloso Rio Yaqui, ha sido por milenios la fuente de sustento para los ocho pueblos yaqui originarios, asentados en la fértil vega del Valle del Yaqui, ubicada río abajo junto a las costas del mar. Ahora, al trasvasarse anualmente esos 75 millones de metros cúbicos del preciado líquido, del río a la ciudad capital de Hermosillo, el pueblo yaqui queda en inminente peligro de desarraigo y de desaparición, dijo a Orozco, Mario Luna.

“También implica, entonces, que ellos están consumiendo el agua que debería ser primariamente para la población”.

De esto, y más nos habla Mario Luna en la siguiente entrevista en enlace de abajo:

En este encuentro-conferencia en Richmond, de personas que luchan contra la voracidad de la gran agroindustria, de defensores de la agricultura orgánica, limpia, llamado Soil Not Oil/Suelo No Petróleo –cuyo título original es tomado de un conocido libro de la célebre intelectual activista india, Vandana Shiva, Orozco platicó también con una agroecologista cubana.

Ella es Isis Salcides, del cuerpo directivo del Vivero Alamar, una finca o predio donde se siembran productos orgánicos del campo, aunque está ubicada en un populoso barrio urbano y circunvecino a la ciudad capital. Isis nos cuenta en esta entrevista, de la destacable historia de este pequeño pero pujante campo agrícola urbano, administrado como una sociedad cooperativa.

Sucede que esta cooperativa de trabajadores citadinos convertidos en campesinos se formó a raíz de la brutal sorpresa que se llevaron los que vivían de la agricultura en ese país caribeño, cuando de repente, al caer el campo socialista soviético y en el apogeo del bloqueo económico de Estados Unidos a la isla, se quedaron de la noche a la mañana sin insumos; sin combustible, sin implementos para su trabajo cotidiano en la labranza, relata Samuel Orozco. De pronto, privados de los recursos más necesarios, los cubanos tuvieron que rascarse con sus propias uñas y los más adelantados optaron por volver a la agricultura de los abuelos y trabajar la tierra con lo poco que tenían a la mano. ¿Cómo le hicieron?, pregunta Orozco.

Isis Salcido, innovadora agroecologista cubana, de Vivero Alamar en La Habana. Foto: Samuel Orozco en la conferencia, Soil Not Oil, en Richmond, California.

Isis Salcido, innovadora agroecologista cubana, de Vivero Alamar, en La Habana. Foto: Samuel Orozco en la conferencia, Soil Not Oil, en Richmond, California.

“En el momento que colapsa la Unión Soviética, Cuba se vio, como sin luz, porque fue un momento que en Cuba fuimos a dormir ricos, y nos levantamos pobres. Y entonces, teníamos que producir, sin nada de estas cosas que estábamos acostumbrados. Tuvimos que cambiar nuestras mentes, teníamos que producir alimentos, teníamos que salir de esa crisis, ¡o moríamos!”.

Vivero Alamar es uno de los más conocidos organopónicos, o campos agrícolas urbanos de Cuba donde se cultiva 300 toneladas de productos agrícolas por año. Un interesante proyecto que es visto ampliamente en círculos ecologistas como un experimento sobre el futuro de la agricultura y del sistema alimentario. En el inicio de esta experiencia los cubanos tildaron de locos a estos agricultores que iniciaban el riesgoso experimento Vivero Alamar, dice Isis Salcido.

“Hace casi 20 años, en enero, que estamos produciendo… Mi papá llegó ahí con cuatro compañeros más, vecinos del área, de la comunidad, ya hoy somos los 150 trabajadores, ‘locos’ también, así que ya no son cinco locos, ahora es un ‘hospital siquiátrico’, ja, ja, ja… Pero hemos desarrollado y tratado de diversificar la producción, de ser lo más sostenible, tratando de crear con la cría de animales la materia orgánica para la nutrición de los suelos, y haciendo un laboratorio rústico donde reproducimos insectos para el control de plagas y enfermedades; sembrando plantas que nos ayuden a recrear la biodiversidad, y creando el control –de las plagas- sin tener que usar nada de químicos. Y todas estas cosas juntas nos han ayudado a producir vegetales frescos, saludables para la comunidad”.

Salcido cuenta además que no sólo se trata del impacto que tuvo en la comunidad el producir alimentos orgánicos, sino que también se trató de un lugar que generó una innovadora fuente de empleo.

“Esta finca no solamente proveía alimentos sino que también le dio empleo a muchos trabajadores, a estos 150; no son muy jóvenes, la gran mayoría son personas ya retiradas. Pudiera parecer esto una debilidad, pero para nosotros es una fortaleza. Estas personas, con juventud acumulada, nosotros las comparamos con el Internet, porque encuentras respuesta para cualquier pregunta, experiencia, disciplina. Trabajan mucho más que cualquier joven, y también, de estos 150, 45 somos mujeres, que es otra fuerza nuestra; la mujer es mejor administradora que el hombre, y la tenemos en una posición, donde el apoyo y las decisiones de la parte de la mujer es bien… las respetamos”.

Y añade que se trata también de un modelo salarial progresista donde cubierto los gastos de producción, que se llevan el 50 por ciento de las ganancias, el otro 50% se reparte entre los trabajadores de acuerdo con su antigüedad en la finca, lo que genera “un sentido de pertenencia y permanencia en el lugar”.

Aquí la entrevista:

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