Por Ana Ibarra
Resulta que California y la administración Trump están de acuerdo en al menos una cosa: no te metas con el café.
Scott Gottlieb, el zar escogido por Trump para liderar la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), dijo que «apoya firmemente» una propuesta de oficiales en Sacramento para eximir al elixir matutino de la lista estatal de compuestos conocidos que causan cáncer, a pesar de una orden judicial que indica lo contrario.
Los fanáticos de Java recibieron la noticia con indiferencia, dejando en claro que no se les quitaría la taza de Joe, sin importar lo que Gottlieb o los funcionarios del estado tuvieran qué decir al respecto.
Bebiendo su bebida caliente favorita afuera de un Starbucks de Sacramento, Sid Silverthorn dijo que recibió tratamiento por cáncer de próstata hace un par de décadas y que desde su recuperación ha estado atento a productos que podrían dañar su salud.
El café, dijo, no es uno de ellos.
«Creo que el café es fantástico», dijo con entusiasmo el hombre de 88 años. «Creo que es bueno para mí, bueno para mi corazón, me hace feliz».
A pesar de la pasión de los consumidores como Silverthorn, a los vendedores les preocupa que las advertencias sobre el cáncer publicadas en sus puertas no se vean exactamente como señales de bienvenida.
«Creo que provocaría una reacción visceral», dijo Lauren Taber, portavoz de la Cooperativa de Café Pachamama en Sacramento. «La gente va a su cafetería local y piensa: ‘espera, puedo desarrollar cáncer por esto'».
En este estado, las bebidas con café pueden ser una forma de arte, con los devotos rutinariamente pagando 5 dólares o más por un café con leche triple sin grasa, extra caliente, o al revés. Pero eso ha chocado en este caso con otra obsesión estatal: verificar tres veces la pureza de la comida y la bebida.
Toda esta “café-manía” comenzó con una demanda de ocho años que culminó a principios de este año con un fallo del juez de la Corte Superior de Los Ángeles que dice que el café debe ser etiquetado como carcinógeno según la Proposición 65 de California, una ley que requiere la divulgación pública de sustancias químicas que presentan un riesgo de cáncer.
Lo que está en juego es una sustancia química llamada acrilamida, un subproducto del tostado de café también presente en muchos otros alimentos que se tuestan, fríen u hornean. La acrilamida ya estaba en la lista de California de posibles agentes cancerígenos, pero no se la había asociado ampliamente con el café hasta la demanda. Funcionarios de la industria argumentan que una advertencia de cáncer no tiene base, ya que el café contiene solo pequeñas cantidades de acrilamida.
La agencia estatal que supervisa la Proposición 65, la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California, respondió en junio al fallo del juez con una propuesta para eximir al café de la ley de divulgación del cáncer.
La dependencia señaló un informe de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud, que concluyó que había «evidencia inadecuada» para vincular el consumo de café con tumores malignos. De hecho, el informe encontró que el café se asoció con un riesgo reducido de cáncer de hígado y de útero, y no fue una causa de cáncer de seno, páncreas o próstata.
La agencia apunta a finalizar su propuesta de regulación para fines de este año.
Gottlieb dijo que una advertencia de cáncer en el café «sería más susceptible de engañar a los consumidores que informarlos». Y dijo que podría violar una ley federal que prohíbe las etiquetas engañosas en alimentos.
El principal grupo comercial de la industria del café, que cuenta entre sus miembros a Starbucks y Dunkin’ Donuts, dio una calurosa bienvenida al apoyo de Gottlieb.
«Ahora que la ciencia ha establecido de manera tan exhaustiva los datos sobre el café, creemos que incumbe a los reguladores ofrecer confianza a los ciudadanos sobre lo que están consumiendo», dijo en un correo electrónico Bill Murray, CEO y presidente de la Asociación Nacional del Café.
Kirsten Richardson, de 30 años, residente de Carolina del Norte, quien está de visita Sacramento, se detuvo a comprar un café con leche en The Mill, una cafetería local, y dijo que estaba contenta de saber que la FDA había reivindicado su bebida favorita.
«Pero en este punto no creo que marque la diferencia para las personas», agregó. «Todos somos adictos».