De la redacción
Como hemos dicho, autoridades federales de salud echan a andar de nuevo las alarmas ante inminente rebrote de coronavirus, al tiempo que algunos estados, gobernados por republicanos, levantan restricciones sanitarias que han dado resultados en la contención del virus, como el uso de los cubre bocas por ejemplo. Esto, eleva los niveles de ansiedad y preocupación de los empleados de tiendas y almacenes minoristas, léase trabajadores latinos, afroestadunidenses y de otras minorías étnicas en Estados Unidos.
Trabajadores de almacenes minoristas y de comida rápida en estados gobernados por republicanos, han eliminado el mandato del uso de cubre bocas antes de que la mayoría de las personas hayan sido vacunadas y mientras aparecen nuevas variantes muy preocupantes del coronavirus.
La Directora del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, Rochelle Walensky declaró por ejemplo temer la inminente irrupción por diversos motivos de un nuevo brote de Covid-19 similar al del 2020. Destacó el relajamiento de las medidas sanitarias contra la pandemia, y en particular el levantamiento del mandato para el uso de los cubre bocas.
El clima que vuelve a imperar en el ambiente a pesar del ritmo de vacunación en el país que avanza ‘viento en popa’, se asemeja a un regreso a los primeros días de la pandemia cuando las empresas decían que los clientes debían usar máscaras pero no existía ningún requisito legal y numerosos clientes simplemente se negaban a usarlas cuando entraban de compras. Desde luego no pensaban en la salud de los trabajadores que atienden dichas tiendas de servicios, y que son en su gran mayoría, latinos y negros, así como de otras minorías, siendo los latinos los más golpeados por la pandemia.
Muchos trabajadores dijeron a The New York Times que haber levantado dicho mandato del cubre bocas los hace sentir más vulnerables de lo que ya se sentían. Que sus tiendas «no hacen cumplir el requisito» y que si se acercan a los clientes, «corren el riesgo de altercados verbales o físicos».
Si bien estos trabajadores de bajos ingresos han sido verbalmente elogiados hasta el cansancio como trabajadores esenciales, “eso rara vez se tradujo en un pago adicional además de sus bajos salarios”, dice la fuente.
Como hemos informado en este mismo espacio, inicialmente los empleados de los supermercados y tiendas de abarrotes no recibieron prioridad para las vacunas en la mayoría de los estados, incluso cuando los expertos en salud advirtieron al público que “limitara el tiempo en los supermercados debido al riesgo que representan las nuevas variantes del coronavirus… otro ejemplo de la poca protección y aprecio que han recibido durante la pandemia”. No obstante Texas abrió la disponibilidad para vacunarse a todos los mayores de 16 años ayer lunes.
Paralelo a esta preocupación está el peligro de los viajes de vacaciones, como el de la Semana Santa que se acerca por estos días. Y es que cada vez más, tal vez por la fatiga del confinamiento, el avance las vacunas o lo que sea, los estadunidenses están viajando más, con el consabido rebrote que ha seguido a esta fechas festivas.
Durante la última semana por ejemplo, un promedio de 1.3 millones de personas pasaron cada día por los puntos de control de seguridad en los aeropuertos de Estados Unidos, según reporta la Administración de Seguridad del Transporte (T.S.A.). Sólo el domingo, más de 1.5 millones de personas lo hicieron. Según sus proyecciones, un fuerte aumento de 180 mil viajeron cruzaron por los TSA en comparación con la misma fecha en 2020.
El tema ha cobrado gran importancia para el presidente Biden, quien pidió ayer lunes a los gobernadores y alcaldes que mantengan o restablezcan las órdenes de usar máscaras mientras la nación se enfrenta a un posible aumento de casos de coronavirus.
El sindicato United Food and Commercial Workers, que representa a casi 900 mil trabajadores de supermercado, dijo a la fuente este mes que “al menos 34 mil 700 trabajadores de supermercados en todo el país fueron infectados o expuestos a Covid-19, y al menos 155 de dichos trabajadores murieron a causa del virus”.
Diane Cambre, una supervisora de piso de 50 años de edad que trabaja en un almacén de Kroger en Midlothian, Texas, señaló que “había pasado gran parte del año preocupándose sobre la posibilidad de enfermarse, llevar el virus a casa a su hijo de 9 años y temiendo a las interacciones con clientes frívolos”. Ella usa un cubre bocas doble en la tienda a pesar de que le irrita la piel, y se cambia de ropa tan pronto como llega a casa.
Después de que el gobernador Greg Abbott de Texas dijera el 2 de marzo que terminaría el mandato de los cubre bocas en todo el estado a la siguiente semana, los clientes inmediatamente “comenzaron a llegar sin usar cubre bocas ni guardar la sana distancia, y ha sido bastante difícil conseguir que alguien use una», dijo Cambre. “Se supone que la gerencia debe ofrecer máscaras a las personas que no las usan, pero si no se las ponen, no se hace nada más”, deploró.
Lo mismo pasa en otros estados como Arizona, Alaska Carolina del Sur, las dos Dakotas, La Florida, Georgia, Idaho, Iowa, Oklahoma, Montana, Mississippi, Misuri, Nebraska y Tennessee, que hacen eco de las bravatas políticas y machistas de la pasada administración en contra de las medidas sanitarias, en un momento en que ‘el horno no está para bollos’■