De la redacción
A pesar de las súplicas y peticiones de alcaldes, autoridades locales de salud y representantes sindicales de los trabajadores de industrias procesadoras de carne para tratar de contener los brotes de infecciones de Covid-19 principalmente en zona conocida como el rustbelt, los gobernadores republicanos de Dakota del Sur, Iowa y Arkansas hicieron caso omiso y continúan abiertas dichas plantas empacadoras de carne ahora apoyadas por una orden ejecutiva del presidente Trump.
Durante los meses pasados el presidente Trump se negó a usar sus poderes presidenciales en tiempos extraordinarios o que atentan contra la seguridad nacional para suplir la vital necesidad de equipos de protección personal (PPE), respiradores artificiales y otros insumos a los trabajadores de hospitales y de la primera línea de defensa al coronavirus, mientras miles de estadunidenses morían diariamente por la rápida propagación de la pandemia y la falta de dichos equipos de protección.
Sin embargo este martes el presidente firmó una orden ejecutiva ordenando usar la Ley de Producción de Defensa para obligar a las plantas procesadoras de carne a permanecer abiertas en medio de la pandemia de coronavirus, prometiendo a dichas industrias que les proporcionará protecciones legales de responsabilidad.
«La razón de esta Orden Ejecutiva (EO) es que hubo discusiones entre ciertas compañías procesadoras de carne (Tysons, por ejemplo), para mantener abierto sólo el 20 por ciento de las instalaciones. La gran mayoría de esas plantas podrían haberse cerrado, reduciendo la capacidad de procesamiento en el país un 80%», explicó bajo anonimato un funcionario de la administración Trump en un mensaje a NBC News.
De hecho The New York Times publicó el lunes una tabla con los peores lugares de brotes de la infección de coronavirus en el país en estos momentos, en donde además de en las prisiones estatales, 4 de los 10 peores brotes de coronavirus en el país en estos momentos se hallan en plantas procesadoras de carne. Entre los primeros lugares de dicha lista figuran Tyson (Waterloo, Iowa), JBS (Pain, Arkansas) y como dijimos en este espacio, Smithfields (Sioux Falls, Dakota del Sur), entre otras, con más de 5 mil trabajadores infectados y hasta el día de ayer 20 muertos por esta causa, según reportó MSNBC.
La referida orden ejecutiva obliga a las procesadoras de carne a permanecer abiertas “para evitar la escasez en las cadenas de suministro de alimentos del país, a pesar de los crecientes informes de muertes de 20 trabajadores de dichas plantas debido al Covid-19 hasta el día de ayer.
De acuerdo con The Washington Post, “Trump invocó la Ley de Producción de Defensa para clasificar las plantas de carne como infraestructura esencial que debe permanecer abierta. Según la orden, el gobierno proporcionará equipo de protección adicional para los empleados, así como orientación, según una persona familiarizada con la acción que habló sobre la orden antes de que fuera firmada por el presidente. La persona no estaba autorizada a revelar detalles de la orden”.
El plan de Trump para firmar la orden fue informado por primera vez por Bloomberg News. Pero MSNBC, que ha venido reportando desde hace un mes o más sobre los brotes de infección de coronavirus en las plantas procesadoras de carne, como Tyson, Smithfields y JBS, entre otras, reportó ayer que la agencia federal de Enfermedades Infecciosas (CDC), tradicionalmente enérgica bajo las anteriores administraciones con las industrias o agencias cuando se trata de detener una infección que amenaza la seguridad nacional, se comportó “de una manera suave”, con las referidas plantas procesadoras de carne.
La CDC de la administración Trump emitió a estas plantas sólo recomendaciones opcionales para ordenar pruebas de coronavirus a sus trabajadores, aislar a los que resultaran infectados y darles tratamiento médico, aunque sólo como una recomendación y si así lo consideraban pertinente los dueños de estas plantas procesadoras. Obviamente no lo consideraron pertinente, no hicieron las pruebas de coronavirus salvo a sus ejecutivos y personal administrativo de mayor rango laboral, y ordenaron la reapertura incluso de plantas que se habían cerrado por la propagación del virus en miles de trabajadores.
Los alcaldes de ciudades y autoridades locales de salud habían estado enviando cartas a sus respectivos gobernadores –todos republicanos- para que ordenaran detener la reapertura de sus plantas porque esos trabajadores que laboran codo con codo en las líneas de producción, al terminar sus faenas regresan a sus hogares, exponen al contagio a sus familias y, por extensión, al resto de la comunidad. Y claro, son los gobiernos locales con sus menguados presupuestos financieros quienes corren con los gastos de la atención médica y los familiares con el profundo dolor.
De hecho, expertos en salud pública afirman que el asunto no termina con la muerte del trabajador, sino que esta desencadena otra pandemia, de salud mental, que se manifiesta en depresión, tristeza y en ocasiones hasta suicidios de familiares. Además de la pérdida del sostén económico, la quiebra financiera, los desalojos y el desamparo que hace a los más desafortunados terminar algunas veces en la calle, cuando no son deportados, en el caso de los inmigrantes indocumentados.
En tanto, a medida que se apresuraron a mantener el suministro de carne de Estados Unidos, dice el Post, “grandes procesadoras vieron cómo las plantas se convertían en puntos calientes de Covid-19, y cómo las enfermedades de los trabajadores aumentaron”.
Según la fuente, Trump aludió al plan de su orden ejecutiva el martes por la mañana durante una reunión en la Oficina Oval con el gobernador republicano de La Florida, Ron DeSantis. «Creo que vamos a firmar una orden ejecutiva hoy», dijo Trump. «Fue una circunstancia muy singular debido a la responsabilidad». No dio más detalles.
Expertos en seguridad laboral dicen que tal orden de Trump “evitaría que los funcionarios locales de salud ordenen a las compañías cárnicas que usen su arma más efectiva disponible para proteger a sus empleados del coronavirus: los cierres”.
Y afirman también temer que dicha orden del presidente socavará las pautas federales de salud, recientemente emitidas y diseñadas para guardar una distancia física entre los trabajadores en la línea de producción. “Trump no ha explicado públicamente en qué disposiciones de la ley dependerá para obligar a las plantas a permanecer abiertas u otorgar a las compañías protección contra los requisitos de seguridad en el lugar de trabajo”, concluye la fuente■