El Papa en América II

El Papa Francisco

El Papa Francisco

De La Redacción

Por eso, se crea o no se crea en Francisco y su iglesia, y aún si se es nóstico o ateo, se trata en este caso de reparar en la narrativa que trajo el Papa en su viaje al Continente Americano. Reflexiones que invitan, independientemente de la religión que se profese, o no se profese, a pensar en el momento en que vivimos; en un mundo transido por la violencia y la avaricia, de crisis de valores morales e inequidad social y material, ante el peligro inminente de exterminio nuclear y con graves males infligidos al medio ambiente.

El mundo se halla herido y fracturado en su tejido social por la guerra de dominación imperial y el botín o reparto ilegal de territorios y de recursos naturales, dice en sus discursos el Papa Francisco durante el viaje a Cuba y a Estados Unidos que acaba de concluir. Esto tiene como consecuencia fuertes desplazamientos humanos tras el despojo de los vencidos, flujos inmensos y permanentes de migrantes despojados y errantes por todo el mundo, una situación que se ve agravada por un medio ambiente amenazado y a punto de sufrir daños irreversibles para el planeta y la humanidad. O sea, para la vida, como muy bien puede estar ocurriendo ya.

La iglesia católica sufre además la dramática disminución de su feligresía. Y en cuanto su prestigio como entidad moral, la iglesia católica pasa -por lo menos- por el escándalo público. De ahí su desbandada. Entonces, la iglesia decide no quedarse de brazos cruzados y recurriendo a sus propios fundamentos originales, como el de salir al mundo exterior a predicar su fe, tal vez por su astucia y carisma El Vaticano envía en esta ocasión al Papa Francisco para tal misión, predicar la fe cristiana durante una semana en dos países del Continente Americano: Cuba y Estaos Unidos.

Una de las metas primordiales del Papa en este viaje parece ser, según sus propias palabras, la reconciliación; y frenar el éxodo de sus feligreses. Además, si se puede, reanimar el entusiasmo de la feligresía y hacer un fuerte llamado de atención a sus apóstoles, por los abusos cometidos: “Alrededor de 100 mil niños estadunidenses podrían haber sido víctimas de abuso sexual por sacerdotes, de acuerdo con un texto presentado por expertos en seguros, en una conferencia en el Vaticano celebrada en 2012”, cita The Independent.

Francisco aprovecha el viaje también para reflexionar sobre esta época de crisis en que vivimos, de un mundo convertido en “un gran Shopping Center”, según palabras del propio Papa. Y propone una serie de valores que apelan a un comportamiento ético, a la compasión y empatía con los seres humanos, principalmente con los más vulnerables o desfavorecidos. Valores que tienen que ver también con la equidad social y de la justicia, con la necesidad de abrir ventanas de oportunidades; pero sobre todo apelan a la unidad familiar y a la reparación del medio ambiente.

En sus pronunciamientos el Papa también señala la avaricia, el abuso del poder y lo inhumano del sistema capitalista, que genera tanta miseria humana. Denuncia a su vez el uso abusivo de la nueva tecnología, sin condenar a la tecnología per se, y reconoce importantes fallas históricas de la Iglesia Católica, como el referido abuso sexual a los niños y la inclinación de algunos jerarcas eclesiales por el lujo y los bienes materiales, y promete que dichos sacerdotes pedófilos “tendrán que rendir cuentas” (aunque no mencionó si ante la justicia divina, o la de los seres humanos o el mundo laico).

“De los 6 mil 698 millones 353 mil habitantes del planeta, solamente mil 165 millones 714 mil personas son católicos; es decir, aproximadamente una de cada seis personas ha sido bautizada en la Iglesia Católica”, dice Catolic.net. El resto de la humanidad está repartido principalmente entre el hinduismo, el budismo, los sikh, los musulmanes, los judíos y los ateos o gnósticos. De tal suerte que buena parte de la población mundial que no practica la religión cristiana, por lo menos han de haber visto con algún grado de escepticismo el mensaje del Papa en su viaje por América.

Pero en su visita a Cuba y Estados Unidos la semana pasada el Papa Francisco despertó por lo menos la curiosidad de ‘moros y cristianos’, así como muchas simpatías; con excepción sobre todo de varios grupos nativoamericanos que rechazaron la canonización que hizo el Papa Francisco del fraile Fray Junípero Serra, fundador de Las Misiones católicas en el siglo 19, que dieron paso a la colonización española en la California. Porque esos misioneros, amparando con la cruz el filo de las espadas “arrasaron la población nativa… propiciaron un sistema de explotación y esclavismo… y cometieron un genocidio”, dicen los que se oponen a dicha canonización.

Con una personalidad singular, simple, sencilla y directa, marcada por giros impredecibles que rompieron el orden y el esquema de los protocolos diplomáticos y eclesiásticos, humilde pero decididamente Francisco abordó temas políticos espinosos e incómodos para la clase política de ambos países en su gira, y hasta para la propia iglesia católica y el Vaticano, así como para la clase política y económica actualmente en el poder. Tal es el caso de su participación en los esfuerzos de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, o su crítica a la explotación económica capitalista, la deshumanización del sistema y su oferta de una vida vacía de valores morales y sumida en el consumismo, la competencia y el individualismo; y también en la voracidad, la explotación, el miedo, la persecución y la separación de la familia, con alusiones periféricas a la homosexualidad y el aborto, y repetidas menciones al tema de la inmigración rota y la urgencia de atender el cambio climático.

No se ignora aquí la responsabilidad histórica de la iglesia católica de Argentina, por ejemplo, tierra natal del Papa, y su relación con la dictadura militar que gobernó durante el periodo conocido como la Guerra Sucia, donde murieron y desaparecieron miles de personas disidentes de ese régimen castrense, empresa que contó con el silencio de la iglesia católica. En ese periodo Jorge Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco, era el obispo primado de Argentina. Como dice el investigador y periodista, también argentino, Horacio Verbitsk: “No es lo mismo el Obispo Bergoglio que el Papa Francisco”.

Ciertamente, abunda el investigador, hay una transmutación lógica en la personalidad del Papa, que sin embargo hoy muestra “una actitud nueva y colaborativa”. En ella, por ejemplo, Francisco abre a la investigación los registros de bautismo de fe de muchos argentinos, registros custodiados por la Iglesia Católica de Argentina, pertinentes a dicho periodo que azotó incluso a toda Latinoamérica con el terror de dictaduras militares, abiertas o disfrazadas, y brinda la oportunidad de apertura de otros archivos de la dictadura argentina.

Por eso, se crea o no se crea en Francisco y su iglesia, y aún si se es nóstico o ateo, se trata en este caso de reparar en la narrativa que trajo el Papa en su viaje al Continente Americano. Reflexiones que invitan, independientemente de la religión que se profese, o no se profese, a pensar en el momento en que vivimos; en un mundo transido por la violencia y la avaricia, de crisis de valores morales e inequidad social y material, ante el peligro inminente de exterminio nuclear y con graves males infligidos al medio ambiente. Se trata, pues, del futuro del planeta y de la humanidad, y vale la pena una reflexión colectiva■

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