Marco Vinicio González
Alrededor de 3 millones de acres de tierra o el tamaño de Connecticut se ha estado quemando en Nuevo México durante poco más de un mes. Ante la entrada oficial del verano mañana y las nuevas olas de calor en marcha, ecologistas y silvicultores afirman que todo parece indicar que esta situación empeorará. Entre enero y mediados de junio se han registrado los más severos incendios de la última década.
Y en los últimos dos años California experimentó dos de sus peores incendios forestales: el incendio Dixie en 2021, que quemó casi un millón de acres y el incendio August Complex en 2020, que superó el millón de acres. Y también estuvo el incendio Marshal en Bolder, Colorado.
Pero la lamentable pérdida de bosques no ha sido lo peor. El humo que se ha desprendido y que ha viajado largas distancias impulsado por el viento se ha convertido en un peligro para los pulmones de las personas que viven a cientos o incluso miles de millas de distancia.
Además, se han quemado estructuras y cultivos, causando daños económicos de decenas de miles de millones de dólares. ¿Qué ha vuelto tan frecuentes y destructivos estos grandes incendios y qué se necesitará para revertir la tendencia?
Científicos del clima afirman que los incendios forestales han quemado el oeste del país durante miles de años, y sin embargo, sostienen, se han vuelto mucho más peligrosos debido a la actividad humana. Alrededor del 96 por ciento en lo que va del año. Y también han generado las condiciones para más incendios.
Los humanos también han pasado décadas emitiendo gases a la atmósfera que calientan el planeta, ayudando a que los incendios forestales se vuelvan más calientes, más grandes y más rápidos, dice el Servicio Forestal estadunidense.
Los incendios se han vuelto cada vez más comunes a medida que el oeste de Estados Unidos se ha secado y las temperaturas han aumentado. Los inviernos son más cálidos y proporcionan menos alivio al calor. En las cimas de las montañas la nieve invernal, que puede frenar los incendios forestales al agregar humedad a la madera del bosque, comenzó a derretirse a principios de la primavera y con mayor rapidez.
Los fuertes vientos han secado aún más la leña y han acelerado el movimiento de los incendios forestales.
Para combatir esta calamidad climatológica tanto los científicos ambientalistas como el Servicio Forestal de Estados Unidos recomiendan eliminar la fuente de combustible de un incendio forestal con anticipación, como la principal forma de prevenir o reducir su impacto.
Una opción, dijeron, es talar los bosques manualmente con sierras, rastrillos y excavadoras. Otra es las quemas prescritas, que se encienden intencionalmente para consumir maleza muerta y árboles pequeños a una intensidad mucho menor, pero extremando la vigilancia en el uso de estos métodos, que también se pueden combinar; pero requieren planificación y conocimientos técnicos.
El rastreo manual puede ser lento y laborioso. Las quemas prescritas deben realizarse en las condiciones climáticas y con los combustibles adecuados para limitar el riesgo de una quema fuera de control■