De La Redacción
Su estudio, que se basó en una muestra de más de 50 mil votantes verificados, recogidos anualmente desde el año 2006, llegó a esta conclusión: «Estamos encontrando que normalmente estrictas leyes de identificación de votantes doblan o triplican la brecha en la participación entre blancos y no blancos».
Un proceso profundamente antidemocrático se abre paso en esta sociedad democrática en los últimos años, que priva deliberadamente de sus derechos civiles a los votantes de las minorías, dice The New York Times.
Se trata de las leyes de identificación o ID del votante, que desde su inserción en los procesos electorales de al menos unos 33 estados que las mantienen vigentes actualmente en este país, ha estado sujetas a feroces debates en la academia, los medios de comunicación y en la opinión pública.
Quienes proponen dichas leyes de identificación cada vez más restrictivas, políticos mayormente republicanos, dicen que exigir más regulaciones o pruebas al elector para sufragar es una herramienta esencial en el combatir al fraude electoral, mientras que sus críticos sostienen que están destinadas principalmente a suprimir la participación de grupos de tendencia demócrata, como las minorías y los estudiantes.
El tema es de por sí relevante, pero cobra aun mayor importancia ante la proximidad de las elecciones presidenciales, en las que nuevas leyes refuerzan los requisitos de identificación para los votantes, reglas que entran en vigor en Texas y otros 14 estados por primera vez durante una elección presidencial.
Muchas de estas leyes se encuentran en los estados del sur, cuyos procedimientos de elección habían estado a buen recaudo bajo la supervisión federal, para el buen cumplimiento de la ley de Derechos del Votante de 1965; hasta que la Suprema Corte invalidó las disposiciones clave de la ley en 2013, que protegían precisamente estos derechos.
Las nuevas leyes de identificación están cambiando incluso la manera como muchos aspirantes a puesto de elección popular están corriendo sus campañas, “con candidatos que no sólo invierten tiempo en asegurar el voto, sino también en asegurarse de que esos votos sean contados”, dice Pete Gallego al Times.
Pete Gallego es un representante demócrata texano que perdió una elección al Congreso por tan sólo 2 mil 422 votos en 2014. La perdió porque muchos de los votantes que se quedaron afuera del padrón habrían votado abrumadoramente por él. Y es que de los 33 estados con leyes de identificación del votante, 17 de los cuales -incluido Texas- requieren no sólo pruebas de identidad oficiales y escritas, sino además con fotografía.
Algunos estudios sobre este tema afirman sin embargo que sólo unos cuantos votantes han sido borrados de las listas en las casillas electorales. Pero un estudio realizado en 2015 por el Instituto de Política Pública Baker, de la Universidad Rice en Houston, halló que han sido muchos más los votante calificados para votar, que sintiéndose confundidos o intimidados por las nuevas regulaciones ni siquiera intentaron hacerlo. La reciente investigación académica indica que los requisitos de participación con ID oficial sí restringen y afectan de manera desproporcionada la votación de las minorías.
En Texas por ejemplo, más de 600 mil personas son elegibles para votar o ya están registrados para hacerlo, pero no tienen una identificación aceptable, con fotografía, de acuerdo con un análisis admitido como evidencia en 2014, en una demanda federal que buscaba derogar dicha ley estatal sobre los ID’s con foto para votar.
El autor de dichos estudio del Instituto Baker, Mark P. Jones afirma que “lo que los electores escuchan es que se necesita un ID para votar, pero no escuchan la segunda parte que dice que si tienes otro tipo de identificación estás O.K.”
Después de la estrecha derrota de Gallego en 2014, los investigadores del Instituto Baker y de la Universidad del Centro Hobby para la Política Pública en Houston, encuestaron a 400 votantes registrados en el distrito que se perdió esa elección. A todos se les preguntó por qué no votaron. Calificándolos en una escala de 1 a 5, de una lista de siete explicaciones -está enfermo, que tiene problemas de transporte, siendo demasiado ocupado, siendo fuera de la ciudad, que carecen de interés, no gustar a los candidatos y que carecen de una necesaria identificación con foto.
Cerca del 26% de esos encuestados afirmó que la razón principal por la que no votaron fue por estar muy ocupados. En el otro extremo un 5.8% dijo que la razón fue porque les faltaba un ID con foto apropiada, y otro 7% citó esta como una de las razones. Sin embargo lo más sorprendente, señala la fuente, fue lo que los investigadores hallaron luego de una segunda revisión de las encuestas, y la respuesta de la gran mayoría fue que no votaron por carecer de un ID adecuado, aunque tenían una identificación que hubiera servido pero no los sabían. Por otra parte, el Dr. Jones, del Instituto Baker señalo que «Los votantes confundidos dijeron que habrían votado abrumadoramente por Gallego».
No se sabe si de haber votado habría cambiado el resultado de la elección, pero estudios consistentemente indican que un modesto, aunque significante grupo de estadunidenses adultos (13.6%) carecen de una identificación oficial con foto; como una licencia de conducir, o una credencial de la universidad. Los estudios, consistentemente muestran que, comparados con los blancos, el grupo de las minorías sin ID es muchos más grande.
Por su parte, el gobernador de Texas, Greg Abbot, quien defendía la ley del ID contra una demanda legal cuando él era el Fiscal General, argumentaba que dicha ley mantenía la integridad de la elección, y que no marginaba a los votantes, porque el fraude abundaba en Texas. Pero una revisión de casos de fraude o irregularidades demostró que de unas 120 casos en Texas, entre 2000 y 2015, ocurrieron sólo unos ocho casos al año; se presentaron los casos de compra de votos y la creación de domicilios falsos para votar. Los críticos de la ley notaron que no más de tres o cuatro infracciones habrían ameritado ser impedidas por la ley de identificación de votantes.
Lorraine Minnite, autora del libro “El Mito del Fraude Electoral”, sostiene que “Nacionalmente, el fraude que podría ser detenido con el ID es casi inexistente”. Para influir una elección, afirma, se requeriría persuadir a miles de personas para que cometan una felonía, representándose mal ellos mismos, y sin ser detectados. “Es ridícul –el ID- no es una manera efectiva de corromper una elección”.
Zoltan L. Hajnal, es profesor de ciencias políticas en la Universidad de California en San Diego, y uno de los autores del estudio sobre las leyes de identificación con foto y participación minoritaria. La cuestión relevante, dijo, es la forma en la que la participación minoritaria se comporta en estados con leyes de identificación con foto, y se le compara con la de los estados sin tales leyes.
Su estudio, que se basó en una muestra de más de 50 mil votantes verificados, recogidos anualmente desde el año 2006, llegó a esta conclusión: «Estamos encontrando que normalmente estrictas leyes de identificación de votantes doblan o triplican la brecha en la participación entre blancos y no blancos».
Estos y otros hallazgos confirman que en realidad las leyes que exigen para sufragar una identificación oficial con fotografía inhiben la participación de grandes grupos que pertenecen a las minorías■