Jonathan Cuevas con su hijo. Foto: Cortesía de la familia Cuevas.
En Los Ángeles, familiares y amigos de víctimas latinas y afroamericanas de la violencia policiaca conversan sobre formas de trabajar en común acuerdo sobre iniciativas que ayuden a revertir la crisis de brutalidad e impunidad en esta populosa región. Nuestro corresponsal Rubén Tapia reporta sobre algunos de estos esfuerzos para unir a las dos comunidades. Este reportaje es parte de la serie «Hablando de la Raza».
“Is about what we are going to do right now…”
El popular rapero, The Game, se compromete ante más de mil activistas y ex pandilleros a sumarse a detener la ola de violencia entre las pandillas y por parte de la policía, que sigue enlutando los barrios angelinos.
“Today I won’t be at this peace conference, at this march, at these protests and go away. Today I lid by example…”
(El día de hoy no estaré en esta conferencia de paz, en esta marcha, en esta protesta y me retiro. Ahora dirigiré con el ejemplo).
Cumbre de la unidad en el barrio y las pandillas convocada por la Nación del Islam en Sur Central LA. Foto Rubén Tapia.
La cumbre fue convocada por la Nación del Islam y apoyada por otros artistas como Snoop Dogg. Algunos de los pandilleros presentes firmaron un cese al fuego.
Consignas: iHands up, do not shoot!
La brutalidad policiaca la experimentó desde muy niño Diwaine Smith, un activista afroamericano que nació y creció al sur de Los Ángeles:
“Be harassed by police officers all the time. Pull over for no reason. Check for no reason”
(Siempre era hostigado por la policía. Me detenían y revisaban sin causa justificada)
Smith, activista de la Coalición Juvenil por la Justicia ha visto morir a varios amigos por las balas de policías y sus colegas encubridores. El último, hace pocas semanas.
Firman cese al fuego en Sur Central. Foto: Rubén Tapia.
“It’s about four different stories they put out: The first, he was on the run for murder. Then that there was an exchange of fire and he killed the dog, then they say, no we killed the dog, it was a friendly fire”.
(Ellos dieron como cuatro versiones diferentes. Primero que era un prófugo de asesinato. Después que tuvieron un intercambio de disparos y el mató al perro. Luego que no había matado al perro, que fue fuego amigo).
Su familia exige una investigación independiente. Pero estos asesinatos de civiles por balas policiacas no son nuevos en Long Beach
“!No justice no peace…!”
El año pasado varias decenas de activistas y familiares de víctimas de diferente orígenes étnicos exigieron castigo a los policías, caminando por las calles de Long Beach. Obstruyeron el tráfico frente a la estación de policía. Mientras aplaudían al escuchar 40 nombres de víctimas mortales de esos agentes.
Jonathan Cuevas. Foto: Cortesia de familia Cuevas.
Héctor Marejón, -aplauso.
Dante Jordan –aplauso.
Christopher Taylor –aplauso.
La historia se repite un poco más al norte de Long Beach.
“Tres balas le pegaron en la espalda y una aquí en el lado”
Alicia Álvarez es la mama de Jonathan Cuevas, un joven de 20 años de edad baleado mortalmente por un sheriff del condado de Los Ángeles hace 6 años. Recuerda la versión policiaca:
“Según que mi hijo tenía una pistola en la cintura. Que volteó y le iba a disparar. Que el policía lo comenzó a balacear, que cayó el al piso. Que se paró sobre él y lo siguió balaceando porque tenía las manos debajo de él y traía la pistola allí”
Alicia no les creyó y se volcó a la protesta pública
“Yo hacía una cada mes”
Al año la familia logró que les entregaran un video que muestra la verdad. El agente Julio Jove, un ex militar quien tiene otras seis muertes en su haber, reconoció en la corte que había sembrado el arma a Jonathan, asegura Alicia Álvarez:
Recuerdos de Jonathan. Foto: Ruben Tapia.
“Había sacado la pistola de la cajuela de otro carro de policía. Había falsificado los reportes y había pedido a los otros policía que también le siguiera la corriente para ayudar a tapar la muerte de mi hijo”
Sin embargo no despidieron al agente y la fiscalía alegando causas técnicas, se negó a reabrir el caso. El policía Julio Jove ahora trabaja como detective. Hace poco una hija de Alicia llamó al 911 por violencia doméstica, y enviaron a investigar al mismo detective que mató a su hermano. Su hija estaba aterrorizada, dice Alicia.
“Tenía temor, no paraba de temblar. Se puso mala”
Angustiada, Álvarez, madre de 5 hijos y con 14 nietos, se mudó a Las Vegas durante un año. Ya de regreso, y enferma de cáncer, sin que se lo pidieran acudió en ayuda de una joven afroamericana cuyo marido fue baleado mortalmente hace medio año, a pocas cuadras donde mataron su hijo Jonathan.
“Le di mi pésame y la abrace. Le dije, agarra toda la información que puedas ahorita y escribe lo que estás diciendo con ellos, porque toda esa información la vas a necesitar”, comentó Álvarez.
Protesta por Jonathan. Foto: Ruben Tapia.
Además, Alicia la ha acompañado en algunas protestas para exigir justica. Se indignó cuando vio los videos de los asesinatos en Luisiana y Minnesota, pero también mostro pesar por los 8 policías caídos en Dallas y Baton Rouge, reflexiona:
“Tiene que ‘realizar’ (entender) que hay un problema y si siguen tapándose uno al otro va a ser muy difícil. Tienen que sacar todos los que son malos y tratar de arreglar esa relación con la comunidad. Para que se unan y no haya tanta matadera (sic). Yo no quiero mirar así el mundo. Me da miedo por mis nietos”
