Maribel Hastings
La obstinación de Donald Trump con los migrantes se da a todos los niveles. Si llegan a la frontera buscando asilo, utiliza los más crueles mecanismos para evitar que sigan llegando. Eso incluye la separación de familias, el retorno a México para aguardar por una audiencia, o hacinarlos en condiciones infrahumanas, incluyendo a niños y bebés, todo con el fin de “disuadir” a otros de emprender el viaje.
Y si los inmigrantes indocumentados ya viven entre nosotros, algunos durante décadas, con familias establecidas, hijos ciudadanos, además de trabajar y pagar impuestos, Trump los quiere sacar mediante la cancelación de los programas que les han permitido vivir sin el constante temor a la deportación, por ejemplo el programa de acción diferida y el de protección temporal, DACA y TPS respectivamente.
Pero Trump va más allá. Con su insistencia en incluir una pregunta sobre ciudadanía en el Censo 2020, este presidente busca borrar a los indocumentados del mapa, consciente de que la pregunta haría que personas sin documentos o incluso sus familiares residentes o ciudadanos no participen del conteo decenal. Eso, a sabiendas de que los resultados del censo determinan cómo se reparten miles de millones de dólares en fondos federales para estados y localidades para un sinfín de asuntos y proyectos, desde escuelas, Medicaid, así como servicios públicos e infraestructura. Y también determina cuántos escaños le corresponden a cada estado en la Cámara de Representantes. Es decir, el conteo debe ser lo más exacto posible para que las jurisdicciones reciban los fondos federales y obtengan escaños a la Cámara Baja basándose en cuántas personas allí residen, sean o no ciudadanos estadunidenses.
La Corte Suprema de la nación envió el caso de la pregunta sobre ciudadanía de vuelta a los tribunales de menor instancia porque el gobierno de Trump no pudo justificar por qué quiere incluirla en el Censo.
De momento se pensó que la Casa Blanca desistiría de agregar la pregunta al formulario del Censo y comenzaría a imprimir los formularios, pero Trump, como siempre, insistiendo a toda costa en satisfacer a su base antinmigrante, declaró que su gobierno buscará la forma de agregar la pregunta, y lo que dijo evidencia cuáles son las intenciones reales. “Se necesita para el Congreso… para los distritos”, declaró el presidente, refiriéndose a que las cifras del Censo se emplean para trazar las líneas distritales y determinar la cifra de escaños al Congreso.
Pero eso no fue lo que argumentó el gobierno de Trump ante el Supremo cuando indicó que la pregunta era necesaria para implementar la Ley de Derecho al voto, explicación que, según el máximo tribunal, no se sustenta.
Es decir, que el plan del gobierno de Trump consiste en provocar un subconteo, particularmente en las jurisdicciones con altas concentraciones de minorías, sobre todo de hispanos. De esta forma, al trazar líneas distritales y determinar la cifra de escaños, los blancos no hispanos serían los más beneficiados y, por añadidura, se beneficiarían más los republicanos que los demócratas.
Los ataques al Censo no son nuevos. Lo que sí es nuevo es el descaro con que esta administración emprende esos ataques y cómo politiza incluso ejercicios previstos en la Constitución. Trump, de hecho, indicó que una de las alternativas que prevé es incluir la pregunta de ciudadanía mediante orden ejecutiva, aunque durante el fin de semana expertos cuestionaron la legalidad de la movida, toda vez que el Artículo Iº de la Constitución le asigna al Congreso, no al presidente, la responsabilidad de supervisar el conteo decenal.
El Censo arranca el 1 de abril de 2020 cuando todavía Trump es presidente. Cada diez años las organizaciones cívicas, junto a medios de comunicación emprenden campañas para asegurar que las minorías y particularmente los inmigrantes indocumentados respondan al formulario, conscientes del temor que sienten estos sectores hacia las autoridades, aunque la información recabada es confidencial.
Este próximo conteo decenal se dará en medio de una de las peores atmósferas antinmigrantes en años recientes, liderada por el propio presidente; pues pase Io que pase con la pregunta sobre la ciudadanía, ya Trump y su gobierno sembraron la semilla del miedo y la desconfianza.
Porque no cabe duda que los recientes acontecimientos sobre el tema del Censo constituyen una batalla más en la guerra de Trump contra migrantes y minorías■