De la redacción
Hoy hace 17 años Estados Unidos sufrió el peor ataque terrorista en su suelo, que cobró la vida de 2 mil 977 víctimas, empleados de las destruidas Torres Gemelas y visitantes de esa zona de Wall Street. Unas 412 bajas fueron trabajadores de emergencia que respondieron al World Trade Center, incluidos 343 bomberos del Departamento de Bomberos de la ciudad de Nueva York.
A lo largo de 17 años muchas personas han seguido muriendo de padecimientos varios relacionados con asma y otros problemas respiratorios; docenas de diferentes tipos de cáncer, afecciones al sistema nervioso, desórdenes de estrés postraumático y males provocados ulteriormente por las heridas.
Además, “El descubrimiento del ADN ha ayudado a identificar a más víctimas del ataque del 11 de septiembre, pero cerca de mil de esas víctimas aún no se han identificado positivamente”, dice Health Watch.
De acuerdo con la organización change.org, «unas 10 mil personas que acudieron a ayudar en el World Trade Center tras el atentado han sido diagnosticadas con cáncer», debido a la inhalación del aire contaminado, con unas 2 mil 500 partículas tóxicas. Por cierto que el entonces alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani apuró a los empleados del sector financiero a volver rápidamente a sus trabajos cuando el aire de la zona todavía representaba un grave peligro para su salud. La EPA por su parte hizo algo similar.
El costo material de la destrucción ascendió hasta el momento a unos 10 mil millones de dólares, y otros casi 5 mil millones han sido destinados por etapas, resultado de duras luchas de la población civil, a programas como el fondo de Compensación a las Víctimas del 11 de Septiembre.
Pero este crimen cometido por el terrorismo internacional no sólo se cuantifica en pérdidas humanas y materiales consumadas el día de los fatídicos ataques, y posteriormente con el deterioro de la salud de miles, entre los que han muerto cientos tal vez. El 11 de Septiembre también tuvo otros impactos.
Por ejemplo, después de los ataques del 11 de septiembre las medidas de seguridad de los aeropuertos se endurecieron; hubo una respuesta militar hacia Afganistán, a pesar que los 19 yihadistas responsables de dichos ataques era casi en su totalidad de Arabia Saudita, y la seguridad en las fronteras se endureció también.
Los inmigrantes latinos, que heredaron el repudio xenófobo de buena parte de la población estadunidense blanca hacia todo extranjero y que reavivó el racismo latente de una parte de la sociedad que se resiste a aceptar el cambio demográfico, generó mucha violencia y mucha muerte. Quizás más de los casi 3 mil que murieron el 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center.
Las reacciones domésticas como secuelas de los referidos ataques en suelo estadunidense incluyeron los crímenes de odio, originalmente contra los musulmanes estadunidenses aunque también contra latinos y asiáticos, y en el plano internacional los musulmanes también respondieron. Desde entonces en este país y sobre todo en Europa la violencia ha cobrado muchas vidas inocentes, o de quiene ‘ni la debían ni la temían’, lamentablemente.
Un reporte de la Oficina de Contabilidad del Gobierno de Estados Unidos (Government Accountability Office), GAO, por ejemplo, muestra que de septiembre 12 de 2001 a diciembre 31 de 2016 ha habido 85 ataques terroristas letales en este país, cometidos por extremistas, cuya inmensa mayoría han sido personas blancas ultraderechistas.
“El extremismo violento generalmente se define como apoyar o cometer actos violentos para alcanzar objetivos políticos, ideológicos, religiosos o sociales”, afirma GAO en un informe de abril de 2017.
Este terrorismo de derecha es una violencia que “incluye la islamofobia, el anticomunismo, el neofascismo y el neonazismo”, además de una actitud hostil “contra el derecho de la mujer a elegir su embarazo”; y contra los inmigrantes, indocumentados y no. “Este tipo de terrorismo ha sido esporádico, con poca o ninguna cooperación internacional”.
Los terroristas de derecha o nacionalistas blancos segregacionistas “intentan derrocar gobiernos y reemplazarlos por regímenes nacionalistas o fascistas” -como el actual-, que apelan a un nacionalismo blanco y emulan al fascismo. El núcleo de este movimiento incluye “cabezas rapadas neofascistas, extremistas de extrema derecha… que creen que el estado debe deshacerse de los elementos extranjeros para proteger a sus ciudadanos”, dice Wikipedia.
Una segunda causa del terrorismo de derecha es el populismo, o más exactamente el populismo de derecha; una forma de nostalgia política de la identidad, que es intrínsecamente anti-establecimiento y anti-pluralista, demográficamente hablando. ‘Make América Great Again’ se ajusta a esta visión que apoya el etnocentrismo y se opone a la inmigración.
Las políticas populistas de derecha que recientemente se han cubierto en los medios incluyen la Orden Ejecutiva 13769, que es la prohibición de viajar a Estados Unidos para los ciudadanos de países con mayoría musulmana; y la política de Inmigración de Donald Trump que propone que se construya un muro entre Estados Unidos y México para evitar supuestamente que los inmigrantes indocumentados lleguen a Estados Unidos; o la cruel política de Cero Tolerancia que ha causado tanto dolor en las familias migrantes e inmigrantes.
El nacionalismo blanco, o terrorismo doméstico supone que la política de inmigración no sólo amenaza la competencia económica, sino que también amenaza los valores e identidades tradicionales, suponen los mitos más socorridos de parte de la sociedad blanca de este país. Estas dos aserciones son obviamente falsas, según han demostrado varios estudios que Radio Bilingüe ha analizado al aire con expertos de primera línea.
De acuerdo con Wikipedia, “Debido a las motivaciones etnocéntricas detrás de estas políticas, los ataques antinmigrantes se clasifican como populismo de derecha. Y debido a que el populismo de derecha crea un clima de ‘nosotros contra ellos’, es más probable que el terrorismo ocurra”. La perspectiva del conflicto se enfoca en los “recursos escasos y las estrategias que los grupos privilegiados utilizan para perpetuar los acuerdos sociales que los benefician”.
Y cuando las personas sienten que sus valores tradicionales están siendo amenazados “y que esto contribuye al aumento de la inmigración, se produce un conflicto y de caracter terrorista”.
Esta situación no es sin embargo un legado exclusivo del 11 de septiembre de 2001, sino que ha estado presente a lo largo de la historia de este país, desde la llegada de los primeros europeos que despojaron de sus territorios a los nativoamericanos; pero es recurrente y cíclica. Y cuando encuentra las condiciones propicias, como hoy con el gobierno de Trump, emerge a la superficie y causa mucha muerte y destrucción.
La evidencia científica derivada y acumulada desde hace 17 años ha llevado a pensar en estos términos■