De la Redacción
Un alto funcionario de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (E.P.A), había trabajado para cancelar una revisión del ingrediente principal de Roundup, el glisofato (glyphosate), que debía haber sido conducida por el Departamento Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. “Los documentos también revelaron que había algún desacuerdo dentro de la E.P.A. sobre su propia evaluación acerca de la seguridad” del Roundup.
La reputación de Roundup, un producto químico o herbicida sistémico no selectivo, de los más utilizados en el mundo y cuyo ingrediente activo –glisofato- es particularmente eficaz para matar las malezas perennes, o eternas, ha sido impactada este martes cuando un tribunal federal en San Francisco reveló documentos internos que planteaban serias dudas sobre la seguridad de este producto en la salud humana, y sobre la integridad de las prácticas de investigación de su productor, el gigante Monsanto, reporta The New York Times.
Roundup es el producto ‘estrella’ de Monsanto, y productos similares se utilizan casi para todo en el mundo, desde los cultivos en huertos familiares hasta cultivos a gran escala en la agroindustria. Sin embargo, la cuestión de la seguridad del glisofato no es trivial para los estadunidenses, indica la fuente.
En las dos últimas décadas, “Monsanto ha modificado genéticamente el maíz, la soya y el algodón, por lo que es mucho más fácil pulverizarlos con el herbicida”. Y agrega que “alrededor de 220 millones de libras de glisofato regaron los campos de cultivo y jardines domésticos de Estados Unidos en 2015”.
El asunto aquí parte del análisis hecho sobre los correos electrónicos internos entre la corporación multinacional, Monsanto, funcionarios gubernamentales y académicos que realizan la investigación financiada por esta industria, que se preguntan por los retos que plantea para la salud humana el uso de este producto, al que desde hace tiempo se le considera “relativamente seguro”.
Una corte federal en San Francisco ha desafiado la conclusión de los estudios, basándose en los hallazgos de un panel internacional que afirmó que el ingrediente principal de Roundup podría causar cáncer.
Los documentos de la corte incluyeron el tráfico de correo electrónico entre la compañía y los reguladores federales, dice la fuente. “Los expedientes sugirieron que Monsanto mantenía una investigación escrita por redactores fantasma (ghostwritten), que era atribuida posteriormente a algunos académicos”.
En dichos expedientes se indica que “un alto funcionario de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (E.P.A), había trabajado para cancelar una revisión del ingrediente principal de Roundup, el glisofato (glyphosate), que debía haber sido conducida por el Departamento Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos». Los documentos también revelaron que «había algún desacuerdo dentro de la E.P.A. sobre su propia evaluación acerca de la seguridad” del Roundup.
La corte entonces encontró que Monsanto fue avisado anticipadamente sobre dicha determinación, por un subdirector de división de la E.P.A., Jess Rowland. “Eso llevó a la compañía a preparar un asalto de relaciones públicas acerca del hallazgo, con bastante anticipación a su publicación”.
Los ejecutivos de Monsanto, sostiene el Times, “en su correos electrónicos internos también dijeron que Rowland había prometido eliminar el esfuerzo del Departamento de Salud y Servicios Humanos para llevar a cabo su propia revisión”.
El asunto también involucra la integridad de algunos académicos que se han prestado a la difusión de investigaciones científicas manipuladas por Monsanto. Luego pegan el nombre de algún o algunos investigadores con hallazgos “conclusivos” sobre la seguridad de dicho herbicida.
En un comunicado, Monsanto dijo: «El glisofato no es carcinógeno».
Agregó: «La alegación de que el glisofato puede causar cáncer en los seres humanos es incompatible con décadas de exhaustivas revisiones de seguridad por parte de las principales autoridades reguladoras de todo el mundo. Los demandantes han presentado documentos aislados –los correos internos de Monsanto-, que se toman fuera de contexto».
En otro correo electrónico William F. Heydens, un ejecutivo de Monsanto dijo a otros funcionarios de la trasnacional que “podrían escribir una investigación sobre glisofato contratando académicos para poner sus nombres en los documentos que fueron escritos por Monsanto… Ellos simplemente editarían y firmarían sus nombres”.
Las revelaciones son las últimas en plantear inquietudes sobre la integridad de la investigación académica financiada por las empresas agroquímicas, sostiene The New York Times. El año pasado, una revisión de este periódico mostró cómo “la industria puede manipular la investigación académica o los hallazgos, de una manera incorrecta”.
Dichas declaraciones son incluidas en un documento financiado por Monsanto sobre glisofato, publicado en la revista Critical Reviews in Toxicology, e indicaron que “los miembros del panel fueron contratados por una firma consultora”.
El abogado Robin Greenwald, que también participa en el litigio concluyó que, «Incluso en la Unión Europea ha habido un gran desacuerdo entre los países. No es tan simple como dice Monsanto»■