En Chile las encendidas protestas antigubernamentales continúan por tercera semana consecutiva, en demanda de una nueva constitución política y ante la insistencia del presidente Santiago Piñera de que no renunciará. Con opiniones encontradas, emigrados chilenos de Estados Unidos siguen de cerca los dramáticos acontecimientos en su patria. Sobre esto comenta Patricio Zamorano, analista político y co-director del Consejo de Asuntos Hemisféricos, con sede en la ciudad de Washington, y también Director Ejecutivo de Infoamaericas.
Por Patricio Zamorano
Los chilenos en el exterior somos testigos a veces intranquilos, por la grave crisis social en Chile. Hay mucha preocupación, mucha ansiedad por estar lejos, y ver cómo se deteriora el tejido social en el país. Y esta semana acabamos de hacer nuestro primer cabildo en comunidad acá, en Washington, DC, Virginia y Maryland.
Fue una emoción enorme compartir con connacionales sobre no sólo lo que pensamos sino sobre lo que sentimos, sobre el presente y el futuro del país. Tenemos que estar muy centrados en las causas de fondo de esta crisis. Hay muchos chilenos que sólo se centran en el vandalismo y la violencia. Eso nos puede desviar de la oportunidad de oro que tenemos. Aquí, o implementamos reformas de fondo que nos saquen del hoyo y hagan despegar un desarrollo a base de equidad, o siempre estaremos sumergidos en esta situación de desesperación. Y bajo ninguna circunstancio debemos desensibilizarnos de la grave situación de represión que hay en Chile.
Ya van más de 20 muertos, más de mil 600 heridos, hay más de 100 denuncias judiciales por tortura contra la policía de carabineros. Este problema va más allá de la destrucción de infraestructura pública y privada. Esta es la consecuencia de un proceso de deterioro de décadas, de un país que no nos ha ofrecido el cuidado que todo ser humano necesita para sentirse pleno. Estamos profundamente afectados emocionalmente por lo duro que es la vida en Chile. La dictadura nos traumatizó sin duda. Y el sistema demasiado extenso de privatizaciones mató el alma de Chile.
La mitad del país de menos ingresos, el 50 por ciento disfruta de sólo el 2% de la riqueza del país. El 25% más rico se lleva el 70% de la riqueza. La mitad de los chilenos ganan menos de 500 dólares al mes. Somos séptimos en el planeta en peor desigualdad. ¡Séptimo! Ese es el problema de fondo, esa criminalidad del modelo de distribución de la riqueza, no llena la portada de los diarios.
Solucionemos el problema de fondo, seguir condenando a los jóvenes pobres, marginalizados por tirar piedras y quemar comercios no soluciona nada del tema estructural de fondo. Podemos arrestarlos a todos y ¡que se pudran todos en la cárcel! Eso no cambiará la estructura de desigualdad que mantiene a Chile permanentemente herido. Tenemos que estar más unidos que nunca, derechistas e izquierdistas, todos podemos trabajar para sacar a Chile adelante. Terminar la desigualdad crónica es un eslogan que todos podemos defender sin duda■