Las Cárceles de inmigración causan heridas invisibles a niños centroamericanos. En los Estados Unidos, existen tres centros de detención para familias inmigrantes. En su mayoría los detenidos son centroamericanos que vinieron huyendo de la violencia y buscan asilo. El gobierno considera que estos centros son una alternativa humanitaria, pero según especialistas, lejos de proteger, esos reclusorios echan sal en las heridas de una población de por si traumatizada, y los niños son los más afectados. Valeria Fernández visitó a familias detenidas en uno de esos centros en Leesport, Pennsylvania, y nos entrega este reportaje. Este reportaje es parte de la serie «Hablando de la Raza».
Todas las noches antes de dormir en el Centro Residencial de Familias del Condado Berks Isamar Sánchez piensa en los hombres que la amenazaron de muerte en El Salvador. Su presencia invade no sólo sus propias pesadillas, sino las de su hija Jacquelinne, de 8 años.
“Dice que ella ha soñado muchas veces que estamos en El Salvador y que nos andan persiguiendo, porque ella sí supo de la amenaza que tuvimos en mi país”, dijo Sánchez de 23 años.
En el país existen tres centros de detención como este para familias inmigrantes. En su mayoría los detenidos son centroamericanos que vinieron huyendo de la violencia y buscan asilo. El gobierno considera estos centros una alternativa humanitaria, pero diversos expertos de salud mental aseguran que echan sal en las heridas de una población traumatizada, y los niños son los más afectados.
En su país Sánchez que ahora es madre soltera sufrió violencia doméstica. Huyó de El Salvador en el 2014 después de que los pandilleros que le pedían pagar una renta por su negocio de pupusas asesinaron a su cuñado.
Sánchez y su hija Jacquelinne llevan casi medio año detenidas en Leesport, Pennsylvania.
Radio Bilingüe fue a visitarlas y por no permitirse el uso de grabadoras en el centro, se grabó una entrevista posterior telefónicamente.
El centro de detención está rodeado de un parque con árboles frondosos y pinos. Hay una cancha de básquetbol y otra de fútbol. Toboganes. Bancas y sillas mecedoras. Pero todo está detrás de una cerca de madera. Los padres y sus hijos están constantemente acompañados de personal que los vigila. Se siente como una cárcel para Jacquelinne.
“Viene ella se despierta y me abraza llorando y me dice: Mami, por qué tengo que estar encerrada en una cárcel cuando yo tengo que estar afuera con mi familia”, relató Sánchez. La salvadoreña de cabello lacio y ojos almendrados, tiene el rostro enmarcado en preocupación durante la visita.
El juez federal Dolly Gee ordenó la liberación de las familias con niños detenidas en centros como este, a menos que sea riesgoso liberarlas, eso quiere decir en casos que puedan darse a la fuga y no reportarse con autoridades mientras se define su caso.
En respuesta a la demanda conocida como Flores, el Departamento de Seguridad Interior (DHS) inició reformas para reducir el tiempo que pasan encerrados los niños, pero asegura que su detención disuade a otras familias de intentar el peligroso viaje al norte.
Varios expertos en salud mental sostienen que privar de la libertad a estas personas traumatiza aún más a los niños que en muchos casos fueron víctimas de violencia en sus países.
“A ese trauma que originó su migración, le añadimos también las experiencias en ellos cruzar por México cuando también observaron violencia o fueron víctimas de violencia,” dijo Luis Zayas, experto en salud mental y decano de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Texas quien ha entrevistado a decenas de familias detenidas.
“El niño todavía no entiende por qué ellos, en búsqueda de seguridad en los Estados Unidos, son tratados como criminales”, dijo el experto visitó varios centros de detención a manos de corporaciones privadas en Dilley y Karnes City, Texas. “Viven la incertidumbre de por qué pasó esto y cómo es que vamos a salir y para dónde van a mandarnos…¿nos van a devolver a Salvador, Honduras o Guatemala?” agregó.
Durante la visita a Berks, Sánchez de cabello lacio y ojos almendrados, tiene el rostro enmarcado en preocupación. Ella y su hija estaban entre un grupo de 121 centroamericanos, adultos y niños que fueron detenidos en uno de los operativos del gobierno federal en enero en Virginia, Georgia, Texas y Carolina del Norte.
Las autoridades de DHS dijeron que se enfocarían en las personas con ordenes de deportación que llegaron en el 2014, pero muchos abogados de migración argumentan que estas redadas fueron injustas por enfocarse en personas que no tuvieron un defensa apropiada en corte.
Se ha comprobado en un estudio de TRAC de la Universidad de Syracuse que la mayoría de los 18,000 mil centroamericanos entre estos madres y niños que recibieron ordenes de deportación en los últimos dos años no tuvieron abogado. En el caso de Sánchez, un abogado le aconsejó incorrectamente y no le dijo que podía apelar su deportación.
La memoria del día de las redadas todavía atemoriza a Jacquelinne.
“Yo no me quiero ir, yo no me quiero ir, decía. Y temblaba, yo no más la abrazaba. Y le decía, mamá todo va a estar bien…Yo les dije que si le podía dar algo de comer o de tomar a la niña porque no había comido y así me iban a llevar, y me dijeron que no tenía derecho a darle nada”, describió.
Con el tiempo, la detención ha afectado más a Jacquelinne.
“En las clases ella (iba) bien y ahora ella ha bajado bastante de notas. Casi no come”, dijo Sánchez.
La licencia de este centro fue revocada por el Departamento de Servicios de Salud de Pensilvania por no ser apropiado para los niños. Fue creado para menores y no para tener a adultos detenidos allí. Aún así, las autoridades migratorias lo siguen utilizando hasta que se resuelva una apelación presentada por el Condado de Berks.
“Aquí hay un problema fundamental y es que esta es una agencia de la ley cuya misión fundamental es deportar a la gente, no tiene una misión de cuidar la salud y seguridad de los niños”, dijo la investigadora Olga Byrne de la organización Human Rights First en New York.
En agosto de 2015, Byrne visitó y entrevistó a 23 familias en el centro de Berks donde esta detenida Sánchez. Allí etectó varios problemas: Las madres no tienen independencia para tomar las decisiones por sus hijos, desde darles medicinas o algo que comer, y los niños no podían dormir.
“Los despiertan cada 15 minutos, toda la noche. Con una linterna…Muchos niños tienen miedo y no pueden dormir… pesadillas”, dijo Byrne.
ICE dijo que no podía comentar al respecto debido a la demanda pendiente. Pero en documentos presentados en el caso Flores indica que se trata de “chequeos de observación” en los que apuntan la linterna al techo o al suelo cada 15 minutos por razones de seguridad. Además, indicaron que están considerando cambiar la práctica para hacerlo cada 1 hora.
Otro de los puntos más preocupantes que Byrne identificó es que ninguno de los terapeutas de salud mental hablaban español. De acuerdo a ICE, un 40 por ciento del personal habla español al menos a un nivel básico, pero Sánchez ha tenido que hablar con el terapeuta a través de un intérprete por teléfono.
“No me da confianza para yo contarle mis problemas. Y le digo: ‘Porque yo lo que quiero es salir de aquí usted no puede ayudarme’”, dijo Sánchez.
Las autoridades de DHS han argumentado que Berks no es un sitio en donde las familias están encarceladas. De hecho se refieren a ellos como “residentes”. En testimonio presentado en la corte en junio, el oficial de ICE en Pennsylvania, Joshua Reid, indicó que las familias son libres de salir de Berks cuando quieran, pero de hacerlo pueden considerarse fugitivos por parte de ICE. En ciertas instancias y dependiendo de cómo se fueron podrían ser arrestados, indicó.
LAS SECUELAS DE LA DETENCION
Se sabe poco científicamente de la experiencia de los niños en centros de detención con sus padres porque no ha habido acceso a realizar esos estudios, dijo Zayas, experto en salud mental.
Pero en sus investigaciones ha detectado un impacto directo.
A largo plazo si son expuestos a repetidas instancias de stress pueden desarrollar otros problemas de salud como adultos, por ejemplo: asma y diabetes, comentó
“Los niños sufren de problemas sicológicos, de pesadillas y de regresos en su desarrollo…y además sufren muchísimo en ver sus madres también”, dijo Zayas.
El experto agregó que algunos niños reaccionan a lo que ven como encarcelamiento culpando a sus padres, alejándose de ellos o con un constante apego excesivo.
María, otra salvadoreña que pidió proteger su identidad utilizando un nombre ficticio por tener un caso pendiente de asilo, estuvo detenida en el centro por casi 6 meses con sus dos hijos.
“Los tuve muy enfermos y mi niño me decía: Mami, sácame de aquí. Yo no me siento bien. Y para mi es difícil. Mami, mi hermanito por tu culpa está enfermo porque tu nos trajiste aquí”, relató María en una entrevista telefónica.
“Yo no le puedo decir a mi hijo, mira hijo, yo te traje aquí porque tengo miedo de que te quiten la vida, o de que te separen de mi para siempre”, agregó.
Tanto María como Sánchez forman parte de una demanda civil en la que se indica que su detención dañó aún más su salud mental y la de sus hijos. María ya logró salir, pero Sánchez no sabe qué depara su futuro. Una apelación para frenar su deportación fracasó y las autoridades de ICE aseguran que no califica para salir con fianza. Su abogada Denyse Sabagh dijo a Radio Biligue que volvieron a someter una nueva apelación.
Mientras tanto no puede ocultar su preocupación de Jacquelinne.
“No le he querido decir nada, pero ella me mira bastante mal y me dice: Mamá ¿Qué tiene? Algo pasa. Y yo le digo, nada, me duele la cabeza. Porque yo sé que le voy a partir su corazón si yo le digo eso, porque ella tiene muchas ilusiones con quedarse aquí en Estados Unidos”, dijo Sánchez.
Un día de mayo, durante la visita, Jacquelinne regresaba de hacer un tour a la fábrica local de Hershey’s con un chocolate, y el cabello despejado de un lado de su rostro con un moño blanco y negro. Al día siguiente era su cumpleaños. Su mirada fue seria al comentar que quiere estudiar para ser abogada y frenar deportaciones de familias como la suya.
Sólo el tiempo podrá revelar qué tan profundo calan las heridas invisibles de estas vivencias y cómo impactarán su futuro■
Ahora puede también leer y escuchar el reportaje completo en inglés.
Para contactar al reportero vestebes@gmail.com @valfernandez
Puede ver otro reportaje de Valeria sobre el mismo tema en esta página de la radio pública PRI.