De la redacción
Un análisis acerca del efecto que tendría para el crecimiento económico del país implementar el plan de salud de los republicanos, el ‘Trumpcare’, preocupa incluso a muchos republicanos. Con el desempleo en su nivel más bajo en más de una década, la Ley de Cuidados de la Salud Costeable, ACA, se convertido en uno de los mayores emleadores del pais. Pero economistas tanto de “izquierda” como de derecha advierten que el ‘Trumpcare plantea cambios tan radicales y abruptos al sistema de salud, que derogar ACA conlleva altos riesgos para el desarrollo económico del país, reporta The New York Times (NYT).
El tamaño de la fuerza laboral del sector salud y su crecimiento actual es tal que, en comparación con el crecimiento de otros sectores de la economía del país, puede compararse con la siguiente metáfora: “los trabajadores que antes salían de la fábrica al terminar la jornada laboral, ahora salen de los hospitales”, dicen los economistas al periodico neoyorquino, NYT.
La industria de la salud se ha convertido en uno de los principales motores de las contrataciones, sumando empleos a la planta laboral del país en una proporción más de tres veces mayor que la tasa de crecimiento de otros sectores económicos.
El tema ha ocupado el centro del debate político de las últimas semanas, al grado que gobernadores de ambos lados del espectro político, así como “muchos republicanos moderados en el Capitolio, han expresado su preocupación” por el impacto que tendría en las finanzas de los gobiernos locales.
La fuente señala que estos ocurre especialmente en aquellos lugares donde la contratación de trabajadores para la industria de la salud, hospitales, atención médica a domicilio, proveedores de servicios, etcétera, “ha suavizado el golpe de la desocupación laboral en otras industrias, como la venta al por menor ahora, o la fabricación de mercancías y bienes de consumo en el pasado”.
Además, en una recuperación económica marcada por un crecimiento desigual y una creciente inequidad en los ingresos, el sector salud ha sido una fuente confiable de ganancias constantes.
Los servicios de la atención médica y de la salud en general, afirma el Times, actualmente “equivale a casi una quinta parte del producto interno bruto de la nación, frente al 13 por ciento en el año 2000”, y están preparados para convertirse en “la segunda fuente más grande de empleo general, después de los servicios profesionales y empresariales en ocho ramas del sector privado”.
Mark Duggan, profesor de economía en Stanford, dice que Trumpcare plantea más riesgos para algunas partes que para otras en el país. Cita por ejemplo que aproximadamente el 9 por ciento de la población en La Florida, más que en cualquier otro estado, compra su cobertura a través de la Ley de Cuidados de Salud Costeable, ACA. «Si bajas los subsidios para la cobertura de 1.8 millones de floridanos, eso reducirá lo que pueden gastar en otros bienes y servicios», dijo.
Y agrega que estados como Kentucky, Arkansas, Nuevo México y West Virginia serían duramente golpeados por los recortes que los republicanos planean efectuar en el Medicaid, estimados en más de 880 mil millones de dólares para los próximos 10 años.
Por otro lado, los trabajadores a punto de cumplir 65 años de edad son otro segmento vulnerable de la ecuación, cuando los recortes al Medicare entren en vigor. «Si hay un grupo que pierde más, son las personas mayores», señaló por su parte Craig Garthwaite, director del Programa de Salud en la Escuela de Administración Kellogg del Noroeste.
Garthwaite, republicano que se describe a sí mismo como economista conservador, afirma que el cuidado de la salud para este segmento de la población “es tan caro… y el crédito fiscal que propone la Cara de Representantes con su nuevo plan de salud es apenas de 4 mil dólares», que supone que esto no alcanzaría.
Agrega que hay pocos beneficios para las economías locales en el proyecto de ley, Trumpcare, y que “desde el punto de vista individual, financieramente hiere a la economía de los pobres… Los hospitales en particular han sido capaces de crecer en los últimos años, con más de sus pacientes ahora cubiertos por Medicaid o por un seguro comprado en los nuevos intercambios”, sostiene.
Otra región que sería fuertemente afectada es el noreste, dice la fuente. Estados como Nueva York perderían miles de millones de dólares en dinero federal. Y es que ahí operan grandes sistemas de salud, como Northwell y Mount Sinai Health, que están entre los mayores empleadores privados. Ese estado estimó que la derogación de ACA podría resultar en más de 2 mil 400 millones de dólaresanuales en costos para los contribuyentes y los hospitales.
Además la Oficina de Presupuesto del Congreso estimó que unos 24 millones de estadunidenses perderían su cobertura de salud si Trumpcare se implementa. Aunque le espera, dice, una batalla cuesta arriba en el Senado, y tendría que realizar fuertes modificaciones al proyecto de la Cámara de Representantes para hacer la legislación más aceptable a los republicanos conservadores.
Sin embargo, la perspectiva de recortes de cualquier tamaño ha desafiado a los hospitales para tratar de proporcionar una atención de bajo costo mientras se preparan para absorber la pérdida de los pacientes que pagan.
Atlantic Health System en Morristown, N.J., que se benefició de la expansión de Medicaid y la disminución del número de personas sin seguro, enfrenta la posibilidad de perder 65 millones al año en ingresos, afirma el Times.
Brian Gragnolati, su director ejecutivo, dijo a la fuente estar preocupado con la posible implementación del Trumpcare: «Lo que me preocupa en nuestra organización es cómo vamos a apoyarnos en los cambios que necesitamos hacer mientras tengamos esta incertidumbre ahí”. Y dijo estar preocupado también por los efectos potenciales en los pacientes, algunos de los cuales han accedido a la atención médica por primera vez.
«Lo que va a pasar es que la gente sin acceso a la atención volverá a las salas de emergencia, a esperar, esperar, esperar”, para ser atendidas, Y concluyó afirmando que “vamos a volver a donde estábamos hace una década. ¡Es una vergüenza absoluta!■