De La Redacción
El tema de las deportaciones en este país cobra alta relevancia para las campañas políticas de los precandidatos a la Casa Blanca.
Para la comunidad inmigrante latina ha sido un duro golpe el anuncio de la administración federal, de que intensificará la expulsión de extranjeros indocumentados, enfatizando los arrestos de madres centroamericanas y sus hijos; y de quienes hayan perdido su defensa contra órdenes de remoción o deportación en las cortes de Inmigración.
No obstante el gobierno federal no ha dado explicaciones de este plan, salvo las hechas por el titular del Departamento de Seguridad Interior (DHS), Jeh Johnson sobre el temor de una nueva oleada de adultos y niños, y el “fuerte mensaje a los centroamericanos” de aquí no se les va a recibir. Además, el titular se vio presionado por la decisión de una corte que ordenó al DHS dejar en libertad a familias apresadas en centros de detención.
Esta revelación descobija la falacia de las más reciente declaraciones del DHS, que anunció como una acción que emprenderá en el futuro la intensificación de dichos arrestos y deportaciones durante un mes… “pero sin basar la estrategia en redadas”, y respetando Escuelas, hospitales e iglesias. En realidad éstas redadas han venido sucediendo desde el primer día de enero, última e ininterrumpidamente, en Carolina del Norte, Georgia y Texas, lugares que han sido los más documentados pero no los únicos por la prensa nacional, sembrando temor en las comunidades inmigrantes.
Para la precandidata demócrata Hillary Clinton, que busca constantemente apoyarse en los logros de esta administración, este tipo de políticas persecutorias hacia los inmigrantes indocumentados contradicen sus discursos de campaña. “Estoy en contra de las redadas que separan familias y crean temor en las comunidades”, dijo en una declaración citada por The New York Times. “Debe dárseles la total oportunidad de buscar el alivio”.
Por tanto, la prudencia le aconsejaría actuar con cautela en este tema y distanciarse de Obama, como suele ocurrir con los presidentes y sus polémicos legados, que en el último tramo de las campañas electorales se convierten en referencias muchas veces inconvenientes, pues esta administración lleva según algunos conteos poco más de 2.5 millones de inmigrantes deportados. Aunque como es sabido, los demócratas suelen pensar que tiene el voto latino en el bolsillo. Veremos que hace este liderazgo al respecto.
El senador de Vermont y también precandidato demócrata, Bernie Sanders sostuvo en su turno: “Yo me opongo al doloroso e inhumano negocio de las aprensiones y deportaciones de familias que han huido de la violencia terrible en Centro América y otros países”.
Y el candidato republicano, Donald Trump sostiene que llevará a cabo la construcción de un muro en la frontera con México y la deportación de 11 millones de inmigrantes que viven aquí ilegalmente. Así que lo de las redadas le ha de venir bien. Y este es el clima de indignación y temor que se viven en este país, con más de 11 millones de inmigrantes indocumentados.
Por su parte la representante demócrata por California, Lucille Roybal-Allard, en una declaración conjunta con otros congresistas de la cámara baja que cita la fuente, dijo que “Conducir esas ejecuciones contra las mujeres y los niños que huyen de la violencia y enfrentarán más violencia si regresan no sólo es hipocresía, sino crueldad plena”.
Pero a pesar de la ira de sus aliados, a funcionarios de la administración les preocupa tener que enfrentar otra afluencia no controlada de mujeres y niños como la del verano de 2014. Eso podría empañar aún más el legado mixto del presidente Obama sobre la inmigración e inflamar la volátil campaña presidencial.
En tanto, en el plano laboral y de los derechos humanos, la condición de muchos de los inmigrantes que la administración federal y Trump quieren deportar, viven una realidad más que miserable. Un reporte titulado, Give Workers a Brake, de la filial estadunidense de Oxfam, una agrupación internacional contra la pobreza, es francamente perturbador.
El reporte señala cómo a “la vasta mayoría” de 250 mil trabajadores inmigrantes en la industria avícola de Estados Unidos “se les niega rutinariamente suspender sus labores para ir a orinar”, por lo que muchos de ellos “se ven en la necesidad de trabajar con pañales en la línea de producción”. Esta vasta mayoría de trabajadores inmigrantes son humillados, ignorados o amenazados con ser despedidos cuando piden permiso de ir al baño.
«Los trabajadores luchan para lidiar con esta negativa a una necesidad humana básica. Ellos orinan y defecan mientras están parados en la línea (de producción); ellos usan pañales para trabajar», dice el informe divulgado el jueves.
El reporte afirma también que “los trabajadores beben niveles peligrosamente bajos de líquidos, soportando dolores y malestares, mientras corren el riesgo de graves problemas de salud”.
El reporte cita una encuesta a 266 trabajadores en Alabama conducida por el Centro Legal sobre Pobreza en el Sur, encontró que «cerca del 80 por ciento de los referidos trabajadores no estaba autorizado para ir al baño cuando lo necesitaba».
Y otra encuesta reciente realizada en Minnesota agregó Oxfam, reveló que “el 86% de los trabajadores entrevistados contó que hacían menos de dos pausas para ir al baño en una semana». A los trabajadores agrícolas en Estados Unidos les niegan rutinariamente hacer una pausa para ir al baño, al punto de que son forzados a usar pañales mientras están en la línea de producción, según un informe.
Así las cosas■