Un nuevo estudio en California revela que los padres latinos que sólo hablan español son menos propensos a reportar buenas experiencias con los médicos de sus hijos que los que hablan inglés.
Por Ana B. Ibarra
Cuando Margarita Ruiz lleva a sus hijos al consultorio del médico, no tiene otra opción que confiar en que las enfermeras y las recepcionistas le traduzcan las instrucciones del pediatra con precisión. Ella no habla inglés y el doctor habla muy poco español.
Ruiz, de Rosemead, California, dijo que se siente agradecida de que el personal del consultorio esté disponible para traducir. En el pasado, con otro médico su hijo mayor, de 14 años, le traducía: «No era lo ideal, pero no tenía otra opción», dijo la ama de casa, de 33 años.
Los expertos en salud dicen que no es aconsejable usar intérpretes sin entrenamiento, ya sean personal del consultorio o miembros de la propia familia.
Ruiz dijo que la barrera del idioma no la ha disuadido de llevar a sus cuatro hijos, que tienen entre 2 y 14 años, a las citas médicas; pero desea poder comunicarse de manera más eficaz con el doctor de sus niños.
Los padres de familia latinos que hablan sólo español tienen menos probabilidades de reportar una experiencia satisfactoria con los médicos de sus hijos, que los latinos que hablan sólo inglés, o al menos algo de inglés, según un nuevo análisis de datos de California.
Según el estudio, publicado en la revista Academic Pediatrics a principios de febrero, los padres que hablaban sólo español tenían la mitad de probabilidad que los latinos que sólo hablaban inglés, de pensar que el médico de sus hijos los escuchaba.
El estudio comparó las experiencias de los latinos divididos en tres grupos en base a la lengua que hablaban en casa: las personas que hablaban sólo español, las que hablaban sólo inglés y otras que hablaban una mezcla de ambos.
El estudio también mostró que los padres que sólo hablaban español eran un 70% menos propensos a comunicarse con los médicos por teléfono o por correo electrónico, comparado con aquéllos que hablaban sólo inglés. Y los que hablaban una mezcla de los dos idiomas eran un 25% menos propensos que los que hablaban exclusivamente inglés a sentir que los proveedores de atención médica de sus hijos los escuchaban, según el análisis, que se basó en los datos de 2011-2012 de la California Health Interview Survey.
Los hallazgos sugieren que una ley estatal de 2009 que establece el derecho de los pacientes a un intérprete médico no está siendo plenamente aplicada o no se promueve suficientemente, dijo Alex Ortega, profesor de la Escuela Dornsife de Salud Pública de la Universidad Drexel de Filadelfia, quien dirigió el estudio.
En California, el Healthcare Language Assistance Act (el Acta de Asistencia de Lenguaje en Atención de Salud) requiere que los planes de salud proporcionen un intérprete calificado cuando se lo solicite, ya sea en persona, o por teléfono o videoconferencia.
A nivel federal, el Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 establece como mandato que los proveedores médicos que reciben fondos federales a través del Medicaid y Medicare, incluyendo hospitales, provean asistencia lingüística para sus pacientes.
Ruiz, cuyos hijos están inscritos en Medi-Cal (Medicaid en California), dijo que nunca había llamado a su plan de salud pidiendo un intérprete porque ella no sabía que eso era una opción.
Ortega dijo que es importante evaluar la barrera de comunicación entre médicos y padres debido al impacto que podría tener sobre la salud de los niños.
«Si los padres no entienden a sus proveedores, son menos propensos a manejar adecuadamente los problemas en casa», dijo Ortega. «Esto es particularmente problemático para los niños con enfermedades crónicas como obesidad, asma y diabetes, que son grandes problemas en las comunidades latinas».
En 2016, alrededor de un tercio de los médicos en ejercicio en el estado informó tener dominio del español, de acuerdo con la Oficina de Planificación de Salud y Desarrollo.
Eso es realmente más alto que la proporción de hispanohablantes competentes en la población total de California. Pero los médicos de habla hispana pueden estar más concentrados en algunas áreas, o los pacientes no siempre saben dónde encontrarlos.
Ruiz, por ejemplo, dice que su prioridad es encontrar médicos que estén más cerca de su casa.
La experiencia de las familias latinas en ambientes médicos ha sido objeto de muchos estudios, pero el análisis publicado en Academic Pediatrics muestra serias disparidades en la comunicación de salud dentro de la misma comunidad étnica, señaló Ortega.
Sin embargo, el estudio no muestra retrasos en la atención a las familias que enfrentan barreras idiomáticas. «El acceso era casi el mismo para todos los niños latinos», dijo Ortega. Esa es la buena noticia.
La doctora Alicia Fernández, profesora de medicina en la Universidad de California en San Francisco y médica en el Hospital General de San Francisco, explicó que el uso de intérpretes no entrenados -como los miembros de la familia o el personal de la oficina- puede llevar a errores clínicamente significativos.
Por ejemplo, el vocabulario médico puede ser difícil de entender para una persona no experta, especialmente un niño, dijo.
Pedir que un niño traduzca para sus padres también distorsiona la dinámica familiar, agregó Fernández. «Cuando los padres no hablan inglés y el niño sí, el niño adquiere prematuramente un rol adulto dentro de la familia».
Incluso con un intérprete calificado a la mano, la comunicación puede ser un desafío. Eso es porque los médicos no necesariamente están entrenados para trabajar a través de intérpretes, dijo Fernández. Cuando se utiliza un intérprete, generalmente los médicos dominan la conversación, lo que hace más difícil para el paciente plantear preguntas e inquietudes, dijo.
Fernández dijo que muchos de sus pacientes quieren aprender inglés, pero recibieron poca educación en sus países de origen, lo que podría dificultarles el aprendizaje de una segunda lengua. También pueden enfrentar obstáculos
como largas jornadas de trabajo y la falta de dinero para pagar las clases.
«Mientras tanto, ellos o sus hijos se enferman y el sistema de salud tiene que lidiar con eso», dijo Fernández.
En California, alrededor del 29% de los inmigrantes viven en hogares donde ninguno de los miembros de la familia mayor de 13 años habla inglés «muy bien», según el California Public Policy Institute. A nivel nacional, el porcentaje es similar, del 28%.
Ruiz sigue dependiendo de las enfermeras y las recepcionistas para asistencia con el idioma, y tiene que esperar hasta que el personal hispanohablante esté disponible para interpretar.
«A veces que he tenido que esperar horas», dijo. «Puede ser frustrante».
Es reporte es parte de California Healthline y de Kaiser Health News.