Costureras exponen triste verdad detrás de las gangas comerciales del Viernes Negro

Maribelia Quiroz sostiene una manta frente a la  tienda Urban Outffiters que cerró sus puertas por la protesta.

Maribelia Quiroz sostiene una manta frente a la tienda Urban Outffiters que cerró sus puertas por la protesta.

Un día después del llamado Viernes Negro, el día que se desata la fiebre de compras navideñas con tentadoras ofertas comerciales, decenas de costureras y activistas recorrieron el centro de la ciudad de Los Ángeles para informar a las colas de clientes la fea realidad que se oculta detrás de los precios de descuento de algunas de las grandes cadenas de ropa. Rubén Tapia entrevistó a costureras y clientes durante esta jornada llamada, «Sábados contra los Talleres de Hambre».


Se escuchan consignas: ¡Arriba los trabajadores! Abajo los explotadores!..

Decenas de trabajadores de la costura y activistas comunitarios, con pancartas caminan en círculo frente a la entrada de una tienda de la mega empresa, Ross, con sede en California y con más de mil 300 sucursales en 37 estados del país, que el año pasado reportó ingresos por casi 13 mil millones de dólares.

Consignas: ¡La explotación al carajo!

Ross se anuncia como una empresa donde sus clientes pueden vestir por menos dinero.

Cesibel Contreras sale de la tienda Ross, de comprar barato. De espaldas y gorra roja Carmen Castañeda.

Cesibel Contreras sale de la tienda Ross, de comprar barato. De espaldas y gorra roja Carmen Castañeda.

Cesibel Contreras se encontró con la protesta cuando contenta salía de comprar ofertas.

-A 5 y a 12 dólares –dijo Cesibel.
-¿Sabe quiénes son ellas? –pregunta el reportero.
-No, fíjese.

Le preguntamos qué opinaba de la protesta.

-Está bien, que luchen
-¿Pagaría Ud. un poquito más?
-Pues -se ríe nerviosa-, allí no le puedo decir.

A pocos pasos de Cesibel, Carmen Castañeda dice que por más de 25 años trabajó para infinidad de subcontratistas que le vendían a Ross, indignada señala su experiencia:

“Y tengo talones de cheque y puedo comprobar lo que me pagaban. Los viejos se hacen ricos y se retiran ¿y uno? Nosotros quedamos pobres. Cuando ellos quieren trabajo quieren sábados y días festivos para pagar miserias”

Y estos salarios de miseria violan el salario mínimo del estado, que es de cuando menos 10 dólares la hora desde que inició este año, señala María López, que tiene 28 años trabajando en estos talleres.

“Aunque trabajemos 12 a 15 horas diarias de domingo a domingo lo que ganamos son 5 dólares por hora”, dice López.

Pancarta lo dice todoPero además en muchos de los talleres que ha trabajado María López están en pésimas condiciones:

“Hay un baño como para 50 a 60 personas. Lo limpian una vez por semana. Todo el tiempo está sucio…, cucarachas, ratas”

En Los Ángeles hay más de 4 mil pequeños talleres de costura que le maquilan ropa en estas condiciones a 13 mega corporaciones, incluida Ross, Urban Outffiters y Nordstorm. Decidieron reclamarles públicamente este sábado después del Black Friday, porque no es fácil hacerlas responsables de robo salarial y otras violaciones laborales y sanitarias, por la forma en que está diseñado el sistema, afirma Mariela Martínez, del Centro de Trabajadoras de la Costura y quien organizó la protesta.

“Hay cuatro trabajadores que son miembros del centro, a los que les adeudan colectivamente como 789 mil dólares de salarios robados, que tiene ya su orden del comisionado laboral que dice que se les tiene que pagar”, señaló Martínez.

Demandaron a Ross para que les pagara pero las cortes fallaron en su contra y no pudieron recuperar el dinero que no les pagó el subcontratista.

“Cerraron, huyeron. ¿Cómo vas a colectar de una compañía que ya no existe?»

Sin embargo muchas veces estos subcontratistas abren el taller en otro lugar, sólo le cambian de nombre y siguen haciendo negocio con estas 13 corporaciones. Se calcula que en Los Ángeles más de 40 mil trabajadores viven esta dura realidad laboral porque además muchos no tienen documentos. A pesar de que las leyes laborales en California se aplican sin importar la situación migratoria, muchos no se animan a demandar, afirma Santiago Pock que desde hace 14 años ha trabajado en más de 30 talleres.

“Yo pienso que es el miedo. Les hablo yo de la organización y dicen, ‘No, así estamos bien’. Con lo poco que nos pagan yo veo que les explotan, los humillan pero allí están por no perder ese trabajo”, sostiene Pock.

Santiago Pok, de camiseta roja,  marcha por las calles de Los Ángeles.

Santiago Pock, de camiseta roja, marcha por las calles de Los Ángeles.

Por eso Martínez y su centro laboral decidieron pedir apoyo de los consumidores, como a la familia Ávalos, que con curiosidad los miraban mientras salían de comprar de un pequeño negocio donde ocurría la protesta.

-¿Y que traen en las manos? –pregunta el reportero.
-Cobijas de las que hacen las costureras. ¡Arriba las costureras! –exclama Ávalos.

Martínez y los trabajadores organizados esperan que estos Sábados contra los Talleres de Hambre se hagan una tradición no sólo en Los Ángeles sino en todo el país.

“Sí, porque todo lo que nos hacen es una injusticia”, dice Pock.

Mariela Martínez, Directora de Organización del Garment Workers Center, ajusta detalles para la protesta.

Mariela Martínez, Directora de Organización del Garment Workers Center, ajusta detalles para la protesta.

María:

“Sí, esta lucha ya no es tanto por mí, pero por los que vienen llegando. Ahorita es por lo que queremos luchar”

Un vocero oficial de la compañía Ross respondió por escrito que apoyan salarios justos de acuerdo a las leyes laborales vigentes. Que cuando hay quejas colaboran con las investigaciones del Departamento del Trabajo. Que no controlan a los subcontratistas, y para que hagan negocios con ellos les piden que actúen con ética y respeto a las leyes laborales.

Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde Los Ángeles, California, Rubén Tapia.

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