Descargas de aguas residuales de una planta de energía eléctrica. Foto: EIP.
Las centrales eléctricas de carbón son responsables de casi un tercio de la contaminación tóxica industrial que se descarga en nuestros ríos y arroyos. Las cenizas de carbón que se acumulan en las calderas y el equipo de control de la contaminación se enjuagan con agua y se dirigen a estanques de asentamiento, que se descargan regularmente en ríos y arroyos. Estas aguas residuales contienen toxinas como el arsénico, el mercurio y el selenio, que son perjudiciales para los seres humanos, la vida silvestre y el medio ambiente.
De la redacción
Reconocidas agrupaciones ambientalistas denuncian lo que podría ser ya una catástrofe ambiental. Acusan que los mantos friáticos, o el agua subterránea de 39 estados están contaminados con desechos de carbón de las centrales eléctricas, y de peligrosas sustancias tóxicas como arsénico, litio y mercurio, entre otras, que se filtraron ya a los suministros locales del agua potable.
Un estudio realizado por Earthjustice y Environmental Integrity Project (EIP) da a conocer que “los datos de monitoreo disponibles por primera vez concluyen que el 91 por ciento de las centrales eléctricas de carbón de Estados Unidos están contaminando el agua subterránea con niveles peligrosos de contaminantes altamente tóxicos”.
El estudio utilizó datos de la industria eléctrica que se pusieron a disposición del público por primera vez en 2018, debido a los requisitos emitidos por el gobierno en 2015, para las regulaciones federales sobre cenizas de carbón.
El agua subterránea de 242 de las 265 centrales eléctricas de Estados Unidos que han sido monitoreadas, dice el estudio, “contenía niveles inseguros de uno o más de los contaminantes en las cenizas de carbón, incluido el arsénico, un carcinógeno conocido y el litio, que se asocia con daños neurológicos, entre otros contaminantes”.
En su página web, Earthjustice dice por ejemplo que el agua subterránea que recibe los desechos de ceniza de carbón de la planta de energía de San Miguel, a una hora al sur de San Antonio, Texas, está contaminada con al menos 12 contaminantes con concentraciones de químicos altamente tóxicos, que son “más de 100 veces superiores a los niveles de seguridad para la salud humana”. Y señalan también que en dicha zona “ha muerto toda la vegetación”.
Por su parte Abel Russ, el autor principal del referido informe y abogado del Proyecto de Integridad Ambiental (EIP) sostiene que “Estamos en un momento en el que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) del presidente Trump, ahora está dirigida por un exlobista de la industria del carbón, que intenta revertir las regulaciones federales respecto a las emisiones de cenizas de carbón”. Y agrega que “estos nuevos datos brindan evidencia convincente de que debemos avanzar en la dirección opuesta”.
En su sitio web, EIP señala que “desde el dióxido de carbono hasta el mercurio, los contaminantes del aire que forman smog y las aguas residuales tóxicas, las centrales eléctricas de carbón causan daños importantes a la salud pública y al mundo natural”. Y propone que “Se debe utilizar la experiencia legal y el análisis técnico para impugnar los permisos” (de EPA), que son demasiado laxos, litigar sobre violaciones, abogar por regulaciones más estrictas y publicar constantemente informes y datos para informar al público”.
EIP sostiene que después de un derrame de miles de millones de galones de una central eléctrica de Tennessee en 2008, “nos unimos a Earthjustice y otros grupos para presionar por las reglas federales de eliminación de cenizas de carbón para proteger la salud pública”, dice Russ.
Y a resultado de dicha acción, en diciembre de 2014 la EPA emitió las primeras reglas federales de la nación para vertederos de cenizas y estanques de desechos. El autor también afirma que “negociamos un acuerdo que requiere que la EPA establezca límites nacionales sobre descargas de aguas residuales tóxicas en ríos, arroyos y lagos en septiembre de 2015”.
Pero establecer los plazos para las reglas de control de la contaminación es solamente un paso, sostiene Russ. “También desarrollamos argumentos técnicos y legales para justificar estándares más estrictos. Mientras tanto, nuestras acciones de cumplimiento han ayudado a asegurar el cierre y una limpieza mil 300 acres del estanque de cenizas de First Energy en Pennsylvania”, con un costo de 169 millones de dólares, dice EIP.
Además se establecieron requisitos de limpieza parcial y reformas en un vertedero de cenizas de carbón en LaBelle, también en Pennsylvania, y la limpieza de tres vertederos con fugas en Maryland. Esta y otra información sobre las cenizas de carbón que contaminan los mantos friáticos o acuíferos en Estados Unidos puede hallarla en la página web de EIP, que facilita al público revisar los datos de contaminación de aguas subterráneas de sitios de disposición específicos.
O bien puede hallar una amplísima lista específica de lugares monitoreados por Earthjustice en su sitio del Internet■