Marco Vinicio González
Casi tres de cada cuatro votantes dice estar entusiasmado para votar en estas elecciones intermedias en Estados Unidos por el Congreso, en las que se espera una alta participación quizás superior a las dos elecciones pasadas (2018 y 2020).
Desde entonces, el elector latino ha venido emergiendo como el segundo mayor grupo de votantes en el país. De ahí que tanto demócratas como republicanos estén buscando más que antes el voto de este bloque electoral, haciendo inversiones cada vez mayores para conseguirlo.
A pesar de las leyes, o de sus fracasos para regular el origen y monto de las inversiones económicas en estas elecciones, existe un caudal de flujos de dinero de dudosa procedencia, conocidas como inversiones con ‘dinero oscuro’.
Por ejemplo grupos de inversores de dicho dinero oscuro, o “con poca o ninguna transparencia de los donantes”, han invertido en una docena de carreras republicanas por el Senado “más de mil 600 millones de dólares en anuncios de televisión, con 3 de cada 4 dólares gastados en seis estados: Georgia, Pensilvania, Arizona, Wisconsin, Nevada y Ohio”, según datos de un análisis proporcionado por la empresa de seguimiento de anuncios, AdImpact, dado a conocer por la Radio Pública Nacional (NPR).
¿Cuán importantes han sido estos grupos para los republicanos?, pregunta la fuente. “El 86 por ciento del dinero que se destina a los anuncios televisivos en favor de los republicanos proviene de estos grupos externos de dinero oscuro, en comparación con el 55% de los demócratas”. Vea aquí cuanto gastan en publicidad electoral los partidos demócrata y republicano.
La fuente sostiene que “si no fuera por estos grupos externos, los candidatos republicanos se verían inundando las ondas de radio. El gasto publicitario concentrado refleja cuán limitada es la lucha por el control del Senado”.
El consultor político republicano, con experiencia en tendencias de votación latina, Mike Madrid dijo a la fuente que “los esfuerzos republicanos para llegar a los votantes latinos reflejaron cambios en el partido”.
Señala que mientras trabajaba en las campañas de 2000 y 2004 de George W. Bush, “estaba ayudando con los “agresivos” esfuerzos de alcance latino, que se desaceleraron hasta 2020. “Lo que ha pasado desde 2020 es matemática”, dijo Madrid. «2016 no fue un buen año para Trump con los votantes hispanos. Los estaba atacando directamente».
Pero en 2020 los estrategas se dieron cuenta de que “tenían que centrarse en las comunidades hispanas en lugares como Carolina del Norte, Texas, Nevada y Colorado para realizar campañas viables… Todos se dan cuenta de que este es un grupo demográfico que realmente está apareciendo en todas partes ahora. Y es algo con lo que tienes que lidiar”, dijo Madrid a NPR■