Las autoridades estadunidenses han tomado medidas drásticas, como poner en cuarentena a los residentes que regresan de China y prohibir temporalmente la entrada a extranjeros que han viajado a las regiones chinas afectadas. Al mismo tiempo, le han pedido a la mayoría de los residentes del país que vivan con normalidad.
Pero hay excepciones. A quienes regresaron de China el 3 de febrero, o después, se les ha impuesto una cuarentena o se les ha pedido que se queden en casa. Y, discretamente, funcionarios de salud pública a nivel local se esfuerzan en identificar a “contactos cercanos” de personas con casos confirmados del virus, denominado 2019-nCoV (o COVID 19), para proponerles una auto cuarentena domiciliaria y someterlos a seguimiento.
Pero, ¿qué es exactamente un “contacto cercano” o estrecho? Parece obvio, y sin embargo tiene una definición clínica que varía según la enfermedad infecciosa. El mortal virus del sarampión, por ejemplo, puede permanecer en un lugar durante horas, en el aire y en las superficies, después que una persona infectada haya pasado un tiempo en ese lugar. Los coronavirus suelen transmitirse por medio de gotitas, lo que requiere un estrecho contacto físico con un estornudo u otra secreción corporal.
La forma en que se propaga un virus y la gravedad de la enfermedad que causa determina la forma en que los departamentos de salud pública deciden cuántas personas corren riesgo de contagio y cuántos recursos se destinan a la comunicación social.
Cuando se trata del sarampión, los funcionarios dan amplia publicidad a todos los lugares conocidos que una persona infectada haya frecuentado en los días anteriores a su diagnóstico, e intentan localizar a las personas que entraron en contacto con ese paciente y que no han sido vacunadas.
Para el nuevo coronavirus, las directrices de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) definen como “contacto cercano” a quien haya estado a menos de 6 pies de una persona infectada por el virus durante un “período de tiempo prolongado”, así como a aquellos que hayan tenido contacto directo con las secreciones de la persona infectada. Estas directrices son luego interpretadas por los departamentos locales de salud pública.
El organismo de salud de la Unión Europea ofrece una definición descriptiva: alguien que vive en el mismo hogar que un paciente; alguien que ha tenido contacto cara a cara o ha estado en un ambiente cerrado con un paciente; o un trabajador de la salud que cuida directamente de un paciente. También se incluye al pasajero de un avión (y por extensión, de un tren o de autobús) sentado a una distancia de dos asientos, en cualquier dirección, de una persona infectada.
La Organización Mundial de la Salud señala a los proveedores de atención de salud y a los miembros de la familia, así como a toda persona que haya estado a menos de un metro de un caso confirmado, una vez que la persona infectada haya presentado síntomas.
Aplicar esas pautas a personas reales y a sus movimientos diarios es lo que los departamentos de salud pública de todo el país hacen ante cualquier enfermedad infecciosa. Los investigadores locales trabajan con los pacientes para averiguar dónde estuvieron y qué hicieron en los días previos al diagnóstico. Identifican a cualquiera que pueda estar en riesgo de infección, lo encuentran y ayudan a controlar su salud.
Dependiendo de lo cercano que fuera el contacto, los funcionarios de salud pueden pedirle que se mantenga temporalmente alejado de los demás.
Hasta el lunes 10 de febrero, se han confirmado decenas de miles de enfermos en la China continental, y cientos de muertos. Pero en Estados Unidos ha habido sólo una docena de casos hasta ahora, casi todos entre personas que acababan de regresar de dicho país, con mil 400 millones de habitantes. Los funcionarios de salud estatales y federales subrayan que el riesgo de contraer el virus aquí sigue siendo bajo.
El condado de Santa Clara en California ha reportado dos casos confirmados del virus, ambos en personas que recientemente viajaron a China. Cualquiera que haya vivido con una de esas personas se consideraría de alto riesgo, dijo la doctora Sarah Rudman, funcionaria de salud pública del condado.
También se presta especial atención a los trabajadores de la salud. Li Wenliang, el médico de 34 años de Wuhan (China), donde comenzó el brote, dio la alarma sobre el virus después que aparecieran varios casos en el hospital donde trabajaba. Finalmente contrajo la enfermedad y murió el 6 de febrero, según comunicó el hospital. Muchos otros trabajadores de la salud en China también han contraído el virus, según autoridades.
Hay que tomar decisiones caso por caso para evaluar el riesgo, expresó Rudman. El hecho de que un profesional de la salud usara guantes, una máscara u otro equipo de protección, y el tipo de interacción que tenía con el paciente, son factores que influyen.
Algunas investigaciones son más fáciles que otras. Un caso de coronavirus recientemente diagnosticado en Wisconsin involucró a alguien que llegó en avión de Pekín, fue directamente a una clínica con una máscara y ha sido aislado en su casa desde entonces, según el Departamento de Salud Pública del condado de Madison & Dane.
Los casos anteriores no fueron tan sencillos. Un factor que ha hecho que las investigaciones sean complicadas es la confusión sobre si el virus puede ser propagado por una persona infectada que no muestra síntomas. Los departamentos de salud dicen que, dada la incertidumbre, están tomando un enfoque cauteloso y buscando cualquier contacto que se remonte a tres días antes de que los síntomas comenzaran.
“Afortunadamente, tenemos pocos casos, así que podemos hacer esto”, explicó Rudman. En cuanto al resto de nosotros, se cree que el contacto casual con una persona infectada, como cruzarse en la calle o estar brevemente en la misma habitación, no supone mucho riesgo, aunque los funcionarios de los CDC subrayan que todavía hay mucho que aprender sobre el nuevo virus.
Y la mejor protección en esos casos también puede evitar otros visitantes indeseables en esta época del año: la gripe y los resfriados. Estos últimos son a menudo el resultado de otros cuatro coronavirus que son responsables de una buena parte de las enfermedades invernales.
Anna Maria Barry-Jester: annab@kff.org, @annabarryjester