Después de la contundente victoria de la Enmienda 4 en La Florida, que restituye el voto a 1 millón 400 mil ex presos del estado, algunos potenciales beneficiados se preguntan si en realidad lograrán remontar más de un siglo y medio de exclusión electoral.
Aunque reciben con esperanza la noticia del recién ganado derecho al voto, algunos ex presos temen al mismo tiempo que influyentes intereses logren impedir que voten a tiempo para para las elecciones del 2020. Eso reporta desde Miami Martin Berlanga, en este segmento de nuestra serie especial de periodismo sobre justicia penal.
«¡Finalmente terminó mi sentencia! ¡Finalmente terminó mi castigo!», dice Yradia Guanipa.
El castigo al que se refiere Yradia Guanipa es haber pasado más de una década en prisión. Y el alivio que hoy siente es porque en las elecciones de noviembre pasado se aprobó la enmienda 4, que reestablecerá a partir del 8 de enero del 2019 el derecho a votar de más de 1 millón 200 mil ex convictos de La Florida.
“Agradecimiento a los cinco millones de personas que votaron. ¿Cómo pasó esto?«
Y esto no pasó solo. Detrás hubo distintas campañas para movilizar a los votantes a que se opusieran a esa parte de la constitución floridana, que daba sólo al gobernador y a sus altos funcionarios la posibilidad de autorizar a ex convictos para que acudieran a las urnas.
Se oye sonido de teclado…
En la oficina de Yraida Guanipa, muy pegado a su escritorio cuelga de la pared un cuadro que la retrata a ella junto a sus dos hijos. Un recuerdo de las pocas visitas que sus hijos le hicieron a la cárcel durante más de una década.
“Esa parte del tiempo de mi prisión, siempre me hace llorar; porque… porque fue muy duro. Estar alejado de lo más valioso que uno tiene, sus hijos… ¡es muy duro!”
El dibujo, intencionalmente en blanco y negro. No se distingue que ella llevara puesto el uniforme del reclusorio.
“La acusación, solamente son dos líneas; Atento a intentar la posesión de droga, de cocaína”.
Dice asumir su responsabilidad del crimen, la intención de intentar traficar con sustancias prohibidas.
“Mi acción en el crimen fue hacer una llamada telefónica, para verificar si un equipaje había llegado. Me dieron el máximo de castigo, me dieron 15 años. Hice 11 años en la prisión. Primera ofensa. No violencia”, dice Yradia Guanipa.
Para ella como muchos otros que después de la cárcel intentan recuperar el curso de sus vidas, la imposibilidad de votar era, dice, como si siguiera con el grillete puesto aun estando en libertad.
“Aunque no fuera en una celda ya, en el día a día. En caminar, en hablar con las personas. En explicar por qué no puedo votar”
Y en esa lucha, Yradia logró convertir ese llanto de ahora y el de todos estos años en enormes deseos de superarse.
“Obtuve un asociado, obtuve un bachelor, obtuve una maestría y estoy a un año y medio de ganar mi doctorado”
En esa misma oficina hay dos paredes colmadas de diplomas.
“Más sin embargo, no me retornan la licencia de notario, de notario público. Que no tienes ni que ser bachiller. No me retornan la licencia de notario porque no tengo mi derecho a votar. No puedo tener una licencia de trabajar con el Obamacare para hacer seguro porque no tengo mi derecho a votar devuelto. No puedo obtener ningún tipo de licencia que tenga que ver con finanzas aunque mi crimen no tuvo nada que ver con finanzas”
La aprobación de la enmienda numero 4 tiene que ver con los derechos constitucionales. Sin embargo tiene también que ver con la política. La gran pregunta es qué efecto tendrán estos votantes en las elecciones presidenciales.
“No, yo opino que todo mundo tiene derecho a votar. ¿Pero una persona que mate a otra persona? Esa persona la deben de coger y meterlo preso por la eternidad”
La opinión de Jorge Jr. Clavijo, otro ex convicto, es compartida por quienes escribieron la enmienda, puesto que no podrán recuperar su derecho a sufragar quienes hayan asesinado o cometido crímenes sexuales.
“Yo llevo más de 15 años en la cárcel, de aquí allá y de allá acá. Mira ahora, estoy durmiendo en la calle. El record que yo tengo nadie me va a dar oportunidad de trabajar”
El desafío será convencer a Jorge y a cientos de miles más para que salgan a ejercer su derecho, pues entre muchos liberados de prisión hay una gran apatía política.
“Allá adentro no se vota por nadie. Allá adentro se vota, ¿sabe por qué? Por defenderse uno, estar bien uno. Allá adentro no hay política, allá lo que hay es gangas”
Otro reto será la implementación a tiempo para las presidenciales del 2020. Hay que coordinar esfuerzos entre el Departamento de Estado de La Florida, la División de Elecciones, el Departamento de Correcciones, los Supervisores Electorales y el sistema de cortes. En fin, una gran burocracia que puede interferir. Los que están afuera votarán por los que están adentro, dicen.
“Los que estamos afuera si vamos a votar por ellos también. OK, porque cuando se hagan las leyes o los que vienen a hacer las leyes, no sigamos cometiendo los mismos errores. Que mandamos a la prisión a las minorías”
Yradia piensa que dentro de la cárcel, la intención al voto es muy repartida.
“Diria yo 50 – 50 , no te puedo decir para qué partido van a coger. Pero lo que si te puedo decir con seguridad es que vamos a votar por aquel candidato que entienda lo que está pasando en La Florida”
Los beneficiados de este cambio en las leyes están de ‘hasta no ver no creer’.
“Yo tengo miedo. Yo no voy a ir a registrarme hasta que a mí me digan: ‘Si, Yraida puedes ir y yo lo vea en la prensa y lo vea en todas partes. Porque si tú lo haces sin estar autorizado ese es otro crimen”
Temen que antes de que entre en vigor, se interponga una orden ejecutiva
“Tenemos que ir a registrarnos si no nos ponen alguna otra cosa. Si no nos exigen un primer pasó, nuestro paso va a educar a que nos vayamos a registrar en una forma civilizada. En grupos, ayudarnos a decir ya no tengas miedo porque el miedo nunca se acaba”.