De la redacción
Tras 11 semanas de juicio que se le ha seguido en la ciudad de Nueva York a Joaquín Loera “Chapo” Guzmán, jefe de la asociación criminal, El Cartel de Sinaloa, el capo es acusado de 10 delitos graves que de ser hallado culpable podría ser condenado a cadena perpetua. Las revelaciones vertidas por el Chapo y otros narcotraficantes que le han servido de testigo a su defensa y también a la parte acusadora, no dejan de impresionar.
Entre otros delitos se acusa al capo de importar y exportar grandes cantidades de narcóticos a Estados Unidos. “El juicio ha permitido a los fiscales detallar ampliamente el funcionamiento interno del Cartel de Sinaloa… brindando una visión sin paralelo del tráfico internacional de drogas”, reporta hoy The New York Times.
Sobresale la corrupción en México como el peor de los delitos. “Casi todos los niveles del gobierno mexicano estuvieron implicados en sobornos, incluida la presidencia”, y hasta un alto funcionario de la actual administración se halla implicado en la lista de los sobornados por el Cartel de Sinaloa. “Un testigo declaró que El Chapo le pagó a Enrique Peña Nieto, cuando fue presidente en 2012, 100 millones de dólares a cambio de permitir que el capo saliera de su escondite”.
Otro testigo y fiscales federales acusaron a Genaro García Luna, exsecretario de seguridad pública bajo la administración de Enrique Peña Nieto, y ahora el máximo funcionario de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, de haber aceptado un soborno de 3 millones de dólares en 2005, lo que incluyó “la compra de protección para permitir la primera fuga del Chapo de una prisión de alta seguridad”.
Un detalle ‘de color’ en el juicio fueron las cirugías plásticas a las que son sometidos usualmente los grandes capos para evadir a la justicia, algunas con consecuencias fatales como la de Armando Carrillo Fuentes, mayormente conocido como El Señor de los Cielos.
También se dijo que El Chapo es paranoico. Que durante décadas invirtió mucho dinero en “programas espía” (software) en teléfonos, y que “se obsesionó con las comunicaciones seguras desde los años ochenta”; desde cuando comenzó a rastrear y vigilar “obsesivamente las llamadas de su esposa, sus amantes, asociados y enemigos”.
El joven colombiano Christian Rodríguez, experto en tecnología desarrolló un “software espía” de la más alta tecnología para teléfonos y computadoras, que vigila a la esposa del Chapo, sus amantes y asociados, con quienes “desarrolló el hábito de llamar a después de cada transacción comercial”.
Pero el joven colombiano cooperó con el gobierno de Estados Unidos tras ser atrapado por el FBI, y luego de cuatro investigaciones de escuchas telefónicas que la fiscalía construyó, “Los fiscales también utilizaron escuchas telefónicas recopiladas por las autoridades de Colombia y la República Dominicana, así como una de las Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional” de Estados Unidos, y recogió más de un millón de mensajes de texto –de alcance mundial- entre los miembros del cartel.
El ámbito de las operaciones del Chapo “rebasó la frontera entre México y Estados Unidos, y se extendió a Colombia, Ecuador, Panamá, Belice, Honduras, Canadá, Tailandia y China”. Con Colombia, dice la fuente, comenzó desde muy temprano en su carrera porque “conseguía la cocaína más barata”. También negoció con los distribuidores la entrega de la droga más rápidamente, lo que le valió el apodo de “El Rápido… a través de túneles debajo de la frontera”.
Para el juicio del Chapo se “requirió la cooperación de varias agencias estadunidenses de aplicación de la ley”. Por ejemplo, el F.B.I., la Administración de Control de Drogas (D.E.A.), Investigaciones de Seguridad Nacional y la Guardia Costera de Estados Unidos. “También participaron policías extranjeros y militares en Ecuador, Colombia y República Dominicana, así como policías locales en la ciudad de Nueva York, Chicago y Texas, y fiscales federales en Nueva York, Chicago, El Paso, Miami, San Diego y Washington. DC”.
Pero ni un solo oficial de la ley mexicana testificó. Víctor J. Vázquez, agente especial de la D.E.A., quien ayudó a dirigir el arresto del El Chapo en febrero de 2014, dijo al jurado que “la D.E.A. y el ejército mexicano mantuvieron intencionalmente a las autoridades locales mexicanas en la oscuridad”, debido al nivel de corrupción, por lo que “usarlas de nuevo no iba a funcionar».
El cartel no era una unidad cohesionada, sino una federación faccionalizada en constante cambio y guerras entre sí. El Chapo Guzmán “ha peleado con sus primos, los hermanos Beltrán-Leyva; la organización Arellano-Félix, y otros antiguos asociados cercanos… que llevaron a sangrientas muertes y lesiones de civiles y familiares inocentes en lugares públicos, incluido el asesinato en 1993 del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en un aeropuerto de Guadalajara”.
Las formas como el Cartel Sinaloa introdujo drogas a Estados Unidos fueron diversas. Por ejemplo, a través de “trenes y barcos de pesca, helicópteros y aviones, barcos semisumergibles y petroleros, cajas de zapatos y latas de chile”. Un reclamo horrible que nunca fue escuchado en la corte estuvo contenido en documentos sin sellar. Y el viernes, “un testigo alegó que El Chapo violaba rutinariamente a las jóvenes, y que prefería a los niños de 13 años a quienes consideraba ‘sus vitaminas’»■