De la Redacción
Aunque las ciudades han sido diseñadas para el tráfico y el estacionamiento de los carros, un número creciente de gobiernos locales incluyen a las bicicletas en sus nuevos planes urbanos. Y aunque muchos ven el ciclismo al trabajo como un deporte o incluso como parte de la recreación de las élites blancas de la clase media, los cabildos de las ciudades comienzan a reconocer que andar en bicicleta es una necesidad económica para los estudiantes, los trabajadores pobres y los indocumentados. ¿Qué pueden hacer las ciudades y los estados para que nuestras calles sean más seguras y justas en el uso de la bici, de una manera social físicamente más equitativa?
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El aumento en la gasolina y la preocupación por la contaminación del medio ambiente han contribuido a que cada día tienda a haber más bicicletas que carros en las calles de algunas ciudades y condados de California, dicen dos profesores coautores de un capítulo de libro sobre el tema. Y ante estas nuevas masas de ciclistas que reclaman su espacio en la vía pública, advierte Samuel Orozco, director de noticias de Radio Bilingüe y conductor de este programa de Línea Abierta que aquí se reseña, algunas ciudades o condados comienzan a darle su lugar a las necesidades de los ‘bicicleteros’.
Pero no todos los vecindarios de la ciudad o de los condados se benefician por igual de la inversión pública en infraestructura urbana para los ciclistas. Quienes se benefician más en mejoras para facilitar el ciclismo son por regla los vecindarios clasemedieros y pudientes, afirma Orozco: Cuando la verdad de las cosas, quienes más necesitan esas facilidades y esas mejores calles son los bicicleteros de los barrios pobres y marginados; que por cierto forman en realidad la mayoría de los que usan bicicleta y quienes la prefieren como medio de transporte, no tanto por lujo ni por deporte sino por la pura necesidad de salir a ganarse el pan de cada día. Étos son los bicicleteros rascuache, de acuerdo con los referidos autores, quienes investigaron el tema y que ahora ofrecen sus conclusiones en un libro titulado, “Bicycle Justice and Urban Transformation: ¿Biking for All?”/Justicia de las Bicletas y transformación urbana: ¿Bicicletas para todos?”. Es un proyecto editorial auspiciado por la Universidad de California en Riverside.
Alfredo Mirandé, profesor de Estudios Étnicos y de Sociología en la Universidad de California (UC) en el campus de Riverside, sostiene de entrada que el número de bicicletas en las calles es aún mayor que el de automóviles: “Las últimas cifras que existen indican que hay más bicicletas activas hoy día que coches”.
Por su parte, el profesor Raymond Williams, distinguido catedrático de español en la UC campus Riverside, amplía:
“Uno ve cada vez más bicicletas, y aquí en Riverside, cada vez que sube el precio dela gasolina, hay gente que está como en el punto medio, entre la clase media y la clase obrera, que decide por razones económicas andar en bicicleta. Luego descubren los peligros y ellos tienen el lujo de abandonar su bicicleta, una vez que baja, como hoy en día, el precio de la gasolina. Así que va y viene; ahora no vemos tanto como cuando la crisis económica”.
Algunos cálculos sobre las bicicletas activas señalan que menos del 1 por ciento va al trabajo en bicicleta, aunque poniendo las cosas en perspectiva, nos dice Orozco, seguramente habría más si se diera más impulso oficial a este medio.
Pero este impulso se ve frenado por el choque que hay entre las necesidades y los intereses de los automovilistas y los ciclistas, toda vez que las ciudades de hoy fueron diseñadas para servir las necesidades del carro, y los demás pues ahí que se rasquen con sus propias uñas.
–¿Está costando bastante trabajo redibujar el espacio en que se mueven todos estos transportes? –pregunta Orozco.
El profesor Williams dice que se nota que en algunas ciudades de California, de entre Los Ángeles y Riverside están haciendo bien esta transformación; «como por ejemplo Long Beach, que tuvo un alcalde que empujó mucho todo esto, y es una ciudad tan descentralizada que es muy fácil desplazarse de un lado a otro».
Agrega: «En otras ciudades como Riverside, que están tan planificadas para carro, es bien, bien difícil. Yo he estado en el Comité que aconseja al alcalde y, tienen aquí la voluntad en general. Pero la estructura de la ciudad lo hace muy difícil”.
Williams añade que hay límites. Que «una vez que ya se comienza a abrir el espacio más cómodo, para bicicletas, reclama la gente de los coches… porque hay gente con coches que piensa que tiene el derecho sobre toda la calle, y se olvida que todos nosotros pagamos impuestos también».
Sobre otros detalles de la planeación urbana ejemplar que le ha cedido un poco de respeto a las necesidades de los ciclistas, como dónde resguardar la bicicleta donde no se la roben, por ejemplo, cosa que sucede con frecuencia.
A cerca de quienes superan en número a quién, entre bicicleteros rascuaches (un concepto, un calificativo de la gente de abajo y actualmente en desuso, aunque comienza a rescatarse últimamente), y los ciclistas catrines, que es una distinción entre las clases sociales. Cuando le roban su bicicleta a uno de los bicicleteros rascuache le afecta muchos más, “porque se les roba lo necesario para sobrevivir… La bicicleta es muy importante para el migrante, muy importante para la juventud. Porque es el modo de salir de la posición social que uno tiene… la bicicleta te da alas para salir de la pobreza”, dice Williams.
Sobre las leyes y penalidades, motivadas a veces por la discriminación que se ejerce sobre el bicletero rascuache, y de los peligros de no ser blanco y tener apariencia de pobre e inmigrante, sin los modernos uniformes del ciclismo, que son o deben ser muy visibles, los profesores profundizan con ricos ejemplos sobre sucesos de discriminación y racistas ocurridos a ciclistas rascuaches convertidos por la policía en sospechosos, debido a su clase social, al traspasar al territorio donde viven los blancos de clase media; o hasta al ingresar su bici en el metro si no son ciclistas catrines, nos dicen los coautores del referido libro en el siguiente enlace:
En el siguiente enlace, activistas pro mejoras que beneficien de manera más democrática y que brinden seguridad a los ciclistas en sus vecindarios rascuache, y aun en todos los vecindarios de las ciudades por igual, participan también laas activistas Leticia Corona, directora de defensa comunitaria, de Leadership Counsel for Justice and Accountability, con sede en Fresno, California; Grecia Elenes, defensora política, también de Leadership Counsel for Justice and Accountability, así como Esther Postiglione, gerente de programas de Cultiva la Salud, también en Fresno.
Leticia explica lo que en su opinión pudiera ser una suerte de justicia bicicletera en Fresno, como parte del desarrollo urbano de la ciudad; y sobre qué tan amigable o hostil es para el ciclista; nos cuenta además que “La ciudad ha invertido desproporcionadamente en los barrios ricos y dejado atrás a las comunidades pobres, de color, que viven al sur de la Shaw (una transitada avenida que figura aquí como una frontera para las clases sociales); un población de gente con ingresos más altos, y blanca”.
Por su parte Esther Postiglione, gerente de programas en Cultiva la Salud, Fresno, los ciclistas en el sur de la ciudad, donde no hay carriles, no tienen acceso a una infraestructura segura; y afirma que las bicicletas para la gente de la comunidad, “nosotros las usamos como medio de transporte… los otros como recreación”. Y habló también de los planes que tienen junto con otras organizaciones civiles para impulsar una infraestructura socialmente más equitativa.
“Como dijo Lety y dijeron los profesores, si eres un ciclista catrín, y estás vestido como blanco, tienes más acceso y más respeto. Pero lo que queremos es que aquí, en el sur, donde no hay muchos carriles, donde no hay senderos, donde vivimos los ciclistas rascuaches es donde nos afecta más no tener acceso a la infraestructura. Porque nosotros lo usamos para transportación, para llegar al trabajo, para llegar a la escuela. Y en el norte es más bien para recreación”.
Grecia Elenes, defensora política, de Leadership Counsel for Justice and Accountability, dice que en Fresno no sólo faltan carriles para las bicicletas sino que ls cales están llenas de hoyos… «hay pavimentar todas esas calles que son muy peligrosas para el ciclista. Entonces, aunque haya los carriles no se siente seguro uno, porque pega uno y se va de frente, de nariz en la calle”. Y coincide con sus colegas a cerca de que “no hay la misma infraestructura en el sur de Fresno, como en el norte, más allá de la Shaw.
Las invitadas y sus organizaciones ven el ciclismo no sólo como un asunto de transporte o de economía, sino como un asunto de salud elemental.
Sobre el ciclismo y su relación con las enfermedades crónicas tan comunes entre los latinos: “Cómo prevenir estas enfermedades si no hay acceso a la infraestructura necesaria en nuestros vecindarios”, dice Esther Postiglione, refiriéndose a una infraestructura que facilite el ciclismo seguro para los habitantes del sur o las zonas pobres de la ciudad.
Escuche en el enlace de abajo el resto de esta interesante plática, los distintos planes de desarrollo que impulsan estas organizaciones, como la bici cumbia, la bici rodeo, y la bici cocina, conceptos estos decididamente de integración y desarrollo comunitario.