¿Choque de trenes por los diferentes acercamientos al tema de la educación?

Gobernador Andrew Cuomo

Gobernador Andrew Cuomo

Marco Vinicio González

Noticiero Latino, Nueva York

Dos viejos amigos y colaboradores que públicamente han reiterado su respeto muto y afecto podrían acercarse a una encrucijada. Se trata del nuevo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y del gobernador, Andrew Cuomo, quien una vez fuera jefe de este alcalde en la Secretaría de Vivienda y Desarrollo Humano, bajo la administración de Bill Clinton. Todo por las visiones diferentes que ambos personajes mantienen en el tema de la educación, lo que abre una zanja entre ambos, y que ayer quedó de manifiesto ayer con dos sendas protestas en Albany, la capital política de Nueva York, en apoyo y en contra a de Blasio y a Cuomo.

Me explico: Como hemos publicado aquí, el alcalde de Blasio se ha empeñado en cumplir con sus promesas de campaña, y una de ellas es la instauración de la educación preescolar universal y gratuita para niños de cuatro años de edad, que por estos días ha cobrado nuevos bríos, y que en el nivel federal el propio presidente Obama ha anunciado su apoyo y hasta una importante inversión económica.

La iniciativa del gobierno federal, ‘Educación Preescolar para Todos’ mejorará la calidad y ampliará el acceso a la educación preescolar, a través de una asociación con los 50 estados, para que todos los niños hijos de familias de bajos y moderados ingresos, de cuatro años de edad, cuenten con educación preescolar de alta calidad… La iniciativa también promueve el acceso a programas de educación temprana de alta calidad, y de día completo para los menores en kindergarten”, dice la Casa Blanca en su sitio web.

Como suele suceder, los buenos propósitos se topan siempre con el menudo problema del financiamiento. Y en este rubro es donde se está operando el choque entre los viejos amigos. Como se recordará, de Blasio propuso pagar por la educación preescolar gravando con un mínimo impuesto a las personas de la ciudad Nueva York que ganan medio millón de dólares o más; pero se necesita la autorización de la Legislatura estatal (Senado, 61 miembros y dominada por los republicanos, y Asamblea, 150 miembros, dominada por los demócratas), que no ve con muy buenos ojos el alza de impuestos, y menos aun en año de eleccines.

El gobernador por su parte quiere también implementar la educación preescolar para todo el estado, pero propone financiarla con una ganancia o superávit registrado el pasado año fiscal, y dejar intactos los impuestos de la gente. El asunto es que esta ganancia no garantiza un flujo estable y continuo de recursos financieros para los años que vienen, dice el alcalde. Y es aquí donde de Blasio argumenta que no puede arriesgar la continuidad de estos programas, a los vaivenes de la economía, programas que incluyen educación preescolar de medio día y de día completo alargando el periodo de clases.

No obstante, en la penúltima discusión sobre el temas, el alcalde dijo estar dispuesto a negociar una salida, y a no importarle el origen del financiamiento, siempre y cuando éste garantice continuidad para cinco años consecutivos los referidos programas preescolares.

El otro asunto se refiere a las escuelas Charter. También cumpliendo con una promesa de campaña de Blasio tienen en la mira estas escuelas, que reciben fondos públicos pero que son administradas de forma privada y no rinden cuentas al gobierno. Durante su campaña de Blasio prometió revisar esta situación, que está drenando los recursos para educación pública y dirigiéndolos a estas escuelas privadas, dice, alojadas mayormente en edificios de las escuelas públicas. Esta tendencia cobró auge durante la administración del pasado alcalde, Michael Bloomberg, el multimillonario dueño de un emporio de telecomunicaciones, que muchos afirman se propuso privatizar la educación cerrando muchas escuelas públicas por su bajo rendimiento académico, medido con los nuevos estándares de evaluación. De Blasio prometió que les cobraría renta a todas estas escuelas alojadas en edificios de la ciudad y revisaría su efectividad.

Esta propuesta fue algo así como patear el avispero, pues las escuelas Charter crecieron exponencialmente durante la administración de Bloomberg, en base a un sistema de bouchers para las familias de bajos ingresos, y con una fuerte inversión -pública, desde luego- en publicidad, que generó una falsa idea de superioridad respecto a las escuelas públicas en el aprovechamiento de los estudiantes, dicen expertos. Algunas de estas escuelas han sacado alumnos prominentes, pero un estudio reciente reveló que la susodicha superioridad de las escuelas charter es un mito. Sobra decir que Cuomo apoya las escuelas charter.

El espectáculo que presenciamos ayer en Albany, este redactor a través de la televisión pública, fue verdaderamente patético. En distintas ocasiones, afuera del recinto legislativo tanto el alcalde como el gobernador se dirigieron a las masas que los apoyaban respectivamente. Y los buenos modales demostrados en todos los eventos públicos en que habían venido apareciendo ambos viejos amigos, se diluyeron en un momento donde los ánimos de la gente y los políticos subieron excesivamente de tono, con abucheos y toda la cosa.

En un momento de júbilo motivado por la energía de la gente, que protestaba en favor de las escuelas Charter, debidamente uniformada con vistosas camisetas con letreros alusivos al tema, y carteles cuidadosamente impresos en letra de molde, que habían llegado a Albany en una caravana de autobuses llenos de niños, el gobernador pareció dominado por la emoción y sus palabras sonaban como un grito de guerra: “¡Defenderos las escuelas Charter, cueste lo que cueste!, decía Cuomo enardecido.

De Blasio por su parte hablaba a sus huestes de la necesidad de revisar estas escuelas y reforzar el financiamiento de la educación pública, en lugar de seguir cerrando planteles y cesando maestros. Y conminaba al gobernador, su amigo, a no tener una conversación privada sobre el prekinder y las escuelas charter sino abrirla al público.

Las cartas están echadas. Independientemente de cuál visión se sobreponga, se prefigura ya un posible choque de trenes.

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