Los electores de dos ciudades costeras del sur de California podrán votar en noviembre sobre una iniciativa de referendo municipal que permitiría a las recamareras de hotel equiparse con «botones de pánico» o dispositivos que se activan de emergencia cuando las mujeres se sientan acosadas o agredidas por clientes o empleados. Jerarcas de la industria hotelera y de las cámaras de comercio se han pronunciado en oposición a la medida. Rubén Tapia conversó con dos veteranas recamareras que reportan haber sufrido acoso sexual en su trabajo.
Juana Melara, con desagrado recuerda uno de los incidentes de acoso sexual que le sucedió cuando limpiaba un cuarto del hotel donde trabajaba:
“Empezó a caminar en el pasillo y venía con sus partes privadas expuestas totalmente hacia afuera. Empezó a hacerme preguntas que no tenían sentido…”
Asustada y cuando tuvo oportunidad, cerró la puerta del cuarto, la cerró con llave y por teléfono llamó a su supervisora.
“Tardaron como 20 minutos para que alguien pudiera ir a donde yo estaba. Seguridad no teníamos en el hotel, los que llegaron fue personal de mantenimiento”
Más tarde, la policía levanto un reporte. Juana todavía con los nervios alterado dice que quiso retirarse a su casa, pero le negaron el permiso.
“Que no, que no me fuera , que terminara el día…”
Pero no ha sido la única experiencia desagradable con la que Juan Melara, una salvadoreña de 52 años con dos hijos y 2 nietos, ha lidiado en sus más de dos décadas de recamarera en hoteles de Los Ángeles y Long Beach, California.
“Los huéspedes le piden a uno que si no les pude dar masajes personales…”
Estos incidentes no pasaron a mayores. Pero, ¿qué sucedió cuando el acosador es un supervisor de la compañía?
“Me despidieron por estar hablando por el acoso que me hacían”
Sandra Pezqueda, es una mexicana y madre soltera con 5 hijos, el mayor de 21 años y el menor de 12. Hace 3 años trabajó menos de 8 meses en el hotel Terranea Resort, de la ciudad costera residencial de Palos Verdes. Era la primera vez que trabajaba en un hotel y pronto supo que conservar el trabajo le costaría amarguras.
“Él me mandó a ese lugar y trató de besarme. En otra ocasión me bloqueo la puerta”
Como no le resultó, le pidió que fuera su amante. Como tampoco logró nada, tomó represalias.
“Me descansó por dos semanas, y yo hablaba y decía por qué me descansó, pues no se me hacía justo. Después me dio 3 días de trabajo”
Cansada del acoso Sandra lo denunció con otro supervisor de más jerarquía, quien la escuchó y dijo que ampliara su queja con los encargados de seguridad.
“Yo me sentía bien cuando hablé con el supervisor. Pero ya cuando hablé con seguridad me hicieron sentir como que estas mintiendo, ‘él tiene mucho tiempo trabajando aquí‘”
Lejos de detenerse aumentaron las represalias.
“Por cualquier pretexto, me regañaban. Me mandaban hablar hasta que tomaron la decisión…«
Hasta que finalmente la despidieron.
“Entré en depresión: ¿Por qué hablé? ¿Por qué, dije? Me fui dos veces al hospital de emergencia”
Pero en el fondo Sandra sabía que había hecho lo correcto y entabló una demanda.
“Yo iba a trabajar, yo hacía mi trabajo. Yo me ganaba mi dinero honradamente. ¿Por qué iba a ceder a algo que yo no quería?”
El acoso sexual en la industria hotelera, que proyecta una imagen glamurosa que están para servir al cliente está muy extendido pero hasta hace dos años que lo documentaron , dice Andrew Cohen, Director de Comunicaciones del Sindicato de Hoteles y Restaurantes United Here Local 11.
“El 2016 , nuestro sindicato realizó el estudio, ‘Hands off Pants on’, o no me toques ni te quites los pantalones, y encontró que 6 de cada 10 trabajadores de Hostelería de Chicago, habían sufrido algún tipo de acoso sexual por parte de los clientes”
Este serio problema ya había sido detectado en Long Beach, afirma Alicia Quiroz, ex mesera que ahora es organizadora sindical.
“Hablamos entre nosotras y si vimos que, si era un problema. Empezamos a entrevistar y hablar con más mujeres y vinos que sí, eso es grave. En Long Beach, Las mujeres hemos estado pidiendo a los concejales que pasen una ley por tres años ya”
Como la resolución fue rechazada con la fuerte oposición de la industria hotelera, que afirma que ya tomaron medidas, que son juegos políticos de los sindicatos, que afectarían a la industria y reducirán la recaudación para el municipio, este año juntaron firmas que si son certificadas aparecerán en un referendo durante las elecciones de noviembre en las ciudades de Long Beach y Palos Verdes.
De ser aprobada dichas medidas, las trabajadoras tendrán un llamado botón de pánico para protegerse del acoso sexual de clientes y empleados, señala Juana Melara que durante más de dos semanas ayudó a recaudar firmas.
“Como un aparato inalámbrico, y al oprimirlo, ellos sabrían, de dónde viene la emergencia, el nivel de la emergencia e inmediatamente estarían allí con nosotros”
Aunque ordenanzas similares han sido implementadas en ciudades como Seattle, Chicago y recientemente en Nueva York, de tener éxito en noviembre sería la primera vez que los electores de dos municipios rechazarían el acoso sexual en el trabajo, destaca Andrew Cohen.
“Sentaría un precedente sobre cómo las ciudades y la industria pueden abordar el tema del asalto sexual en el trabajo”
Por otra parte, y por la valentía de romper el silencio y con el pleno apoyo de sus familias, las trabajadoras de hoteles Sandra Pezqueda y Juana Melara el año pasado fueron nombradas personajes del año por la revista Time y recientemente la organización CLUE, una coalición de laicos y religiosos les dio el premio ‘Gigantes de la Justicia’
Sonido del evento y aplausos…