Lo más sorprendente tal vez es que esta tendencia ahora se extiende a sectores como la educación superior y la agricultura, así como al sector público, que históricamente se ha resistido al sistema de recompensas basado en el rendimiento, ya que “a menudo depende de juicios subjetivos”.
Alertan expertos que una revolución silenciosa se está operando en la economía del país, en detrimento del aumento salarial de los trabajadores estadunidenses, en la forma de bonos y gratificaciones diversas a los empleados en lugar de aumentos salariales que debieran derivar por ejemplo de revisiones contractuales y ajustes inflacionarios.
Según The New York Times, los enormes bonos –del tamaño de un yate, dice- para los altos ejecutivos o peces gordos de las empresas, o los premios a ‘los empleados del mes’, no son nada nuevo. Pero los continuos esfuerzos empresariales para mantener bajos los costos de operación están introduciendo un giro hacia la aceptación de bonos únicos anuales o recompensas no monetarias a expensas de los aumentos de sueldo.
Ken Abosch, socio de Aon Hewitt, una compañía global de análisis en recursos humanos, y quien señala que hay una revolución silenciosa en el tema de la compensación, alerta: «No hay muchas cosas en el mundo de las compensaciones que sean tan radicales, pero esto es un cambio drástico».
De acuerdo con una encuesta de esta firma a mil 64 organizaciones sobre la compensación de sus empleados asalariados, la parte de sus nóminas destinada a los aumentos salariales se hundió hasta llegar al 1.8 por ciento durante lo más profundo de la recesión económica. En 2001 había caído al 4.3% del 10% en 1981. No obstante, ha registrado un modesto repunte, dice la encuesta, pero de sólo el 2.9% en 2014 (cifras no ajustadas a la inflación).
Aon Hewitt inició el seguimiento a la tendencia de las recompensas y bonos a corto plazo -conocidos como retribución variable-, de 1988 a la fecha, cuando estas compensaciones representaron un promedio de 3.9% de las nóminas. Diez años más tarde, dice, esa proporción había aumentado más del doble, a 8%. Y el año pasado alcanzó un récord de 12.7 por ciento.
Lo más sorprendente tal vez es que esta tendencia ahora se extiende a sectores como la educación superior y la agricultura, así como al sector público, que históricamente se ha resistido al sistema de recompensas basado en el rendimiento, ya que “a menudo depende de juicios subjetivos”.
El Times afirma que con la recuperación de la economía, que se acerca a su sexto aniversario, el crecimiento salarial terca y lentamente se ha convertido en un tema central que erosiona la fe de la gente en ‘el sueño americano’, dando forma a los mensajes económicos que influirán en las campañas de los posibles candidatos a la Presidencia, y peso a la decisión de si hay que elevar las tasas de interés del Banco de la Reserva Federal, de sus niveles casi en cero.
Mientras unos cuántos dólares más en la cartera siguen careciendo del verdaderamente satisfactorio sentimiento de regalo navideño, más bien un aumento al salario es el regalo que todos quieren. Por otro lado, los beneficios de los aumentos salariales se agravan cada año. Porque además, los salarios son la base de una serie de otros beneficios, como el seguro social y las pensiones del retiro.
Kerry Chou, un especialista en compensación, de la firma WorldatWork, organización no lucrativa de profesionales dedicados al estudio de los recursos humanos, sostiene al Times que no se trata tanto de si continuará la tendencia a las retribuciones variables, si no que las ganancias por motivo del alza salarial están atrapadas en una permanente marcha hacia la baja.
Varios acontecimientos ayudan a comprender el estancamiento de los salarios, dice la fuente: la naturaleza globalizadora de las empresas y el uso tecnológico, algo que ha puesto más poder de negociación en manos de los empresarios, y también los largos períodos de desempleo relativamente alto, agravados por las olas de despidos y un número excesivo de trabajadores desanimados y subempleados, con temor a pedir aumento salarial.
El cambio en la compensación que favorece sólo una sola vez al trabajador en forma de recompensa, por encima de un mayor incremento en el salario parece estar jugando un papel importante.
Linda Barrington, directora ejecutiva del Instituto de Estudios de Compensación en el Polígono Industrial, de la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad de Cornell, sostiene que dicha tendencia es algo que no ha ocupado un papel central todavía en el debate sobre las nóminas salariales, a diferencia del cambio en las recompensas a corto plazo que se despliega después de que la economía entrara en picada en el 2001.
De acuerdo con el Times, algunos expertos esperan que continúe la tendencia de las compensaciones versus el aumento de salarios, incluso cuando la tasa de desempleo disminuya y el mercado laboral apriete.
Kerry Chou pregunta: «¿Estamos simplemente ante una economía de moraleja, donde en última instancia los presupuestos deben volver a donde estaban antes de la recesión, o tenemos una nueva normalidad ahora?”. Y concluye: «El jurado aún está deliberando»■
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