Hace dos semanas el huracán Harvey golpeó duro a toda la zona metropolitana de Houston, Texas, pero sus catastróficas inundaciones sumergieron sobre todo a la zona pobre del este de la ciudad. Allí, el agua llegó hasta el techo de muchas casas en un barrio latino. Pero además, el este es la zona de refinerías y plantas petroquímicas, que al quedar inundadas y al explotar al menos una de ellas soltaron al aire y a las corrientes de agua más de un millón de libras de sustancias tóxicas. Los efectos de estas peligrosas emisiones en la salud de los residentes de las barriadas vecinas tardarán tiempo en medirse. Rubén Tapia tiene la información. Este reporte es parte de la serie Hablando de la Raza.
Durante el segundo día del huracán Harvey Jessica Rangel, quien vive cerca de las grandes refinerías en la ciudad de Pasadena, Texas, sintió un fuerte olor en el ambiente.
“Se mira mucho humo, más de lo normal. Usualmente vemos humo blanco, pero esta vez el humo era negro, completamente negro y para el domingo por la mañana se empezó oler…, el olor de químicos”, dijo.
Pasada la tormenta Jessica, una dreamer de 27 años de edad y dirigente de “Ojos de Un Soñador”, dice que observó que muchos de sus vecinos no tiraban sus muebles que se habían mojado durante la inundación.
“Están sacando sus cosas durante el día y por la noche las vuelven a meter”
Más del 60 por ciento de los residentes de Pasadena son inmigrantes latinos. Por temor, casi no fueron a los albergues y cuando los ayudaba en un centro civil local, observó que las mamás le pedían raciones extra de pañales. Cuando investigó, supo la razón:
“Cuando la familia estaba evacuando, el niño le daba uno o dos tragos del agua y se estaba enfermando del estómago”
Preocupada, consiguió que un grupo de enfermeras de un programa del condado hicieran revisiones médicas en el vecindario.
“Y la gente nos empezó a traer a sus bebés, que estaban enfermos, y a muchos los tuvieron que mandar al hospital; porque si un niño menor de tres meses tiene fiebre y problemas estomacales, por ley tiene que ir al hospital”
Once niños y un adulto fueron trasladados al hospital, pero Jessica piensa que hay muchas más familias que necesitan atención médica. Además, está muy consciente de que la cercanía con las fabricas petroquímicas y las refinerías les puede traer daños adicionales a la salud, a una comunidad donde 1 de cada 4 niños tiene asma.
Hasta la fecha, no hay un estimado sobre los daños, el impacto ambiental y las necesidades de la comunidad en esta ciudad, porque FEMA (la agencia federal que atiende estos desastres ambientales) todavía no ha instalado un centro de apoyo, afirma el concejal de Pasadena, Sammy Casados:
“We are having a hard time getting FEMA to set up a Disaster Relief Center…”
(Estamos teniendo dificultades para que FEMA establezca un Centro de Ayuda para Desastres).
La misma situación viven pobladores latinos en Bay Town, que residen y trabajan cerca de la industria petroquímica.
“Yo hablé a la Ciudad y hablé a la Cruz Roja, y me dijeron: ‘No hay suficiente ayuda, no cuenten con nosotros. Ustedes están solos’”
Evelin Hernández es hija del pastor de la Iglesia Bautista Emanuel. A dos semanas de la tormenta sigue repartiendo ayuda a los vecindarios afectados.
“Tenemos colchas, tenemos platos, tenemos agua. Agarre lo que ustedes necesitan, ¿ok?”, pregona la mujer.
Una vecina afectada es Martha, inmigrante de Jalisco (México), con más de 30 años de vivir en la zona. Su casa quedó muy dañada. Además, le preocupan los montones de basura:
“Pues sí, todo está contaminado…, todo lo que agarró el agua…”
Martha afirma que se inundaron con agua que también afectaron las refinerías cercanas, pero con lo que puede sigue limpiando su propiedad.
“¡Y no hay tampoco masacrillas, señor! Todo se acabó. Estamos prácticamente sin nada. Estamos haciendo lo que podemos y cuidándonos como nosotros podemos; pero de allí en más, no hay otra cosa”, deplora.
Los habitantes de Baytown y Pasadena y otros poblados no tienen claridad sobre el impacto de exponerse a esta contaminación. No hubo alertas sobre estos peligros por parte de las autoridades antes del huracán, señala Yvette Arellano, investigadora de T.E.J.A.S. (Servicios Para la Defensa de la Justicia Ambiental).
“Antes del huracán, notificando a los residentes dentro de esta comunidades, que va a haber aguas de inundación llenas de químicos. La ciudad no lo hizo, la EPA tampoco, tampoco lo hizo la agencia de Texas; TCEQ (Texas Commission on Environmental Quality)”
T.E.J.A.S. preparó un paquete informativo y algunos artículos para limpiar las propiedades contaminadas. Pero sin recursos, sólo poco más de un centenar se han distribuido. Recomiendan no reusar nada que haya sido expuesto a la inundación, porque puede estar contaminado con Plomo, Mercurio y otras sustancias tóxicas que no se quitan al lavarlas con agua y jabón.
«No son saludables, hay químicos en el agua y en el aire que tienen peligro de causarle cáncer a la gente; también pueden afectarles en los pulmones, en los sistemas propios de las mujeres”, dijo Arellano.
Agregó que esta semana se reunieron con altas autoridades ambientales de Texas. Estos les afirmaron que la contaminación es principalmente por productos caseros de limpieza y otros materiales domésticos arrastrados por las corrientes, excusando a la industria petroquímica.
“Ellos una vez más dijeron: ‘No, estamos más que seguros que las aguas de la inundación no se compartieron con hogares o áreas residenciales, con agua de instalaciones químicas’. Nosotros sabemos que eso es una mentira”
Pero hay otro peligro que no sólo afecta estos poblados, señala Arellano, que son toneladas de material tóxico que las petroquímicas lanzan al aire cuando cierran y reabren operaciones. Y puede alcanzar desde Corpus Christie hasta Port Arthur, un área de más de 300 millas.
“Son tres millones de libras de químicos. Y todavía estamos juntando esa información”, afirma Arellano.
La investigadora Yvette Arellano recomienda que cuando menos los que viven cerca de las industrias petroquímicas se alejen de la zona unas semanas. Si no pueden hacerlo, cuando menos que se mantengan dentro de sus casas. El impacto a largo plazo en la salud de los residentes pobres y ricos de Houston aún está por verse, porque de los miles de productos tóxicos que usa dicha industria, la EPA, escasa de personal y de interés, sólo regula una pequeña cantidad, dice Arellano:
“Hacen investigaciones sobre 200 a 350 químicos, es todo. Hay miles de químicos que se usa en la producción de plásticos, de las petroleras, y hasta de las medicinas, que todo se produce aquí . La EPA no tiene información sobre los efectos a la salud pública”, concluye la investigadora■