De la redacción
El gobierno de Trump dio a conocer públicamente los detalles de sus nuevas normas de contaminación, que regirán a partir de ahora sobre las plantas de energía que queman carbón y emiten al aire ese humo. La administración federal, a través de su agencia de Protección al Medio Ambiente, E.P.A., reveló, dicen científicos, que su plan aumentaría las emisiones de carbono y provocaría hasta mil 400 muertes prematuras al año.
Llamado irónicamente Affordable Clean Energy, la nueva propuesta del gobierno federal reemplaza el Plan de Energía Limpia de la pasada administración Obama, que como se recordará “fue un agresivo esfuerzo para acelerar el cierre de plantas que queman carbón, uno de los principales productores de gases de efecto invernadero”, dice hoy The New York Times.
Con esto, Trump le acaba de regalar a la industria más contaminante del aire un cheque en blanco para que siga haciendo lo que quiera. Con este anuncio, las regulaciones nacionales para reducir emisiones de dióxido de carbono y alentar a los servicios públicos a utilizar fuentes de energía más limpias como la eólica y la solar, pasan a ser historia.
Además, la nueva EPA permitirá a los estados relajar sus norma regulatorias «para plantas de energía que necesitan mejoras, manteniéndolas activas por más tiempo». Admite que el referido Plan de Energía Limpia es un esfuerzo, si, para reducir las emisiones de carbono. Pero que “ilegalmente obliga a las empresas eléctricas a utilizar fuentes de energía más ecológicas”. Que el plan del gobierno actual es “una manera legal que en cambio permite a los estados una mayor flexibilidad”.
Y para remachar, en el renglón económico, Andrew Wheeler, administrador interino de E.P.A. dijo en un comunicado que «La propuesta de hoy brinda a los estados y la comunidad regulada la certeza que necesitan para continuar con el progreso ambiental mientras cumplen el objetivo de dominación energética del presidente Trump”.
Entre tanto, el abogado corporativo, William L. Wehrum vio coronado también hoy el esfuerzo de casi toda una década, “para debilitar las reglas de contaminación del aire al luchar contra la Agencia de Protección Ambiental –de la era de Obama- en los tribunales, en nombre de fabricantes de productos químicos, refinerías, perforadores de petróleo y plantas de energía que queman carbón”.
Ahora Wehrum entrega a sus clientes de las referidas industrias esta victoria lograda “desde el interior de la administración Trump como el principal funcionario de contaminación del aire del gobierno”, dice otra nota por seprado.
Se espera que hoy martes el presidente Trump anuncie el amplio desmantelamiento de las regulaciones sobre las emisiones de las plantas de carbón. Con la propuesta de E.P.A allana el camino de las industrias contaminantes, y sigue con su tarea de zapa desmontando las reglas específicas que rigen, “como cuándo las centrales eléctricas deben actualizar los equipos de contaminación del aire”. Wehrum fue nombrado por Trump en noviembre para dirigir la oficina de aire limpio de E.P.A., y también «ayudó a redactar los cambios en varias de esas reglas».
Eric Schaeffer, quien trabajó 12 años en la E.P.A. como jefe de la aplicación de la norma, declaró al Times que «Esta decisión imprudente permite que las fábricas apaguen sus sistemas de control de la contaminación para ahorrar unos dólares, incluso si eso significa arrojar más contaminación tóxica al aire sobre sus vecinos y poner en riesgo su salud».
Wehrum por su parte considera que las predicciones alarman. Y los hallazgos de la investigación científica suelen hacer predicciones.
Pero los datos del análisis tanto del Plan de Energía limpia como del plan Trump “se derivan de un intrincado sistema de modelado de tres partes revisado por la Academia Nacional de Ciencias que la E.P.A. ha estado utilizando durante décadas para calcular los beneficios y desventajas de la regulación de la contaminación”. Ya no.
Una de las medidas más dramáticas de la investigación son desde luego los relativos a la mortandad prematura producida por la contaminación. Estos datos provienen de “un estudio histórico de la Universidad de Harvard que relacionó definitivamente el aire contaminado con las muertes prematuras”. El estudio, conocido como Six Cities, “rastreó a miles de personas durante casi dos décadas y finalmente formó la columna vertebral de las regulaciones federales de contaminación del aire”.
Pero la nueva E.P.A. consideró una regla separada, “para restringir el uso de cualquier estudio e impedir que se puedan publicar datos en bruto, como es el caso de ‘Six Cities’, que se basan en los registros de salud confidenciales de sus participantes”.
La comunidad científica, “se opone abrumadoramente” a la nueva medida de la E.P.A., que se aparta del estudio de Harvard; pues afirma que “los participantes en estudios de salud a largo plazo generalmente aceptan participar sólo si su información más personal de salud se hace pública”■