Por Heidi de Marco
California Healthline, Nipomo, California
Cuando María Dueñas fue diagnosticada con diabetes tipo 2, hace una década, manejó la enfermedad con dieta y medicación. Pero los riñones de Dueñas empezaron a fallar justo cuando el letal coronavirus se instaló en Estados Unidos.
El 19 de marzo, tres días después de que Dueñas, de 60 años, ingresara en la sala de emergencias con la presión arterial y el azúcar en la sangre peligrosamente altos, el gobernador Gavin Newsom implementó la primera orden estatal de quedarse en casa.
Menos de una semana después conectaron a Dueñas a una máquina de diálisis en el vecindario de Century City, en Los Ángeles, a 160 millas de su hogar en Central Coast. Tubos, bombas y pequeños filtros limpiaban de desechos su sangre durante 3 horas y media, haciendo el trabajo que sus riñones ya no podían hacer.
Al principio, Dueñas dijo que no entendía la gravedad del COVID-19, o su mayor vulnerabilidad a la enfermedad: «No me va a pasar a mí», pensó. «Vivimos en un pequeño pueblo».
Pero no pudo encontrar una clínica de diálisis que la atendiera en Nipomo o cerca de allí. Así que, con su esposo José a su lado, Dueñas hizo largos viajes por carretera a Century City durante más de dos meses.
En mayo, el médico de Dueñas le dijo que era una buena candidata para hacerse la diálisis en casa, lo que le ahorraría tiempo de conducción y estrés, y reduciría su exposición al virus.
Ahora Dueñas se esteriliza asiduamente a sí misma y a su entorno cinco noches a la semana para poder administrarse la diálisis en casa mientras duerme.
«Siempre existe la posibilidad de que alguien tenga COVID y necesite diálisis» en una clínica, comentó Dueñas. «Estoy muy agradecida de tener esta opción».
El aumento de la diálisis en casa se ha acelerado recientemente, impulsado por las necesidades de distanciamiento social, el aumento del uso de la telesalud y las tecnologías de vigilancia a distancia. Y el temor al virus.
Si bien es difícil obtener datos recientes y completos, los expertos confirman la tendencia basándose en lo que ven en sus propias prácticas. Fresenius Medical Care North America, uno de los dos proveedores de diálisis más importantes del país, declaró que realizaron un 25 por ciento más de sesiones de capacitación en diálisis en el hogar en el primer trimestre de 2020, que en el mismo período del año previo, según Renal & Urology News.
«La gente reconoció que era mejor si lo hacían en casa», señaló la doctora Susan Quaggin, presidenta electa de la Sociedad Americana de Nefrología. «Y ciertamente desde la perspectiva de un proveedor de salud, pensamos que es una gran opción».
Casi medio millón de personas en Estados Unidos se someten a diálisis, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales. Un 85% de ellos viajan a una clínica para sus tratamientos.
Los pacientes de diálisis tienen un mayor riesgo de contraer COVID-19 y de enfermar gravemente, aseguró el doctor Anjay Rastogi, director del Programa de Riñón de UCLA CORE, donde atienden a Dueñas.
En un análisis de más de 10 mil muertes en 15 estados y en la ciudad de Nueva York, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) encontraron que alrededor del 40% de las personas de las personas que murieron por COVID-19 tenía diabetes. Ese porcentaje se elevó a la mitad entre las personas menores de 65 años.
Pero las personas en diálisis también son vulnerables a COVID-19 porque suelen visitar las clínicas dos o tres veces por semana durante un promedio de cuatro horas cada vez, exponiéndose a otros pacientes y, potencialmente, al virus, apuntó Rastogi.
«Ahora más que nunca, estamos recomendando a nuestros pacientes la diálisis en casa», dijo.
Hay dos tipos de diálisis: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. En la hemodiálisis, que se administra en un hospital o clínica, o a veces en casa, una máquina de diálisis bombea la sangre fuera del cuerpo y a través de un filtro especial llamado dializador, que elimina los desechos y el exceso de líquido de la sangre antes de que se devuelva al cuerpo.
Los centros de tratamiento de diálisis que ofrecen hemodiálisis han intensificado sus procedimientos de control de infecciones en respuesta a COVID-19, expresó el doctor Kevin Stiles, un nefrólogo de Kaiser Permanente en Bakersfield. Ya no se permite a los visitantes acompañar a los pacientes, y a los pacientes se les revisa la temperatura y deben usar máscaras durante el tratamiento, dijo. (KHN, que produce California Healthline, no está afiliada a Kaiser Permanente).
En la diálisis peritoneal, que es la opción que más se ejecuta en el hogar porque es menos engorrosa y restrictiva, el revestimiento interior del estómago actúa como un filtro natural. La solución de diálisis limpia los desechos del cuerpo mientras se lava dentro y fuera del estómago a través de un catéter en el abdomen.
No todos son elegibles para la diálisis en casa, ya que conlleva sus propios desafíos.
La diálisis en casa requiere que los pacientes o sus cuidadores levanten bolsas de solución de diálisis que pesan de 5 a 10 libras, explicó Stiles. La buena vista y la destreza de las manos también son críticas porque los pacientes deben ser capaces de mantener ambientes estériles.
Los pacientes necesitan equipos de diálisis en el hogar y entregas regulares de suministros como líquido de diálisis, bolsas de drenaje, tubos, desinfectante y equipo de protección personal. En respuesta a COVID-19, algunas clínicas han organizado servicios de mensajería y han contratado a laboratorios para entregar los suministros a los pacientes.
La administración Trump ha alentado un mayor uso de la diálisis en el hogar y en julio propuso aumentar las tasas de reembolso de Medicare para las máquinas de diálisis en el hogar, citando «la importancia de que esta población permanezca en casa durante la emergencia de salud pública para reducir el riesgo de exposición al virus».
Medicare cubre a casi todos los pacientes que reciben tratamiento de diálisis, incluyendo la diálisis en casa, y los pacientes normalmente pagan un 20% como co-seguro.
Medicare, que gasta un promedio de 90 mil dólares por paciente de hemodiálisis anualmente, gastó más de 35 mil millones de dólares en pacientes con enfermedad renal terminal en 2016.
Dueñas se encuentra a la espera de un transplante de riñón. Hasta entonces, se administrará su propia diálisis peritoneal en casa.
«Para ser honesta, no quería hacerlo», comentó sobre la diálisis en casa. «Me asustaba hacerme cargo de mi propio tratamiento».
Ahora, tres meses después, luego de la capacitación y siguiendo las indicaciones de la máquina de diálisis, Dueñas se siente cómoda, en control y segura.
Mirando hacia atrás, dijo, «fue una bendición disfrazada».
Foto: Heidi de Marco / California Healthline.